CESAR BIANCHI
Unas 150 personas concurren por día al departamento de Préstamos Pignoraticios del Banco República (Brou), ex Monte de Piedad. Cincuenta van por un préstamo, entre 30 y 40 por compra-venta y el resto por renovaciones, rescates y tasaciones de joyas en general. Dejan como garantía del dinero que van a buscar para cubrir necesidades impostergables pulseras, anillos, relojes y hasta prótesis dentales de oro. Desde hace ocho años ya no se aceptan "objetos varios"; sólo oro y platería criolla.
Antes, algunos muy necesitados recurrían al mecanismo de comprar un televisor color a crédito para luego dejarlo como garantía en la Caja de Préstamos Pignoraticios y así obtener dinero en efectivo. No en balde el lugar era también denominado Monte de Piedad: allí llegaban muchas personas para dejar, como último recurso, a cambio de dinero y con la vaga esperanza de rescatarlo luego, algunos de sus efectos personales más queridos o valiosos. Así llegaban objetos de todo tipo, los que cuando no podían ser rescatados por sus dueños terminaban en el remate. Hoy sigue siendo así, aunque algunas cosas han cambiado. El Banco República es el único habilitado para empeños. Hasta 1996 se aceptaban prendas de vestir —muchos abrigos de piel—, armas y electrodomésticos. Desde entonces sólo admiten alhajas de oro. "El oro no pierde valor. Es la propia garantía. El oro ya tiene un precio fijo internacional", dijo Sergio Rodríguez, de 48 años, gerente del departamento de Préstamos Pignoraticios del Brou.
El banco otorga préstamos y también compra oro. Incluso, extraodinariamente tasa oro u otros metales, entregando documentos certificados de la tasación a cambio del 1% de lo tasado. El Brou acepta un mínimo de 10 gramos de oro, unos $ 1.000 de préstamo.
Según confirma Rodríguez, viene gente "de todo tipo". "Algunos vienen a dejar oro porque quieren hacerse un viaje al exterior, otros, en cambio, necesitan hacerlo para comer ese mismo día", relata.
Algunos utilizan al banco como un "cofre-fort" y prefieren pagar los magros intereses con tal de tener las alhajas al cuidado del Estado y no a la merced de ladrones en su propia casa.
PROCEDIMIENTO. Cuando llega el cliente con una alhaja con oro, los tasadores certifican la fidelidad del material así como su valor. Luego le ofrecen un préstamo renovable a tres meses. Puede renovarlo hasta cuatro veces, por lo que dejará su pieza en garantía hasta 15 meses en el departamento. Si no paga la renovación a los tres meses, el banco está en condiciones de rematar la pieza empeñada.
Luego de tasada la joya, el cliente se lleva el 33% del valor de la misma, y debe ir renovando el préstamo trimestralmente, o bien pagar el dinero prestado y hacerse nuevamente de la pieza empeñada. Debe pagar el préstamo más los intereses.
Los intereses son del orden de 36% anual efectivo (es variable, por lo que actualmente son unos 4,8% por mes). "Es la tasa más baja de los préstamos en plaza", dijo Rodríguez. Es lo que el Banco República llama "crédito social"; un préstamo que no necesita firmas solidarias, y el interesado se lleva en el momento.
"Antes, cuando aceptábamos ‘objetos varios’, venían hasta con cañas de pescar y martillos o herramientas mecánicas", apunta el jerarca.
TASADOR. Julio Martínez (47) trabaja todos los días en contacto con el oro. Sin embargo, no es una persona envidiada. Amén del oro, también trabaja con lupas, limas, ácidos para probar los materiales, calibres para medir los brillantes "y buena luz".
La alhaja se pesa, se calibra y finalmente se tasa, de acuerdo a los precios internacionales de la "onza troy". Una onza troy son 31,17 gramos de oro, y cuesta U$S 385.
Martínez es el jefe de tasadores del departamento de Préstamos Pignoraticios del Brou. También es tallador de piedras preciosas. Los que quieran trabajar como tasadores, como Martínez, deben estudiar en la UTU cursos para ser joyeros. El estudió genología (estudio de las piedras preciosas o gemas) en Buenos Aires.
"Acá vienen con joyitas de diferentes tendencias: prendedores, gemelos y anillos art decó, art nuveau, o de principios de siglo", sostiene Martínez. Entusiasmado con la materia prima de su tarea, dice que ninguna tendencia tiene más valor que otra, sino que todas tienen su particularidad que la hacen bella.
Hace unos meses le trajeron un pentantiff —una cadena dorada con un colgante y piedras preciosas insertadas— de cuño francés y de los años ’30. "Era un gran trabajo de orfebrería, en oro con pequeños diamantes", dijo. Se tasó en U$S 5.000. Según él, piezas más antiguas de principios de 1900 pueden llegar a tasarse en U$S 500 o menos.
"Ese pentantiff llevaba un trabajo (de orfebrería) de un mes. Sin embargo, hoy un joyero te puede hacer 50 por día de esas cadenitas con una virgen en el centro. Con el molde es fácil reproducirlas", compara.
Otro servicio que brinda el banco es garantizar la valía de la joya. Suele requerirse en casos de sucesión, o bien para la Aduana o juzgados. El departamento bancario calibra y tasa el material, y luego le entrega al interesado un recibo oficial que certifica la legitimidad de la alhaja. El Brou sólo cobra el 1% de lo tasado.
No sólo el departamento de Préstamos Pignoraticios del banco se dedica al negocio de la compra y venta de oro. Tanto por la avenida Uruguay como por Julio Herrera hay muchos locales abocados al ramo. Curiosamente, pocas de esas casas acpetan dialogar sobre su actividad.
Hugo Alfonso (61) trabaja en la casa de compra y venta de oro y alhajas de Julio Herrera al 1483. Según Alfonso —que aceptó hablar escuetamente— van pocas personas a ese tipo de casas: "unas ocho por día, más otros tantos que vienen con (cadenitas) ‘fantasía’, pero no las tomamos".
"Nosotros nos fijamos a cuánto está la ‘onza troy’ en el mercado internacional y ofrecemos un poco más que el banco. Vemos en la pizarra la cotización oficial, o mismo vamos a una casa de cambio, y ofrecemos un poquito más, a riesgo de ceder algo de ganancia", dijo Alfonso.
Esas ocho visitas diarias suelen llevar pulseras, relojes y cadenitas, generalmente con oro de 18 kilates o menos ("oro bajo"). Alfonso está asombrado porque la mayoría de su clientela suele venir de localidades y balnearios de la periferia de Montevideo. "Vienen del solar tal, y manzana cual", dice.
"Nosotros le damos el precio oficial del oro a la gente. Le damos la seguridad al cliente de lo que le decimos es verdad, y lo damos certificado. En los demás comercios no sé", dijo en tanto, Sergio Rodríguez, gerente del departamento de Préstamos Pignoraticios del Brou. "Ellos mismos son clientes nuestros", agregó.
REMATES. Un miércoles de cada mes se hacen los remates de todas las piezas retenidas por el banco. Pasan a remate luego que sus propietarios no pagaran los intereses del préstamo otorgado. También ponen a remate las joyas compradas por el banco. Comienza a las 14 horas y dura unas dos horas. Suele haber un promedio de entre 100 y 150 piezas en cada subasta. El lunes y martes previo se hace la exhibición de las alhajas, de 13 a 18 horas.
Los remates, en Julio Herrera y avenida Uruguay, son dirigidos por funcionarios propios del Banco República. La platea está conformada por joyeros, gente del rubro, particulares de buen poder adquisitivo, y herederos de piezas perdidas que las quieren recuperar por su valor afectivo, o económico.
Liberadas de las vitrinas en que son expuestas antes del remate, las alhajas y el oro vuelven a lo que parece ser su destino esencial: volver al mercado, pasar de mano en mano y estar siempre entre la ilusión y la angustia.