PARIS - El plástico venezolano Jesús Soto, fallecido en París a los 81 años de edad, marcó un hito en el arte del siglo XX con una obra basada en la convicción de que tomar conciencia de "lo inmaterial es atravesar la última etapa hacia lo absoluto".
Jesús Soto falleció el 14 de enero en París, pero su muerte sólo fue conocida el miércoles por la noche, después que fuera enterrado en el cementerio parisino de Montparnasse.
Soto es autor de una "obra que cambió el discurso de la pintura y que marcó a las jóvenes generaciones. Fue uno de los pilares del arte del siglo XX", en palabras de otro gran artista venezolano, Carlos Cruz-Diez, amigo de Soto y una de las pocas personas que asistieron a su sepelio, celebrado en la intimidad familiar en París, donde el artista falleció el 14 de enero.
Jesús Rafael Soto nació en Ciudad Bolívar el 5 de junio de 1923. Tenía 19 años cuando ingresó a la Escuela de Artes Plásticas de Caracas y 24 cuando fue nombrado profesor en Maracaibo. En 1950, a los 27 años, decide dejar su Venezuela natal e instalarse en París.
En la capital francesa se ganó la vida primeramente tocando la guitarra y cantando en los bares de Saint-Germain-des-Près, mientras proseguía su inquietud de búsqueda en el campo de las artes plásticas.
Influenciado por Mondrian, Soto sobrepasó rápidamente la abstracción geométrica, convencido de que todo lo estático es falso y que la pintura debe reflejar la vida, en la que no hay nada en reposo.
Esa percepción de la movilidad, de lo inestable, lo llevó a trabajar en superposiciones de superficies y colores para lograr efectos de movimiento, de vibración. El efecto cinético de sus obras es fascinante, quien las mira las ve moverse, evolucionar, transformarse.
En 1955 participó en la exposición Movimiento, organizada en la Galería Denise René, quien desde entonces se ocupa de sus obras.
La galerista, que conoció a Soto poco después que éste llegara a París, manifestó a la AFP su dolor por la muerte del artista, que -dijo- hizo un "aporte esencial al arte contemporáneo, con una obra única en su género".
"Su condición de músico hacía que hubiera un paralelo entre la música y su trabajo plástico. Las cuerdas de su guitarra se compenetraban con las líneas de su obra plástica".
"Era un gran artista sensible pero también disciplinado y un hombre con una gran dignidad", agregó Denise René.
En la exposición Movimiento, Soto presentó "Espiral", su primera estructura cinética. Dos espirales superpuestas y separadas por unos centímetros. La obra, en movimiento constante, diluye las formas y se hace y deshace en función del movimiento del espectador. "Es a partir de ahí, que encontré mi lenguaje", diría después Soto.
En los años 60 incorporó sus vibraciones a esculturas metálicas, como el "Mural" compuesto de desechos metálicos pintados de negro. En 1967 creó la primera obra de la serie "Penetrables", instalaciones de tubos de plástico a través de los cuales el espectador se siente en un espacio mágico. Obras que pudieron admirarse en el Museo de Arte Moderno, en el Grand Palais y el Centro Pompidou de París.
Jesús Soto fue objeto de una gran retrospectiva en Berna en 1968. En 1973 fue inaugurado el museo de arte moderno que lleva su nombre en Ciudad Bolívar. Nuevas exposiciones retrospectivas fueron organizadas en Guggenheim de Nueva York en 1974 y en Madrid en 1992. En 1996 fue invitado de honor de la Bienal de Sao Paulo.
Fue laureado en 1960 con el Premio Nacional de Pintura de Venezuela, y en 1995 con el Gran Premio Nacional de Escultura de Francia.
Su última retrospectiva fue inaugurada en 1997 en el Jeu de Paume de París, y viajó luego a Alemania, España, Noruega, Brasil, Colombia, Argentina y Venezuela.
"Verdadero desafío a la imaginación, sus obras, expuestas en el mundo entero, son una llamado a liberar las líneas y las formas de la prisión de la mirada y de las apariencias", dijo de él este jueves el ministro francés de Cultura y Comunicación, Renaud Donnedieu de Vabres, al rendir homenaje al "gran artista visionario".
AFP