CESAR BIANCHI
Ganesha Ishaya (22) se pasó 18 horas de las 24 horas del día con los ojos cerrados, practicando los ejercicios de meditación para poder obtener el título de maestro ishaya. Dice que lejos de perder tiempo de vivir, ganó (calidad de) vida. Por estos días está en Montevideo en procura de enseñarle a los uruguayos las valiosas técnicas himalayas.
Ganesha es un joven inglés que de nacimiento se llamaba Arthur Whiters, oriundo de Skelmersdale, un pueblito cercano a Liverpool. Nació en el seno de una comunidad de meditación trascendental, pero siempre le parecieron técnicas muy complejas. "Para mí, todo tenía que ser más sencillo", dice.
A los 16 años, una amiga le mencionó las técnicas y se fue hasta la India y una vez allí decidió realizar el curso de entrenamiento de maestros ishayas. "De inmediato comencé a notar los resultados. Me tranquilicé, dormí mejor y conseguí armonía".
Las técnicas más simples consisten en la repetición de determinadas frases a lo largo de todo el año, durante las actividades laborales o bien en momentos de descanso, con los ojos cerrados. La reiteración de las frases redunda en un abatimiento del stress.
"Da energías, pone a la persona alerta. Elimina el insomnio y los dolores de cabeza, ataques de pánico y muchas enfermedades más, en el entendido de que la mayoría de las enfermedades las causa el stress", sostiene. También quita las ganas de fumar y combate otras adicciones.
Ganesha revelará las cruciales frases en su curso de Primera Esfera el sábado 13 y domingo 14 de marzo en el hotel Holiday Inn (Colonia 823) de 10 a 17 horas. Los interesados deberán concurrir primero a las charlas informativas del lunes 8 en el Holiday Inn a las 20 horas, o el jueves 11 a las 19 horas en el Portones Shopping.
"Las frases las revelo, como maestro, en forma personal en el curso de dos días", dice. El curso tiene un costo de U$S 70, o U$S 50 si se paga con anticipación.
MAESTROS. Tanto Ganesha como Rajas Ishaya, un maestro uruguayo iniciado en las técnicas, están vestidos de rojo. No es el único color que suelen usar; también se visten de negro o de blanco. "Depende de la energía personal de cada uno y de eso nos damos cuenta en las charlas", dice Ganesha Ishaya.
"La gente no cambia su vestimenta, ni su alimentación ni sus hábitos. Esto, además, no es una religión porque no afecta las creencias", aclara.
Ishaya significa "para la conciencia más alta" en sánscrito, y alude a técnicas originarias de los himalayas. "Los maestros dedicamos nuestras vidas a las técnicas", sostiene Ganesha. "Tenemos una frase que dice: ‘sanando al mundo a través de nuestras propias sanaciones’", confiesa.
Tanto Ganesha como Rajas hablan de "la conciencia" como algo inasible, digno de estar en un umbral. "La conciencia es un lugar de paz y tranquilidad. Estamos limpiando nuestra percepción. Al enfrentarnos a una nueva experiencia, tenemos en cuenta todo lo anterior vivido", dice Ganesha.
Quieren cambiar la "percepción" de las cosas y eliminar el miedo que subyace ante cualquier aventura. "Las técnicas están basadas en la alabanza —simple apreciación—, gratitud y amor", dice Rajas Ishaya (30), el primer maestro uruguayo Ishaya.
Hasta hace dos años se llamaba Nicolás Alvarez. En 2002 hizo el curso que maestros extranjeros brindaron en el Holiday Inn, y el año pasado cursó la maestría en Santa Marta, Colombia. "Mi madre, que también es iniciada en las técnicas, a veces me sigue diciendo Nicolás". No se acostumbra a que se llama Rajas.
La maestría es un curso de dos años de ocho meses cada uno, donde pasan 18 horas por día con los ojos cerrados, enseñando las técnicas del grado. "Nosotros enseñamos nuestra propia experiencia. No es una idea intelectual. Vivimos y compartimos con los demás nuestras propias vivencias", dice Ganesha.
"Hemos aprendido que la felicidad nos la da nuestro entorno: lo que piensan los demás de nosotros, el materialismo, etcétera. Con las técnicas tenés una libertad impresionante, con la que nada te puede avasallar", insiste el británico Ganesha Ishaya.
Las "técnicas ishayas" son originarias de los himalayas pero hace sólo 15 años que se conocen en Occidente, y apenas tres en Uruguay. Hay sólo mil uruguayos iniciados en los augustos misterios y un solo maestro. "Es un orgullo importante. Ahora mi deber es enseñar las técnicas a los demás interesados, para mejorar su vida y enaltecer al más alto grado su conciencia", dice.
"Otra cosa", pide Ganesha. "Los neófitos se preocupan permanentemente por el futuro y se lamentan por el pasado. Con las técnicas, sólo te importa el presente, el aquí y ahora". Algo más que un estilo de vida. La clave que encontrarán los curiosos que los vayan a escuchar es "el eslabón perdido".
Clases para la sanación
La leyenda Ishaya cuenta que, cuando era joven, Isha-ben-Joseph (o Jesús), viajó a los Himalayas en busca de los "maestros iluminados". Pasó siete años aprendiendo las técnicas, que después enseñó en Judea.
Tiempo después, su discípulo Juan viajó a los Himalayas "para preservar estas enseñanzas hasta el momento en que el mundo estuviera listo para recibir la iluminación", informa el portal en Internet www.losishayas.com.
La página web define a los Ishayas como una "organización educativa" sin fines de lucro dedicada a "expandir la conciencia" mediante la enseñanza de la ascensión de los ishayas. "Estamos dedicados a la sanación del mundo, empezando con la sanación de nuestro propio ser", dice.
Explican que sólo están interesados en formar personas que pretendan alcanzar la "conciencia crítica y más allá". Luego de los ocho meses iniciales, aquellos que quieran profundizar el conocimiento "ishaya" deberán alojarse durante 16 meses en el centro que la comunidad tiene en Santa Marta, Colombia.
"Sólo podrán graduarse los que logren estabilizar la conciencia perpetua, o primer paso de la iluminación".
El entrenamiento de maestros en habla hispana e inglesa tiene una duración de 24 meses en Santa Marta. La primera esfera y el intensivo se desarrollan durante 17 días. El costo es de U$S 2.000.