Helados de Arlecchino: ese "qué sé yo" artesanal y a buen precio

De culto. Matrimonio italiano se instaló hace 14 años en Punta del Este

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PUNTA DEL ESTE | ANDRÉS ROIZEN

La heladería Arlecchino comenzó como el sueño de un matrimonio de italianos y hoy es un lugar de culto en Punta del Este. Desde que abre hasta que cierra el local está lleno de gente que busca un helado artesanal a un precio por debajo del promedio.

El crucero partía en pocos minutos y la mujer desesperada le hacía señas al marido para que abandone la fila. El hombre, obstinado, decía que no podía irse de Punta del Este sin probar un helado de Arlecchino.

Y eso pasa porque el lugar es casi un vicio para los clientes, aunque Angelo y María Teresa ni se lo hayan imaginado cuando empezaron con la heladería.

Llegaron hace 14 años desde Italia para trabajar junto a un pariente que había abierto una heladería en Uruguay. Luego, Angelo se hizo cargo del comercio y decidió enfocarse únicamente en Punta del Este.

Primero estaban ubicados en la acera de enfrente a donde están hoy, al final de Gorlero, entre la 19 y la 21. "No vendían nada ahí, tenían unos helados azules rarísimos, muy europeos, distintos", cuenta Juan, un cliente que vio el camino recorrido por la pareja de italianos que habla poco español.

Dos años después, Angelo y María Teresa se instalaron al otro lado de la calle y ampliaron el abanico de sabores. Ahí, en el único local de Arlecchino del país, comenzaron con algunos gustos que hasta hoy son los grandes recomendados de la casa y se venden sin pausa.

El montebianco, que es de crema con galletitas y dulce de leche, el gianduia (uno de los más vendidos) con chocolate suave y crema de avellanas y el arlecchino, "el de la casa", que es de chocolate con bizcochuelo y mermelada de naranja, se destacan entre otras opciones.

"Se transformó en un punto de referencia de Punta del Este, impusieron sabores distintos, pero también le dieron un perfil bien uruguayo", agrega Juan.

Marcos es de Durazno y está sentado afuera de la heladería. Come helado en vaso y parece estar cansado. "Nos hizo caminar diez cuadras para comer acá, pasamos por varias heladerías pero dijo que teníamos que probar los de Arlecchino", dice Marcos sobre su amigo que deleita otro helado a su lado.

Juan, el amigo, que es de Río Negro, dice que los probó el año pasado y que son los mejores de Punta del Este.

En eso coincide Jaime, un veterano que llegó solo y pidió un cono de dos sabores ($60). "Son los mejores, siempre como acá, en otro lado ni pruebo", dice mientras compra, y agrega: "Del precio ni hablar".

LAS CLAVES. La calidad nace en la preparación artesanal que le da a los helados don Angelo en la pequeña fábrica que tiene en Maldonado. Desde ahí abastecen a la heladería dos o tres veces al día en temporada alta.

El precio es el otro distintivo de Arlecchino y resulta un motivo repetido cuando los clientes buscan una explicación de por qué compran en ese lugar.

Un cono de un sabor sale $50, el de dos gustos vale $60 y el de tres $70, cerca de la mitad de lo que salen en cualquier otra de las decenas de heladerías que hay en la península.

¿La competencia? "Ellos hacen su trabajo y nosotros el nuestro", cuenta la cajera que hace dos años que trabaja ahí.

Ella dice que ofrecen un producto diferencial y opina que la apertura de varias heladerías en la zona no generó una caída en las ventas "ni mucho menos".

En el horario en que la gente vuelve de la playa y hasta después de la hora de la cena, la fila es casi constante en la heladería, aunque la atención es ágil, señalan los clientes.

En Arlecchino no dejan de sorprenderse con el éxito que tienen sus helados entre la gente y esta temporada tuvieron nuevas muestras de eso. Mientras le cobra a la gente que no para de entrar sobre las 17 horas, Adriana cuenta con asombro que el domingo, mientras llovía, la fila se mantuvo y fue de unos seis metros al aire libre.

El horario es de 12 A.M. a 2 de la mañana, pero a veces hasta las 4 no logran cerrar porque siguen entrando clientes. Días atrás, en tanto, sí tuvieron que cortar antes de hora, pero esta vez porque se habían quedado sin stock tras la ola de ventas.

Si bien en la heladería no tienen una cifra exacta, estiman por los números dados que hay al menos 1.000 clientes diarios.

Natalia y Brian son de Buenos Aires y confiesan que día por medio comen en Arlecchino. Afirman que vale la pena hacer la fila y que tampoco supone mayores demoras. "La calidad supera a las otras heladerías, el precio es ampliamente mejor y la limpieza es óptima", resume la pareja de argentinos.

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