En base a O Globo (GDA)
La hiperhidrosis o sudoración anormal y excesiva, que no necesariamente está relacionada con las altas temperaturas, afecta la calidad de vida de quienes la padecen. En verano, las molestias pueden potenciarse, afectando a los hábitos y al día a día de las personas que padecen esta patología.
Si bien no se considera una enfermedad, dependiendo del trastorno que provoque, se recomienda acudir a un médico especialista para tratarla y así solucionar un problema que se vuelve social. En las personas que la padecen, sus principales síntomas son la ropa empapada e incluso las manos pueden gotear sudor, imposibilitando la realización de las tareas cotidianas.
Según la Clínica Mayo, “La hiperhidrosis ocurre al menos una vez a la semana, durante el día. Y la sudoración generalmente ocurre en ambos lados del cuerpo". La recomendación de ver a un médico se aplica cuando "el sudor interrumpe la rutina diaria; causa angustia emocional o retraimiento social.
El cirujano plástico y miembro de la Sociedad Argentina de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora (SACPER), Raúl Banegas, aclara que la hiperhidrosis focal primaria ocurre cuando sudamos más de lo normal, no en todo el cuerpo, sino concentrado en las axilas y/o manos y/o plantas de los pies y no tiene causa. “A veces son secundarias a otras enfermedades mucho más graves, por ejemplo, un proceso tumoral maligno”, dice.
Ciertas enfermedades y algunos medicamentos pueden desencadenar una sudoración excesiva. Por eso, “la primera recomendación comienza con obtener un diagnóstico que hará el dermatólogo, para ver el tipo de hiperhidrosis que tiene el paciente y evaluarlo”, dice Christian Sánchez Saizar, dermatólogo y miembro de la Sociedad Argentina de Dermatología.
Banegas cita un estudio realizado por la Academia Americana de Dermatología, según el cual la hiperhidrosis afecta al 2% de la población y que su versión primaria representa más del 90% de los casos. “No tiene relación directa con la temperatura ambiente, se debe al exceso de estímulos nerviosos y aumenta por el estrés emocional”, observa el cirujano plástico.
Problemas sociales
Es una funcionalidad exagerada de las glándulas sudoríparas que responden a procesos, por ejemplo nervios o calor, en exceso. La hiperhidrosis focal es más común en adolescentes y jóvenes y muchos de ellos comienzan después de la pubertad. Aunque no es una enfermedad, es un cambio con un gran impacto desde el punto de vista social.
“Conozco casos, por ejemplo, de guitarristas que no sabían tocar bien la guitarra porque se les resbalaba la mano en el diapasón del instrumento. Luego procedieron a colocar la toxina en las palmas de sus manos. Hay gente que no puede sujetar una raqueta o no puede practicar un deporte como el golf porque se le resbala la empuñadura. Pero, fundamentalmente, son personas que, si se trata de hiperhidrosis palmar, tienen mucha dificultad para dar la mano, porque la otra persona la siente fría y húmeda. Es realmente incapacitante desde el punto de vista social”, dice Banegas.
El malestar trasciende el aspecto social, ya que también puede complicar la vida profesional. “El sudor de las manos puede mojar el papel y dificultar la manipulación de los materiales, provocando vergüenza e incomodidad”, añade Sánchez Saizar.
La hiperhidrosis axilar tiene otras connotaciones sociales, no por el olor —no suele ser así— sino por la incomodidad que provocan las camisetas y camisas visiblemente empapadas de sudor. “He escuchado casos de pacientes que me dijeron que les gustaba una camiseta y compraron dos iguales. Así, iban a una fiesta con las dos camisetas, una puesta y la otra en el bolso, y en medio del evento pedían permiso para ir al baño a cambiar la que ya estaba completamente empapada por una seco”, dice el cirujano plástico Raúl Banegas.
Debido a las constantes manchas de sudor en la ropa, las personas con hiperhidrosis a menudo visten solo de negro. En el caso de afectar a los pies, la molestia sin duda se produce al calzarse los zapatos.
Tratamiento
Para solucionar el problema existen diferentes alternativas y es recomendable ir de menos a más en la complejidad de los tratamientos. En primer lugar, se recurre a la aplicación de productos tópicos, como lociones con sales de aluminio “que se utilizan en niños más pequeños antes de recurrir a un tratamiento mínimamente invasivo”, explica Sánchez Saizar.
Son productos vendidos bajo prescripción médica, los cuales deben ser revisados periódicamente por el médico especialista. “Este tipo de productos tópicos son muy utilizados en desodorantes gracias a sus efectos antitranspirantes. Las sales bloquean el conducto de sudor y evitan que el sudor se escape a la superficie de la piel. Deben ser indicados y supervisados por un médico”, destaca la dermatóloga.
Si la alternativa tópica no ha dado los resultados esperados, se indica la aplicación de radiofrecuencia fraccionada con microagujas, que se trata en consultorio. Por último, se puede utilizar la toxina botulínica, que es muy eficaz.
“Lo que se hace en estos casos es la aplicación de toxina botulínica en la dermis, que es precisamente donde están las glándulas sudoríparas. La toxina interfiere con las órdenes dadas por las terminaciones nerviosas al receptor de las glándulas sudoríparas. Entonces la glándula deja de funcionar, simplemente porque no está recibiendo órdenes porque se corta la comunicación”, explica Banegas.
“Es un tratamiento que en una sola sesión de menos de media hora, en el consultorio, da excelentes resultados. La clave es la consulta médica para decidir, según el grado de la patología, la mejor opción de tratamiento”, dice Saizar.
El individuo que puede ser tratado con toxina botulínica es aquel que se siente socialmente afectado por este tipo de sintomatología. Se puede utilizar desde la adolescencia y la duración es mucho mayor que para las arrugas dinámicas, para el tratamiento muscular. Estimamos una duración de entre seis y ocho meses y en algunas personas un poco más.
“El tratamiento se suele hacer una vez al año, sobre todo en verano, cuando es más incómodo. Aunque sea en invierno, quienes padecen esta patología también necesitan tratarla. Aunque la hiperhidrosis suele acentuarse durante el verano y como consecuencia del estrés emocional, en ocasiones estos pacientes sudan todo el tiempo sin que existan desencadenantes evidentes”, concluye Saizar.