Dr. Eduardo Casanova
Médico Internista de la UCM
El término eutanasia, etimológicamente deriva de muerte normal (eu-normal, thanatos-muerte) en tanto distanasia implica una alteración en la muerte. Pero ambas se producen con intervención médica y difieren de la muerte natural.
Inicialmente el término eutanasia se refería a la "muerte dulce o sin dolor" pero ese significado se modificó y perdió vigencia.
En la actualidad, los avances en las técnicas de analgesia y sedación hicieron perder vigencia a la muerte como solución del dolor.
Sin embargo, como resabio de épocas pretéritas, cuando actualmente se aplica un goteo intravenoso de sedación y analgesia, hay quienes lo confunden con eutanasia.
La confusión empeora al llamarle "cóctel lítico", pues lisis significa destrucción, y se supone que se está destruyendo la vida, no el dolor y la angustia.
Sin duda los fármacos sedantes y analgésicos, en dosis elevadas que llegan a ser tóxicas, pueden producir la muerte. Pero ésto también ocurre con muchos otros fármacos como la insulina, el potasio, la digoxina, etc. Fuera de una intencionalidad homicida, ninguno de esos fármacos se administra en dosis letales, como tampoco los analgésicos y sedantes.
El error no intencional en una dosis tóxica que produzca la muerte, no sería eutanasia sino iatrogenia.
En la iatrogenia no existe la intencionalidad de causar daño: se trata de un error que puede incluso ser mortal. Pero la eutanasia no es muerte accidental sino intencional.
UNICA LIBERACION. En la antigüedad, en ciertas circunstancias la muerte se consideraba como la "única liberación" posible del dolor. Los guerreros heridos en el campo de batalla contaban con una daga llamada "la misericordia" que era considerada como un recurso extremo para terminar con la vida y el sufrimiento. Luego los opiáceos, y más concretamente la morfina cambió ese cruento concepto de "muerte piadosa".
Algunas personas piensan que un exceso de morfina puede causar la muerte. Ello es cierto, si se administra una dosis tóxica. Sin embargo, es bien conocido que el dolor es el principal antídoto de la morfina.
Ello significa que existiendo dolor, se puede aumentar la dosis progresivamente sin toxicidad. El enfermo fallece por la enfermedad de fondo, y no por la dosis de morfina que resultaría inocua para una persona sana.
Los especialistas en la "terapia del dolor" utilizan además otras técnicas de analgesia, de tipo local o regional, a nivel de los receptores y vías de transmisión nerviosa, que completan el efecto. Los tranquilizantes son también eficientes para lograr toda la sedación requerida.
Sin embargo, a pesar de que ya no existe la antigua necesidad, la eutanasia se sigue utilizando en forma activa y pasiva.
SITUACION ACTUAL. Las modernas técnicas de soporte vital artificial "medicalizaron la muerte" pero no siempre la humanizaron. Cuando el médico intervino progresivamente modificando el proceso natural de morir, se comenzó a hablar de la necesidad de "morir con dignidad", pero ello dio lugar a interpretaciones equívocas. La asistencia médica no debe de proporcionar un tipo de muerte sino de vida, para vivir con dignidad la muerte.
Si bien la medicina no modificará nunca la muerte como proceso irreversible, aplicando técnicas artificiales de reanimación, en algunos casos puede postergar el momento del fallecimiento; y en otros casos puede evitar que la muerte se produzca como un accidente por una enfermedad aguda y reversible.
Sólo en este último caso en que tiene lugar la eutanasia pasiva, es cuando se decide no utilizar medios de reanimación artificial disponibles. La muerte, que debía haberse evitado (o al menos intentado evitarse), se precipita por decisión negativa del médico.
La eutanasia, activa o pasiva, es contraria a la educación médica, que fiel a la enseñanza hipocrática, se basa, como primera norma, en el principio de no causar daño.
La intencionalidad de daño en la eutanasia pasiva, está en la decisión de no actuar cuando se debe actuar. Ello supone intencionalidad, ya que se trata de casos en los que claramente está indicado el soporte artificial de la vida.
La reanimación artificial sólo está indicada cuando la muerte se presenta como un accidente inesperado y superable. Cuando se trata de un hecho natural y previsible, el médico no debe utilizar medios de reanimación, excepto que tenga dudas.
Actualmente, la eutanasia (activa o pasiva) tiene una motivación económica vinculada al elevado costo de tecnología, de enfermería y de medicina paliativa que dan al enfermo el necesario confort.
MUERTE ASISTIDA. Ante el riesgo de muerte, la asistencia médica debe discernir si se trata o no de un proceso accidental y, por tanto, superable. Sólo en este caso el médico procurará, en la medida de lo posible, revertir artificialmente la situación; pero en ningún caso dejará de asistir al paciente, procurando las mejores medidas de confort para aliviar el dolor y la angustia sin que ello implique precipitar la muerte.
Confundir en enfermos terminales "suspensión del tratamiento" con "suspensión de asistencia" lleva a un lamentable error. Por ello es preferible hablar de "adecuación" del tratamiento a las necesidades del paciente, y no hablar nunca de "abandono".
En casos en que determinado tratamiento carece de respuesta, no tiene sentido persistir empecinadamente en él. Pero ello no justifica que el médico se retire de la asistencia que el enfermo sigue requiriendo.
Aún después de fallecido no se debe abandonar al enfermo, pues éste aún requiere diversos cuidados médicos y de enfermería. Con más razón debe seguir asistido, aún en estado terminal.
La última etapa de reanimación artificial llamada de "aire y agua" sigue siendo una etapa asistencial, aún reducida a ésta expresión elemental.
"En este hospital no se realiza eutanasia"
En algunos países europeos los ancianos ya no acuden al hospital porque temen la aplicación del criterio costo-beneficio que los considera gravosos a la sociedad. Por ello, algunos hospitales, para quitar aprehensión a sus usuarios anuncian: "en este Hospital no se realiza eutanasia" En un estudio realizado en Holanda conocido como "informe Remmerlink" se determinó que 3 mil personas morían contra su voluntad anualmente: mil no habían solicitado la muerte, aunque un 40% de ellos eran competentes para expresar su voluntad. Los otros 2 mil habían recibido una sobredosis de morfina que los había matado igualmente, sin haberlo solicitado. Las razones aducidas para producir estas muertes fueron: terminar con un gran sufrimiento del paciente; acortar la angustia de familiares; y dejar una cama libre para otros enfermos que la necesitaban. (*)
Teniendo en cuenta que el dolor y la angustia son siempre tratables, de las tres causas de eutanasia sólo nos queda el valor económico, reciclable de la cama.
La alarma resultante del informe Remmerlink provocó la existencia en Holanda de un carné en el que se pide no realizar al portador encarnizamiento terapéutico, ni eutanasia. Por otro lado, han surgido también instituciones sustitutivas del hospital, a las que se ha llamado "hospitiums", previstas para albergar ancianos y enfermos graves a los que se les da la seguridad de que no serán objeto de homicidio médico.
(*) Fuente: Agencia Zenit, febrero 2003.