Es ya un ritual. Todos los jueves, Ernestina Cabezas sale entusiasmada de su casa con un bolso con ropa sucia. Camina media cuadra, porque "la nueva lavandería está cerca y además es una maravilla; tiene de todo, hasta un espacio donde los niños juegan. Uno se siente como si estuviera en una cafetería", dice. En el establecimiento -en el barrio de Catia, al oeste de Caracas- Ernestina comparte con algunas amigas, mientras la máquina lava, enjuaga y seca. Un verdadero alivio, porque hace más de un año Cabezas, al igual que miles de vecinas, hacían la misma rutina con sus manos, cuando Dios les mandaba el agua, o un camión cisterna se decidía a surtir la zona.
La solución llegó en 2006, cuando Procter & Gamble (P&G) desarrolló -con el apoyo del Centro Comunal Catia- un espacio que incluye lavandería, peluquería y cancha deportiva, bajo sus marcas Ariel, Pert, Wella, Koleston, Gillete, MUM, Oral B y Duracell. La lavandería, que funciona con el nombre de Arielmatic, cuenta con 16 lavadoras, 12 secadoras y ofrece el servicio permanente de agua, además de la atención del personal que instruye a los usuarios en el empleo de los equipos, detergentes y otros productos a "precios solidarios".
Las lavadoras del local pueden realizar 4.000 operaciones al mes. En total, según P&G, suficiente para más de 1.000 familias que, de otra forma, tendrían serias dificultades para lavar su ropa. Desde un comienzo los resultados han sido alentadores. Tanto, que sólo seis meses después de inaugurado el local de Catia los ejecutivos de P&G decidieron comenzar a replicarlo. Ya está en Colombia y la empresa está estudiando la posibilidad de convertirlo en piloto de una franquicia social, a pesar de que la inversión para el reacondicionamiento de los tres espacios (lavandería, peluquería y cancha deportiva) sobrepasó los U$S 140.000, lo que presenta dificultades financieras para su masificación.
sobrevivencia. Como sea, el intento es una prueba de las necesidades que la empresa enfrenta en Venezuela. Pese a que lleva años desarrollando su programa de Responsabilidad Social Empresarial (RSE), iniciativas como Arielmatic le permiten sintonizar mejor con el debate sobre la inclusión de los sectores más postergados, subrayado desde diversas esferas, incluido el gobierno de Hugo Chávez. "Al consumidor le gusta que las empresas retornen a la comunidad parte de los beneficios que reciben de ésta", dice Ricardo Vallenilla, profesor de la escuela de negocios venezolana IESA.
Además, la iniciativa se da en un contexto de alerta para el sector privado, especialmente para las firmas extranjeras. El 24 de octubre, el Congreso de Venezuela aprobó una serie de reformas a la Constitución que procuraban restringir la libertad de las empresas, instaurando "los principios de la economía socialista" y, de paso, terminaban con la autonomía del Banco Central, aunque estas medidas quedaron sin efecto tras un referéndum celebrado el domingo pasado. (América Economía)