PUNTA DEL ESTE | DÉBORAH FRIEDMANN
Carlos Revilla pintaba a Jean-nette, su actual mujer, décadas antes de conocerla. Dibujaba su rostro, sus cicatrices producto de un accidente automovilístico. "¿Dónde has estado? Hace 35 años que te estoy esperando", le dijo cuando la conoció.
La propia Jeannette dice que su historia de amor con Carlos es de esas que si se la contaran diría un asombrado: "Noooooo". Corría 1985 y Carlos inauguraba una exposición en Lima. Ella vivía en Suiza y él en Venecia. Jeannette fue al vernissage con una amiga. Desde que llegó sintió que los ojos de él la miraban con una fijación extraña. No como observa un hombre a una mujer que le gusta, sino con ojos aterrados, como si hubiera visto un fantasma.
Los presentaron en el evento y esa misma noche fueron a cenar con un grupo. "Me da un beso en la mano y me dice: `¿Dónde has estado? Hace 35 años que te estoy esperando`", cuenta. Ella no entendía qué sucedía hasta que Revilla le mostró su obra anterior. Allí había una mujer con su misma morfología, sus mismas cicatrices. "Era la musa de sus sueños, que estaba ahí", dice.
Desde ese entonces, Carlos y Jeannette son pareja y ella es la musa de sus obras. Conocieron Punta del Este hace unos cinco años cuando el artista participó de la exposición "Arte Arte". Desde entonces, pasan enero y febrero en el balneario, donde el Museo Ralli inauguró recientemente una exposición del artista. "Nos encanta Punta del Este. Es un lugar extraordinario, muy pacífico, muy bello", dice el artista a El País.
SURREALISMO. Carlos Revilla nació en Clermont-Ferrand (Francia) en 1940. Su padre era diplomático peruano, profesión que hizo que Carlos pasara su infancia y adolescencia en países de Europa, Sudamérica y Estados Unidos.
"Comencé de chico, leyendo biografía de pintores como Van Gogh, Cézanne, los impresionistas. Me parecía que la vida de ellos tenía mucho más interés que la vida de un burgués. Mi padre era diplomático y quería que yo fuera diplomático como él. Eso me hizo cambiar mi óptica. Como tenía un talento para el dibujo me dediqué a esto en serio. A mi padre lo trasladaron a Amsterdam y yo estudié allí, en la Escuela de Bellas Artes", dice.
De esa Escuela rescata el haberse encontrado con personas con sus mismos intereses. Revilla frecuentaba la biblioteca. No manejaba alemán pero sí francés y comenzó a leer autores como André Breton. Fue así que ingresó al mundo surrealista a través de la Literatura. "Hice todo tipo de experiencia, impresionista, cubista, probé todas las técnicas. Y poco a poco fui quedándome con lo que me interesaba, con el surrealismo", cuenta.
En 1965, pocos años después de terminar la Escuela se mudó a Cadaqués. Conoció al capitán John Peter Moore, secretario de Salvador Dalí, y le pidió que le presentara al artista. "Me cayó muy bien, nos caímos muy bien. Me dijo: a las seis de la tarde yo dejo de pintar, vente, abrimos un champagne y conversamos y hablamos de todos los temas que tu quieras. De vez en cuando me llevaba a Barcelona. Íbamos con su mujer y algunos amigos a visitar night clubs en los que él entregaba alguna obra. O si no íbamos a comer en esos restaurantes al borde del mar. Después lo volví a ver en París y después ya lo perdí de vista", recuerda.
REALISMOS. El regreso de Revilla a Perú y el haber conocido a Jeannette, con quien tiene dos hijos, provocaron un cambio en su pintura. "Porque uno refleja un poco sus experiencias. Yo no puedo pintar cosas que no he vivido, que no conozco", afirma. Jeannette, dice, se ha vuelto "el centro" de sus obras. "Para mí es la mujer ideal porque representa un ideal de pintura, un ideal de mujer a través de la pintura clásica", dice. Ella interrumpe, entre risas: "No me miren, que está hablando de mí hace muchos años".
Otro tema central en su pintura es el taller de Diego Velázquez, a quien considera uno de los "grandes" del arte. Lo cautivan Las meninas - "un cuadro fascinante, muy misterioso- e intenta crear historias en que "Las meninas están con Velázquez pero en otras situaciones, distintas a las que él las ha pintado".
El tango también ha ingresado a su obra, aunque lateralmente, por ejemplo en un detalle de una pareja bailándolo. Eso responde, cuenta, a que Carlos y Jeannette viven entre Buenos Aires y Lima y ella aprendió a bailarlo.
Revilla ha recibido a lo largo de su carrera premios como el Ramazzotti en Milán y el Prix Europe de Ostende, expuso en la mayoría de los países de Europa y América Latina y fue invitado a participar tres veces en la bienal de Venecia.
Al artista no le es sencillo definir su obra en la actualidad. Cuenta que pasa de una cosa a la otra; trabaja en 15 o 20 obras a la vez.
"Hago dibujos. Ese es el trabajo más creativo de todos, la idea. Ese dibujo lo guardo un tiempo. De repente lo saco y veo si todavía sirve, si todavía me cautiva, lo transformo en una acuarela y después en óleo. No tengo una línea totalmente encasillada en un solo tema. Me abro a todas las experiencias que puedan surgir, tanto técnicamente como a los temas que pueda apuntar", señala.
El Museo Ralli recibe a 30.000 visitantes en cada temporada
Cada verano el Museo Ralli recibe un promedio de 30.000 visitantes. De ellos, una proporción significativa son turistas que llegan a Punta del Este en crucero. De los restantes, la mayoría son argentinos, seguidos por uruguayos, brasileños y paraguayos, informa Serrana Prunell, directora del museo a El País.
Para esta temporada el Museo Ralli inauguró dos muestras: del franco peruano Carlos Revilla y del argentino Daniel Kaplan.
Además, estrena su sala audiovisual. "La idea es pasar videos de los artistas, donde ellos mismos, cuando es posible, expliquen su obra para que el público pueda entender un poco más cómo se llega a esa obra, por ejemplo", explica Prunell.
Quienes vayan al museo encontrarán también otras dos muestras temporarias inauguradas el año pasado, una de 24 grabados originales de René Magritte y otra de mitología griega. Ambas estarán hasta el fin del verano.
Fundada por Harry Recanati, la Organización Ralli fue la primera en el mundo en establecer museos en varios países. Actualmente hay cinco, incluyendo al de Uruguay. Los restantes están en Marbella, Santiago de Chile y dos en Caesarea, Israel.
En uno de esos museos en Israel se exhibe actualmente la muestra Figari, Sarlós y el ritmo uruguayo. Es la exposición más importante de arte uruguayo en Israel desde la fundación del Estado judío, según señala en el catálogo el embajador de Uruguay en Israel, Bernardo Greiver.
El Ralli de Punta del Este está ubicado en Beverly Hills y está abierto de 17 a 21 horas de martes a domingo, con entrada libre. "Destacaría no una obra en particular, sino que en el museo está la posibilidad de ver la pintura latinoamericana en su conjunto. Hay obras de todos los países de Latinoamérica, con los referentes contemporáneos más importantes de cada país", resume Prunell.