SABOR EXPRESS
Existen en principio cuatro variantes, según el “tare” o sabor de base utilizado: el tonkatsu, el de miso, el shogu y el shio.

“¿Quién no ama el Ramen?” solía preguntarse Carrie Bradshaw en Sex and the city, y en efecto, esto es cada día más cierto, porque lo que empezó como una explosión de la moda en la Nueva York de los 90, ha sabido instalarse con fuerza dentro de los platos favoritos de todo aquel que se precie de ser fan de la comida asiática.
Su origen no está claro: para algunos está en la comida callejera china y que fue traído a Japón por los soldados que a mediados del siglo XX volvían de pelear en ese país, para ser inmediatamente adoptado y exponenciado por los nipones, al punto de ser hoy uno de los platos emblemáticos de Japón.
Para otros se remonta a los cocineros chinos de los señores feudales japoneses del 1600, en un intento de “mejorar” la tradicional sopa udon japonesa.
En todo caso, más allá de su origen y antigüedad, para los occidentales el conocimiento de su existencia se da a partir de que el Comodoro norteamericano Mathew Perry se apostara a mediados del siglo XIX con sus buques frente a las costas de Edo (actual Tokyo) y obligase al imperio a abrirse al resto del mundo, marcando el fin del shogunato y del aislamiento del gigante asiático.
El secreto de su popularidad, parece haber radicado en lo económico de su preparación (sopa y fideos), para recién en los años 60 liberarse de ese mote al incorporar carnes y otros elementos más “sofisticados” siendo hoy un plato muy valorado por aportar hidratos de carbono, proteína y verduras al mismo tiempo, siendo por ende equilibrado, nutritivo y saludable.
Existen en principio cuatro variantes, según el “tare” o sabor de base utilizado: el tonkatsu con caldo de cerdo, el de miso, el shogu, con base a salsa de soja, y el shio, con base de sal.
Pero el ramen también ha sabido adaptarse a los sabores y alimentos típicos de cada región de Japón, con marcadas diferencias como la abundancia de jengibre y ajo en las zonas septentrionales, la preponderancia de mariscos en las zonas costeras, panceta guisada, en las islas del suroeste, o con carne picada y nira (una especie de ajo) con inspiración Taiwanesa, en las costas de Nagoya, entre otras.
En todos los casos, la clave de su sabor radica en un perfecto equilibrio entre sus 5 elementos preponderantes: el caldo, que es la verdadera alma del plato y principal diferencial con la sopa china tradicional, y que puede ser cremoso y espeso (Kotteri) fruto de muchas horas de cocción de huesos y verduras, o ligero y traslúcido (assari), de más rápida preparación, el tare, la salsa que le da carácter; los fideos alcalinos llamados men, el huevo cremoso y los distintos toppings que se le agreguen como ser cerdo braseado, miso, verdeo, jengibre, etc.
Si estás pensando en animarte a hacerlo casero y sorprender a todos en casa, algunos consejos útiles a tener en cuenta son, tener mucha paciencia para hervir el caldo por varias horas para lograr la espesura apropiada (sobre todo si queremos hacer uno de tipo kotteri, espeso y cremoso), no olvidar aderezar con sal, salsa de soja o miso, no usar cualquier fideo sino los tipo chukamen (o al menos que sean alcalinos) y menos aún intentar hacerlos en casa puesto que su proceso de elaboración es muy complicado, y por último pero no menos importante, respetar el orden de los ingredientes en el armado del plato: caldo, fideos, sólidos y por último los toppings y servirlo bien pero bien caliente. Ah, y tranquilos, que sorberlos con ruido no se considera de mala educación así que puedes disfrutarlos sin culpa.
Pero si prefieres no complicarte la vida, algunos de los lugares donde puedes degustar un rico ramen son Ai Ramen, Moshi Moshi o Sakura en Pocitos, Wantan en Punta Carretas, Myeon ga y Arariyo en la Ciudad Vieja, Una cantina asiática cerca de Plaza Cuba o Sumi sumi en Parque Rodó. ¡Buen provecho!