Inteligencia artificial: máquinas pasaron a elaborar hipótesis

Ciencia. De la recopilación de datos a descubrir avances por su cuenta

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EL PAÍS DE MADRID | J. SAMPEDRO

¿Cuándo deberemos considerar inteligente a un ordenador? ¿Cuando lo parezca? Ese es el famoso test de Turing para máquinas presuntamente pensantes, formulado en los 50 por el matemático Alan Turing.

Pero a todo el mundo le parecían inteligentes los jugadores de ajedrez hasta la aparición de Deep Blue. Y que este ingenio de IBM igualara a Gary Kaspárov ha hecho más por empeorar la imagen de los ajedrecistas que por mejorar la de los ordenadores.

Sin embargo, las máquinas ya hacen ciencia en varios sentidos. Un especialista en cáncer no podría seguir la literatura relevante para su campo ni aunque no hiciera otra cosa en todo el día: ahora mismo son dos millones de papers (artículos en revistas científicas revisadas por pares) y 200 millones de webs. Los ordenadores llevan tiempo siendo esenciales para analizar datos.

Pero los nuevos programas utilizan los avances de la inteligencia artificial y empiezan a trascender del análisis a la hipótesis. Las máquinas sí pueden leer toda la literatura relevante, y la integran con los datos experimentales, buscando pautas y relaciones lógicas.

Los científicos han utilizado estas ayudas computacionales en la investigación de fármacos, la asignación de funciones a los miles de nuevos genes que salen a diario de los secuenciadores de ADN, la identificación de todos los elementos de una ruta de reacciones metabólicas y la detección de inconsistencias lógicas en un argumento.

Los ordenadores ya se hacen preguntas como: ¿qué idea no se les ha ocurrido a los especialistas en este campo? A veces el concepto clave está en otra disciplina científica distinta. Los últimos programas utilizan los avances de la inteligencia artificial para formular nuevas hipótesis sobre el sistema.

"No hay duda de que la imaginación científica puede basarse en lógicas aparentemente externas a la ciencia", responde en una entrevista por correo electrónico el sociólogo James Evans, de la Universidad de Chicago. "Nuestras mentes son sistemas semipermeables, y la investigación psicológica y social indica que es muy probable que tome patrones prestados de la política y la religión, de la estructura física de su entorno, de sus pautas de acción, de sus metáforas y compromisos culturales. Esto hace posible para los científicos considerar de forma fructífera una amplia gama de patrones".

Evans y su colega Andrey Rzhetsky publican en el último número de Science un análisis titulado Machine science (ciencia de máquina), que sostiene que los ordenadores van a generar pronto "muchas hipótesis útiles con poca ayuda de los humanos". La especialidad académica de Evans es investigar cómo la lógica institucional y sus redes con la industria y el gobierno conducen a una evolución desigual de la frontera y los beneficios de la ciencia.

"La generación de hipótesis por ordenador", dice Evans, "invita a los científicos a reconsiderar su filosofía de la ciencia: ver cuáles son las reglas de descubrimiento más fructíferas, y explotarlas a fondo si son robustas. Van a cambiar el papel del científico de buscar relaciones concretas a buscar cuáles son los métodos de descubrimiento más fructíferos, los que podrían revelar automáticamente dichas relaciones concretas".

¿Cómo puede una máquina encontrar una pauta que no está buscando? "Hay dos clases de generación automática de hipótesis", responde. "El primero supone una lógica preestablecida de los conceptos y las relaciones dentro de un campo concreto. El científico conoce el patrón que busca (por ejemplo, un gen se activa o inhibe otro), y luego usa la computadora para ayudarle a rastrear a través de una gran base de datos en busca de descubrimientos", agrega.

Un robot programado por Ross King, de la Universidad de Gales, resuelve rompecabezas con la misma eficacia que los mejores licenciados humanos en biología y ciencias de la computación. Basta suministrar al robot los reactivos, las 25 cepas mutantes y unos conocimientos básicos sobre el metabolismo de las levaduras para que la máquina descubra la función de los 25 genes.

"Huelga decir que ese enfoque puede descubrir muchas cosas nuevas", admite Evans, "pero por lo general es algo que los investigadores ya estaban buscando. Hay, sin embargo, un segundo tipo de generadores automáticos de hipótesis. Las estrategias de este segundo tipo han supuesto el descubrimiento o invención de conceptos nuevos de alto o bajo nivel.".

Evans explica que los nuevos conceptos trabajan juntos por la integración en un sistema más amplio. Los programas actuales pueden identificar la estructura de cualquier conjunto de cosas.

En patología y epidemiología, los nuevos programas son muy útiles para restringir drásticamente el número de hipótesis viables sobre la causa de una enfermedad o la evolución de una epidemia.

Evans ve más interesantes "los enfoques automatizados para el descubrimiento de nuevas relaciones, a veces en forma de ecuaciones. Estos sistemas revelan las complejas relaciones que hay entre los elementos dentro de un sistema. Estos enfoques empiezan rastreando al azar las relaciones posibles, pero luego restringen las que deben considerarse más a fondo a aquellas relaciones que integran todo el sistema físico, biológico o social. Creo que el descubrimiento computacional de nuevos conceptos y relaciones puede permitir a los científicos descubrir algo incluso cuando no lo están buscando".

El año pasado, la Asociación para el Avance de la Inteligencia Artificial reunió a una élite de científicos de la computación para discutir la necesidad de poner límites a la investigación en inteligencia artificial y robótica. Una de sus preocupaciones es que puedan conducir a la pérdida de control humano sobre las máquinas. Otra preocupación es, precisamente, que el avance de la inteligencia artificial transforme de modo drástico el mercado laboral, dado que los robots ya no solo se encargan de tareas rutinarias, como las cadenas de montaje, sino también de quehaceres intelectuales como la ciencia.

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