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La barbería del Centro que esconde un secreto

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Tras la barbería una puerta permite acceder al bar. Foto: Gerardo Pérez

La contraseña El amante de Carlota permite acceder al sitio.

Al llegar a la calle Santiago de Chile frente a la Intendencia de Montevideo, las luces de la barbería "Barón" iluminan la cuadra. Son las 21:00 horas; adentro un hombre sentado frente al espejo observa atentamente los movimientos del peluquero. Pero ese local, muy normal en apariencia, esconde un secreto.

Al ingresar, uno se siente que está en el lugar equivocado, pero enseguida el hombre que hacía instantes estaba cortando el pelo, solicita a los recién llegados la "contraseña". El amante de Carlota, por ejemplo. Al pronunciar la consigna correcta, lo que parecía un lavatorio empotrado en una pared con azulejos blancos, se revela en realidad una puerta, que al abrirse permite ingresar a un disimulado bar de dos plantas con una cava en el sótano.

La barra con cientos de botellas de decoración es lo que primero se advierte; al costado, en un ambiente con paredes de ladrillo decoradas con posters enmarcados, se ubican las mesas y sillas de madera. A la derecha hay un living con un mobiliario más exclusivo que, de acuerdo al dueño, Alfredo Benítez, "suele utilizarse para eventos o reuniones". En el piso superior, otro salón con más mesas y en el sótano, un espacio más privado dedicado también a eventos sociales o empresariales.

El lugar tiene capacidad para 120 personas y una carta variada, sobre todo de "cócteles de autor".

"Ley seca".

Durante trece años —desde 1920 a 1933— rigió en Estados Unidos la llamada Ley Seca, que prohibía la venta, elaboración y transporte de al- cohol en el país. Como consecuencia de ello, sobre todo en ciudades como Nueva York y Chicago surgieron numerosos establecimientos donde se vendían bebidas alcohólicas de manera ilegal. Pero estos bares clandestinos, conocidos como speakeasy, no estaban a la vista sino que se escondían en la trastienda de un establecimiento legal, y se podía acceder a ellos a través de puertas secretas. Eran bares exclusivos a los que solo podían entrar aquellos que tuvieran una contraseña, que se difundía a personas de confianza, a través del "boca a boca". Una vez en el interior, los camareros le solicitaban a los clientes que hablaran bajo (de ahí el nombre "speak easy") para que en caso de que ingresara la policía al local "legal" no descubriera que detrás había un bar clandestino.

A pesar de que hace varios años que dejó de regir esa ley, algunos de aquellos lugares aún se conservan, y otros muchos, aunque no son originales de esa época, se diseñaron siguiendo la idea del bar oculto. Ese fue el caso de la barbería "Barón" y de otros que han surgido en el mundo.

Tendencia.

Ubicado en Santiago de Chile 1270 entre San José y Soriano, "Barón" abrió sus puertas en agosto de 2015. No había entonces ningún bar de esas características en Uruguay. Sin embargo, Benítez explica que es una tendencia cada vez más común en el mundo, y que sacó ideas de otros países como Argentina y EE.UU.

"Cuando empezamos a armar el bar pensamos en una temática para lo que es la fachada, la entrada del bar, y como yo soy muy fanático de las barberías clásicas decidí poner ese cartel en la fachada", explicó. Viajó a Buenos Aires para conocer "algunos bares similares".

Cuenta que por tener dos locales requirió doble habilitación por parte de la IMM para poder funcionar. La barbería abre de lunes a sábados hasta las 21:00 horas pero puede extenderse hasta las 22:00. El bar, de martes a sábados a partir de las 18:00 horas.

El hecho de que el bar no esté a la vista, según Benítez, "no juega en contra", debido a que se manejan mucho por el "boca a boca", las invitaciones y los eventos que se programan, y "las redes sociales que juegan un rol fundamental para la difusión".

Los fines de semana según el dueño, "se llena", tanto la barbería como el bar por lo que recomienda reservar con anticipación. De esa forma, también se accede a la contraseña.

Tras la barbería una puerta permite acceder al bar. Foto: Gerardo Pérez
Tras la barbería una puerta permite acceder al bar. Foto: Gerardo Pérez
Foto: Gerardo Pérez
Foto: Gerardo Pérez
Foto: Gerardo Pérez
Foto: Gerardo Pérez
Foto: Gerardo Pérez
Foto: Gerardo Pérez
Foto: Gerardo Pérez
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Foto: Gerardo Pérez
Foto: Gerardo Pérez

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