Nació en Montevideo, pero actualmente vive en Maldonado, a donde se mudó hace unos años cuando decidió abrir Petra Store en La Barra. Está casada y es madre de un pequeño de dos años. Fundó su propia empresa en 2015 luego de entrar en el mundo de la moda trabajando como modelo para pagar sus estudios. Actualmente dirige una marca que cuenta con varias tiendas físicas y un e-commerce, y proyecta seguir creciendo en Uruguay y el exterior. Los valores de su firma están basados en el trabajo en equipo y en la valoración y escucha del cliente. Destacó que si bien el negocio de la moda tiene pros y contras, Uruguay cuenta con una ventaja diferencial: la cercanía con el cliente.
-¿En qué se inspiró para crear Petra Store?
-Siempre tuve alma emprendedora. Desde muy chiquita hacía accesorios; siempre me divirtió el trabajo manual y creativo. Cuando hablo de las raíces de Petra, me gusta hacer hincapié en el rol que tuvo mi madre, porque crecí entre talleres, casas de telas y modistas porque ella hacía uniformes para empresas. Parte del haberme dedicado a esto tiene que ver con haberla acompañado en su camino. Yo estaba estudiando una carrera que no tenía que ver con la moda y empecé a trabajar como modelo para costear los estudios. Comencé a hacer publicidades, después me fui metiendo más en el rubro y me di cuenta de que se unían dos mundos que me gustaban: la producción y el trabajo creativo. Yo era la imagen de las marcas en ese momento y con todo el know how que tenía de chica, me empezó a interesar mucho el mundo de la moda para intentar emprender. Así fue como hace 10 años arranqué diseñando kimonos. Los primeros se vendieron en una multimarca y así surgió Petra. Mi mamá ya no está más en este plano y no llegó a conocer la marca; esto para mí es como un gran homenaje a ella y algo lindo que me conecta desde la alegría y el brillo de lo que sé que le gustaba hacer.
Emprender arrancó siendo un juego. Empecé jugando, desde la inquietud creativa de probar: me entusiasmaba vestir a la modelo, hacerle fotos y estar en el detrás (de escena). Lo que arrancó siendo un juego terminó convirtiéndose en un éxito. Si le contara a la Agustina de hace 10 años que hoy tiene tres tiendas, un e-commerce y un equipo de más de 20 personas, no lo hubiera imaginado.
No todo es color de rosa en la moda, y en un país chico como Uruguay mucha constancia, perseverancia y cultura de trabajo apoyan lo que hoy es Petra. Hay que formar equipo, encontrar personas que quieran colaborar con tu sueño. Esto no se hace solo.
-¿Qué implica tener una marca de moda en Uruguay?
-La moda tiene algo que difiere de muchos rubros: tiene tiempos muy exigentes. Estás lanzando (la colección de) verano y ya tenés que estar pensando en la de invierno, buscando las telas o consiguiendo un proveedor que te haga el bordado que querés. Hay muchas limitantes, pero también ser un país chico tiene sus beneficios: te posibilita posicionarte en el rubro y si hacés las cosas bien (podés) ser notado. La clienta uruguaya tiene algo particular, genera una fidelidad y cercanía que nos caracteriza como uruguayos. Esto de ir a la tienda y sentirte como en tu casa. Es un nicho chico, pero eso nos permite una cercanía que no sé si se da en otros países, y eso está buenísimo.
Por otro lado, el producto cambia constantemente. La apuesta arranca de cero cada vez que lanzás una colección, por eso tienen que estar muy marcadas las raíces de tu marca, sus diferenciales, el por qué la gente te viene a buscar. También es una apuesta de mucha inversión cada vez que se presenta una colección, porque vamos a mostrar diferentes tipologías, apostamos a una paleta de colores distinta, porque no podemos traer lo mismo cada temporada. La clienta viene a buscar la novedad, qué color se usa este año, cuáles son las siluetas, los volúmenes. Son como las dos caras de una misma moneda: por un lado, se genera esa adrenalina de una nueva colección; por otro, sabemos que cuando, por ejemplo, elegimos que un 20% de la colección sea en un color estridente, tiene un riesgo. Por suerte, y en general, las clientas se copan con la propuesta. Es parte del diferencial de Petra: traer tendencias.
-¿Cómo busca Petra diferenciarse frente a la competencia?
-Siempre hay que ir a los valores de la marca, a lo que el cliente viene a buscar y que muchas veces va más allá de la ropa: es un buen trato, sentirse escuchado, cuidado, sentir que no molesta. Tengo un gran lema, y que trabajo muchísimo con el equipo: un cliente nunca puede sentir incomodidad, tiene que sentirse bienvenido. Tenemos que agradecer que una persona haya subido a su auto y manejado hasta una de nuestras tiendas para elegir nuestro producto. La primera base de valor que debe tener mi negocio es que el cliente se sienta visto, escuchado y asesorado. Tenemos una oficina dedicada al call center donde a las clientas se las asesora de forma personalizada, lo que es un gran diferencial. Si hay algo que a mí me importa es que se hable de lo lindo que te trataron en Petra, de lo bien que te atendieron.
Además, cada temporada intentamos mejorar el producto. Ahora estamos ampliando el equipo de diseño para que el producto hable por sí solo y que sea tu vestido favorito del verano o el suéter que no te sacás en todo el invierno. Eso es lo que genera la fidelidad, junto con una buena atención.
-Además de ropa, Petra vende calzado. ¿Cuándo comenzó a diseñar en ese rubro?
-Fue muy cómico, porque arranqué a trabajar con calzado el verano previo a que comenzara la pandemia. Las colecciones se empiezan a trabajar meses antes de ser lanzadas a la luz, porque el producto pasa de ser un papel, a ser una muestra y finalmente a producción. Estábamos a punto de hacer el lanzamiento cuando dijeron «quédense en casa», y yo pensaba: ¿cómo lanzo botas y zapatillas cuando todo el mundo está en pantuflas en su casa? No nos podíamos quedar con todo el stock encima, entonces se nos ocurrió mandarle pares de calzado a influencers y potenciar esta idea de «arreglémonos aunque estemos en casa». Y fue un éxito. La gente respondió de forma increíble a esa acción y a esa nueva línea de producto. Me acuerdo que llamaba a la fábrica y les decía: «si no se venden, ¿cómo te voy a pagar?», porque es un producto súper costoso, era una apuesta enorme. Me enamoré del calzado y desde ahí no paramos. Es de las cosas que más disfruto diseñar, porque tiene un proceso artesanal maravilloso.
-¿Dónde se confeccionan los productos de Petra?
Hacemos un 50% en Uruguay y un 50% en Europa. (El lugar) depende del diseño de cada prenda, las técnicas y los insumos. Por ejemplo, ahora queríamos hacer un jean estampado a láser y en Uruguay no tenían esa tecnología, entonces salimos a buscarla en Europa. Allá tenemos una diseñadora que trabaja con nosotros y acá un equipo de dos diseñadores y yo. Tenemos una oficina cerca del local de Punta Carretas donde funciona la central de diseño, la abrimos este año y fue un gran cambio porque nos permitió ordenar mucho y darle su lugar a la creación del producto, que antes era en formato home office. Ahí nos reunimos con proveedores, tenemos las telas y podemos crear un espacio en un contexto que está buenísimo.

-Petra tiene tres tiendas y vende online. ¿Cuánto aporta el canal de e-commerce a sus ventas?
-El e-commerce viene creciendo exponencialmente desde la pandemia. Cuando sucedió lo del covid-19, lo habíamos lanzado hacía unos meses como catálogo, porque la uruguaya no se animaba tanto a comprar online. Cuando sucedió la pandemia subieron las ventas y eso nos hizo despegarnos mucho. Hace tres años que crece exponencialmente la venta por ese canal; creo que no es un tema solo de Petra, sino que es a nivel país. Según el mes es el porcentaje de incidencia en la facturación, pero podríamos considerarlo como una tienda más. El e-commerce por sí solo no funciona, porque la clienta muchas veces quiere ir a buscar el producto a la tienda. La tienda física hace a la identidad de la marca y no podemos ver el canal online como algo aislado. En mi modelo de negocio el e-commerce tiene que acompañar a una linda tienda física.
-¿Tiene en los planes abrir más locales?
-Sí, tengo muchas ganas de hacer mucho, pero tengo que controlar mis impulsos de empresaria. Tengo ganas de expandirme por Punta del Este, sobre todo. El año pasado abrimos en Montevideo nuestra tienda en Arocena y Rivera, un punto donde las clientas nos pedían muchísimo que tuviéramos presencia. Encontramos nuestro lugar allí y estamos muy contentos con el crecimiento dentro de Montevideo. Me tienta mucho la opción de abrir otra tienda en el este. Ojalá se concrete.
-¿Mira al exterior al pensar en expandir la empresa?
-Al exterior miro, es un gran sueño. Europa, sin dudas, es uno de los grandes sueños que proyecto para la marca. Me plantearía abrir un e-commerce con una tienda física en España o Italia.
-¿Se ha planteado la posibilidad de franquiciar la marca?
-Hoy todas las tiendas son nuestras, gerenciadas por un equipo maravilloso que me ayuda, porque una sola persona con tres tiendas y un e-commerce no podría. Sobre las franquicias, nos pasa muy seguido en la tienda de La Barra que vienen clientas paraguayas, argentinas o brasileñas que nos solicitan el modelo de franquicias, y estamos trabajando en ello. Es algo muy delicado dar el paso de que otra persona gerencie tu empresa, encima con una lejanía considerable. Sentimos que todo tiene que estar súper estandarizado: desde cómo se cuelga la prenda en las tiendas a cómo tiene que llegar el packaging al cliente en las compras online. Me gusta tomar decisiones con un análisis previo, si bien uno puede analizar y equivocarse. Le dedico mucho tiempo de mi agenda a tomarme un café con los números y las estadísticas, mirar fechas comerciales, entender cada vez más a mi clienta. Me parece muy importante en medio del trabajo creativo hacerse un espacio para el análisis.
«Clientas de diferentes países nos visitan todos los años»
-¿Qué hitos destacaría a nivel de inversión en la historia de Petra Store?
-Sin dudas, el paso que cambió tanto la empresa como mi vida fue animarme a abrir el local de Petra en La Barra. Ahora vivo en Punta del Este y fue un gran cambio de paradigma salir de la ciudad (Montevideo) y apostar a abrir un local en el Este, cuando no era lo que es hoy La Barra. Esa fue la inversión más grande que hice. De hecho, la primera temporada nos armamos una especie de casita en el depósito y con mi amiga Lucía dormíamos ahí, porque éramos dos niñas con una mochila cargada de sueños y pusimos todo en refaccionar un local que estaba en muy malas condiciones. El Este nos permitió que nuestro producto se vaya al mundo. Hoy tenemos clientas de diferentes países que vienen todos los años a buscar sus prendas de Petra y eso es muy reconfortante. Esa fue de las inversiones que hoy más agradezco haber hecho.
El otro paso importante fue animarme a salir de las tiendas multimarcas y abrir mi propia tienda, la primera en Punta Carretas. Me generó muchas más responsabilidades pero fue otra inversión acertada.