Siempre es bueno insistir en el hecho de que una obra de arquitectura o de decoración debe contemplar un plan de iluminación muy bien pensado desde el inicio mismo del proyecto: no se trata de completar el esquema con un par de lámparas "robadas" de otros ambientes o compradas a las apuradas.
Si pensamos en un espacio de trabajo, lo primero que debemos considerar es que, a diferencia de otros ambientes, allí el uso de la luz no solamente es prioritario sino porque, en general, será sostenido durante un gran número de horas. Aunque también puede ocurrir que no lo sea, por lo que la pregunta inicial debería ser: ¿cuántas horas pasaré allí? ¿Diez horas diarias? ¿Tres?
Pensando en esas variables, el arquitecto Luis A. Guarnera hace especial hincapié en el uso racional de la energía. "Es fundamental, como primera medida, aprovechar al máximo las entradas de luz natural. En segundo término, lo aconsejable es elaborar distintas secciones de luz artificial, para limitar el consumo a lo estrictamente necesario en cada momento", explica.
Tomemos como ejemplo un espacio de 5 x 3 m. Imaginemos que en uno de los extremos del cuarto se coloca una gran biblioteca y que, en el opuesto, ubicamos una larga mesa -sobre la que colgarán estantes- con dos puestos de trabajo y sendas computadoras. El espacio libre que queda en el centro, por su parte, se puede aprovechar para poner un escritorio individual y una pequeña mesa de reuniones.
Entonces, podemos decir que en este tipo de escenario clásico habrá que ubicar dos tipos de luces: la general, con cuatro puntos de luz repartidos equilibradamente en el cielo raso; y la puntual, sobre cada zona de trabajo, con artefactos que den una luminosidad de 500 lux, lo recomendado por los especialistas. También sobre el escritorio es necesaria una lámpara que nos otorgue esa cantidad de luz.
Iluminar la biblioteca es un tema doblemente importante, ya que aparte de ser necesaria cumple un rol decorativo. Por eso, una serie de lámparas halógenas reguladas en intensidad con un dimmer, será suficiente.
Cuando se planifica la iluminación, hay que ir de lo general a lo particular. Por ejemplo, necesito los recomendados 500 lux en la zona de trabajo ¿Cómo los logro? ¿Cuántos artefactos necesito? Es mejor poner varios artefactos -incluso de más- porque así se tiene la posibilidad de sectorizar aun más la zona de trabajo, lo que, a la larga, va a resultar más económico. Si se ponen pocos artefactos, es muy difícil después agregar luces sin que se note el emparche y la consecuente desproporción. Hay que acostumbrarse a preguntar cuánto consume cada artefacto.
Cuando hablábamos de aprovechar la luz natural, la propuesta no era instalar aberturas indiscriminadamente. Recordá que el reflejo puede llegar a ser no sólo molesto sino dañino para la vista. Eso lo sabe cualquiera que haya tenido que trabajar frente a una pantalla de espaldas a una ventana. (LA NACIÓN)