La jueza Patricia Rodríguez condenó a 20 años de prisión a un hombre que participó, con otros tres adolescentes, del asesinato de un menor de 15 años frente a su familia en la Cruz de Carrasco. El acusado, que al momento de los hechos tenía 18 años, se paró en la puerta del dormitorio y permaneció armado, "impidiendo con su cuerpo que nadie entrara o saliera del lugar", sostiene la sentencia a la que accedió El País. Otro adolescente, que fue el que mató a la víctima, se fugó del Instituto Nacional de Inclusión Social Adolescente (Inisa) semanas atrás.
El crimen tuvo lugar el 13 de diciembre de 2023. Los cuatro jóvenes —los tres adolescentes y el adulto condenado —habían estado toda la tarde merodeando la zona de la casa de la víctima. Lo estaban esperando, pero como él nunca salió, irrumpieron en la vivienda pasadas las 11 de la noche. Llevaban la cara cubierta hasta la nariz, estaban vestidos de negro y portaban armas largas y cortas. Algunos de ellos, también chalecos antibalas.
Ingresaron a la casa pateando la puerta. En el living se encontraban tres hermanos de quien sería la víctima, uno de 5, otro de 7 y otra de 17 años, quien estaba junto a su hija de 12 meses. Su objetivo estaba en su cuarto, pero al notar que habían irrumpido en su vivienda fue corriendo hacia el dormitorio de su madre, donde fue ejecutado de varios tiros.
Eso ocurrió frente a su madre y otra de sus hermanas, de 7 años. El condenado por la jueza Rodríguez permaneció armado en la puerta del dormitorio, asegurando que todo saliera como había sido planeado. Los otros dos adolescentes permanecieron en el living amenazando a los otros familiares.
"Como se dijo por las partes es cierto que (el acusado) no disparó, pero ingresó violentamente a la finca, y quedo armado en la puerta de un dormitorio que es contiguo a la comisión de los hechos, impidiendo con su cuerpo que nadie entrara o saliera del lugar, que es donde encierran a (la víctima) y donde le dan muerte como lo probó Fiscalía, por lo cual su participación fue fundamental", valoró la jueza que, como pedía la Fiscalía, lo condenó por la coautoría del homicidio y por el delito de violación de domicilio.
La Fiscalía de Homicidios de 2° Turno —que estuvo representada por Mirta Morales e Isabella Pioli— había pedido que la Justicia lo condenara a 22 años de prisión. La defensora del acusado, Natalia Correa, había dicho ante la jueza que su cliente "desde temprana edad ha estado sumido en situaciones de violencia y presenciando actos delictivos, y como consecuencia de ello no tiene una capacidad de discernir y de tomar decisiones correctas, esperables y aceptables para la sociedad". En ello fundamentó su solicitud de que le impusiera una pena más baja y recordó que a los adolescentes le impusieron penas de 4 y 6 años, cuando la máxima que se puede imponer a menores de edad es de 10 años.
Finalmente, la jueza Rodríguez lo condenó a 22 años de cárcel. Valoró especialmente la gravedad que significa que allí hubieran estado presentes menores de edad —considerada agravante muy especial, según el Código del Proceso Penal—, pero tuvo en cuenta la atenuante de la confesión. En medio del juicio el acusado leyó un texto escrito a mano en el que reconocía haber participado y pidió disculpas.
Al momento de este homicidio, en la Cruz de Carrasco estaban en conflicto dos bandas que eran facciones de una misma familia. Los líderes de cada una, eran parientes entre sí, según surge de la sentencia de la condena de uno de los adolescentes. Pero en esa guerra había una máxima: la familia no se mata. Es decir, no se agredían entre familiares sino entre sus aliados.
Las bandas se conocían por los apellidos. Una de ellas llevaba el de un adolescente que participó del homicidio y que es apodado "Jonita", a quien la víctima ya había acusado por un disparo que había recibido antes. La otra, la lideraba su tío, un adulto de unos 40 años que durante un tiempo protegió a la víctima y que ahora está preso por tentativa de homicidio. El menor de edad fue asesinado el día en que este líder fue detenido.