Hubo euforia al paso del Presidente

| Camino a Plaza Independencia, el nuevo mandatario bajó del auto y habló con familias de desaparecidos

Tabaré Vázquez y Rodolfo Nin Novoa en un Ford T el día en que el Frente Amplio asumió el poder por primera vez. Foto: Archivo El País.
Tabaré Vázquez y Rodolfo Nin Novoa en un Ford T el día en que el Frente Amplio asumió el poder por primera vez. Foto: Archivo El País.

Fueron 60 minutos de euforia. A las 16.00, Tabaré Vázquez y Rodolfo Nin Novoa salieron ayer del Palacio Legislativo y se subieron a una reluciente Ford T de la década del 20 para iniciar el trayecto que une el Parlamento con la Plaza Independencia. A su paso, recibieron gritos, manos levantadas, y lágrimas.

El presidente y vicepresidente apenas recorrieron pocos metros en el viejo vehículo y subieron a una 4x4 Cimarrón de la marca india Mahindra, fabricada en Uruguay.

A paso de hombre y durante la hora que duró el recorrido, la camioneta permaneció rodeada del equipo de seguridad del presidente. Delante y detrás, el cuerpo montado de Blandengues.

Ante la inexistencia de vallas (salvo en el inicio del recorrido) unos 100 militantes de izquierda —vestidos con remeras blancas—, hacían de valla humana para evitar que el público avanzara a la calle, mientras coreaban cánticos.

Es que miles y miles de personas llegaron ayer a Avenida Libertador y a 18 de Julio para ver al nuevo presidente. Hombres y mujeres, niños y abuelos, con pancartas, banderas, y cámaras de foto hacían todo lo posible por estar bien cerca de Vázquez.

"Taba, Taba", "Uruguay, Uruguay", y el clásico "Si este no es el pueblo, el pueblo dónde está", se escuchó en el centro de Montevideo. El presidente —siempre sonriente— respondía los saludos con las dos manos y levantaba el pulgar.

Desde arriba de los edificios tiraban papelitos y saludaban desde los balcones, al tiempo que explotaban los petardos y se escuchaban tambores. En la misma calle, un ciego seguía el paso del nuevo presidente ayudado por su bastón y por un amigo, y un perro tenía atada una bandera del Frente Amplio.

El único momento fuera de protocolo ocurrió cuando el auto presidencial pasó delante de la iglesia de la Aguada, donde estaban unos 30 familiares de detenidos desaparecidos con pancartas. Vázquez descendió del vehículo y dialogó con los manifestantes durante no más de uno o dos minutos.

Si bien se vivieron algunos instantes de pánico cuando la gente invadía la calle o cuando algunos caballos del cuerpo de Blandengues perdían el control, en general primó la alegría, que a veces se transformaba en llanto. Como le sucedió a una mujer, que no podía contener las lágrimas y decía: "Fueron 30 años de espera por los que no están, por los que se tuvieron que ir, y por los que estamos acá".

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