Dolores Torrado
Pediatra de UCM
Los niños al nacer cuentan en su faringe con un tejido delgado de tipo linfoide espeso, de unos 4 milímetros de grosor, que forma parte de la amígdala faríngea o anillo de Waldeyer. Dicha formación va aumentando de tamaño a medida que el niño crece, y alcanza su máximo desarrollo entre los cuatro y los siete años de edad. Lo que se reconoce como "vegetaciones adenoideas", son el resultado de la hipertrofia patológica de esta estructura, especialmente a nivel del segmento dorsal del citado anillo. Luego de los siete años, la amígdala faríngea regresa progresivamente para desaparecer en forma total en el adulto. Sin embargo, luego de sufrir un crecimiento patológico (hipertrofia amigdalina), puede permanecer de tamaño aumentado, llegando incluso a desbordar la línea media. En estos casos, el estudio microscópico demuestra que la amígdala está conformada no sólo por tejido linfoide sino por tejido fibroso, pudiendo advertirse también en su seno estructuras cavitadas, a modo de pseudo-quistes.
Las vegetaciones adenoideas están ricamente irrigadas, fundamentalmente por la arteria faríngea ascendente, y cuentan con una importante red venosa, por lo cual suelen sangrar abundantemente durante la intervención quirúrgica que realiza su extirpación (amigdalectomía).
Las vegetaciones adenoideas conforman un cuadro clínico llamado "adenoidismo", que causa problemas mecánicos como es la obstrucción nasal posterior; y problemas infecciosos, a partir del foco amigdalino, crónicamente inflamado. La obstrucción nasal posterior hace que los niños respiren por la boca durante las noches, o en todo el día. Si el agrandamiento amigdalino es muy importante puede producirse una insuficiencia respiratoria crónica. La infección continua y reiterada a punto de partida amigdalino se asocia frecuentemente con otitis medias agudas, y a veces a otitis serosas crónicas, que pueden ser causa de deficiencias auditivas. También pueden complicarse con infecciones respiratorias bajas, como laringo-traqueo-bronquitis. Cuando los padres advierten en el niño una respiración bucal, ronquidos nocturnos, o babeo, deben consultar al otorrinolaringólogo.
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José Mazzini 2957
¿Puede haber complicaciones?
Los trastornos de la coagulación sanguínea contraindican la intervención quirúrgica, pero aun con una crasis sanguínea normal, la hemorragia puede ser una complicación observada en forma inmediata o tardía, que será controlada por el otorrinolaringólogo tratante.
¿Cómo se estudian?
Para el diagnóstico es fundamental la visualización del "cavum", el espacio retro-faríngeo en el que desembocan las fosas nasales. La visualización de la nariz en su sector anterior suele ser normal; en cambio la rinoscopía posterior es la que permite comprobar si hay vegetaciones.
¿Cuándo se deben operar?
Se plantea la cirugía llamada amigdalectomía si las complicaciones respiratorias tanto altas como bajas son reiteradas y prolongadas, fundamentalmente las otitis. También está indicada la intervención si existiese una obstrucción nasal importante.