Cuando el ser humano pierde repentinamente importantes elementos de "sostén" en su vida como por ejemplo: la cultura propia, la familia, los amigos, el idioma, la posición social, la seguridad legal, etc., deben ocurrir rápidamente procesos naturales de reorganización de la personalidad. En el caso de que estos procesos de consolidación de nuevos "cimientos psicológicos" no ocurran o sucedan de una manera incompleta aparece el denominado "Síndrome de Ulises" patología recientemente descubierta por el Servicio de Atención Psicopatológica y psicosocial de emigrantes y refugiados de Barcelona.
Muchas veces las vidas de los emigrantes tienen connotaciones similares con las peripecias del mitológico Ulises quien sufrió una verdadera y constante odisea durante el tiempo que vivió lejos de su reino de Itaca.
Los afectados por el "síndrome de Ulises" sufren una combinación de estados depresivos, estrés crónico y problemas psicosomáticos, que en algunos casos pueden derivar en enfermedades mentales graves.
La dolencia podría ser causada tanto por variables externas como por ejemplo el rechazo racista o la persecución legal por la falta de "papeles" como por determinantes internos como pueden serlo la existencia previa de una personalidad obsesiva o fóbica. De todos modos en general la aparición del síndrome obedece a una combinación de factores internos y externos como por ejemplo: el emigrante con una personalidad depresiva previa que durante meses no logra a pesar de sus esfuerzos obtener un trabajo digno y que a la vez sufre un intenso aislamiento social, cuando finalmente se produce el "crac" el mismo es el resultado de la interacción conjunta de las tres causas, ninguna de las cuales hubiese podido por sí sola generar la enfermedad.
Si bien los mejores candidatos a "Ulises modernos" son los recién llegados indocumentados y sin trabajo estable, la enfermedad puede perfectamente atacar a "residentes permanentes" de años y contundente éxito económico y laboral, que recién luego de alcanzar sus metas materiales comienzan a mirar con nostalgia todas las cosas que dejaron atrás en su país natal.
Los síntomas más frecuentes que presenta este síndrome son: ansiedad, depresión, irritabilidad, temores persecutorios y problemas psicosomáticos como por ejemplo, picos hipertensivos, fatiga crónica, dolores abdominales o fiebre persistente e inmotivada. Aunque la mayoría de los casos son pasajeros y tarde o temprano evolucionan favorablemente sin ningún tipo de tratamiento, en algunas personas por diversos motivos el problema se cronifica a lo largo de los años y/o degenera en enfermedades físicas o mentales graves.
Generalmente estos pacientes son tratados desde el punto de vista psicológico con terapias tradicionales, sin embargo, los mejores resultados se obtienen con terapias psicosociales que ayudan a la persona a reorganizar lo más rápidamente posible su vida relacional, social y afectiva, logrando a la vez alcanzar un "compromiso viable" entre sus costumbres, cultura y tradición y las del país de residencia.
Llegar a concretar este delicado equilibrio entre dos culturas es una pieza clave en la curación de la enfermedad. En este sentido resulta muy adecuado y en algunos casos imprescindible la intervención de psicólogos mediadores culturales propios del país de origen, que conozcan a la perfección la idiosincrasia, las costumbres, las formas de ser, la tradición y los "ritos" y hasta el propio lenguaje y lunfardo del emigrante en cuestión.
Si desea enviar sus comentarios o sugerir temas para próximas entregas puede hacerlo ingresando a la página web www.psicologoekroth.es.fm
Psicólogo Gustavo Ekroth