Por Antonio Larronda
Hace un año, un video se viralizó en la red profesional LinkedIn. Durante 10 segundos, en una pantalla divida a la mitad, dos trozos de madera aparentemente idénticos eran golpeados por un martillo. Mientras uno se partía, el otro absorbía el martillazo y recobraba su forma original. El autor del video es Josh Dorfman, CEO de PlantD, empresa que crea paneles para la construcción en base a un tipo de pasto prensado, el material del trozo de «madera» que absorbió el golpe. La compañía, que tiene como cofundadores a Nathan Silvernail y Huade Tan -dos exempleados deSpaceX, la compañía de viajes espaciales de Elon Musk-, captó la atención de inversores y este año cerró una ronda por US$ 10 millones.
Esto es una muestra de la carrera que vive el sector de la construcción por encontrar alternativas que reduzcan el impacto en el medioambiente.
Según el estudio «Situación mundial de los edificios y la construcción de 2022», delPrograma de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, el consumo de energía y las emisiones de dióxido de carbono (CO2) en el sector repuntaron desde la pandemia y llegaron a un máximo histórico. Fue responsable de más de un 34% de la demanda energética y del 37% de las emisiones de CO2 asociadas a la energía y sus operaciones en 2021.
Eco local
En Uruguay también comenzaron a impulsarse medidas para paliar esta realidad. En mayo de 2022, el Ministerio de Vivienda y Ordenamiento Territorial, con el apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), lanzaron una Hoja de Ruta para la construcción de vivienda social en madera en Uruguay.
En paralelo, desde el ámbito privado aparecen alternativas.
Carolina Dovat, directora ejecutiva de Dovat Arquitectos señaló que su estudio se volcó hacia una arquitectura más «amigable» con el medioambiente en 2020, cuando comenzó a sustituir el cemento por madera en sus proyectos. «Hay que descarbonizar esta industria y la madera como nueva forma de construir impacta en diferentes ángulos tanto económicos, empresariales como ambientales. Por ello ya diseñamos y dirigimos la construcción de una casa hecha en CLT, placas de madera maciza. Como es construcción en seco hay un ahorro de un 80% de agua. Además, nos presentamos para la propuesta del Ministerio de Vivienda para la ciudad de Durazno donde se propone un edificio hecho en madera de hasta nueve pisos de altura», detalló.
Entre otros beneficios, Dovat mencionó la seguridad para los trabajadores porque, además de requerir menos personas, en una construcción de madera se eliminan las cargas de bolsas de portland lo que evita lesiones de espaldas. Este sistema también «es más rápido, el rendimiento es mayor y los accidentes bajan considerablemente».
Entre sus próximos proyectos, figura un edificio de oficinas en Zonamerica de tres plantas, de unos 4.000 metros cuadrados (m2), anticipó.
La madera que se utilizará en las obras de Dovat proviene de Arboreal, forestal creada en 2021 por inversores estadounidenses y uruguayos (perteneciente a Enkel Group)tras la adquisición del aserradero Frutifor Lumber Company, en Tacuarembó.
Matías Abergo, presidente de Arboreal y CEO de Enkel Group, explicó que el foco de la compañía está puesto en crecer con la producción de Mass timber, placas de madera maciza para la construcción de casas de 50 m2 y edificios de hasta 15 pisos.
«Comenzamos con tablas secas de maderas, lo que hacía la empresa anterior; en marzo lanzamos esta nueva línea que tiene dos productos: CLT (placas de 12 metros de largo y 3,5 metros de altura utilizadas para paredes y entrepisos) y Glugam (madera para columnas y vigas de 12 de largo por 1 metro de alto). Podemos producir 50.000 metros cúbicos que corresponden a 250.000 m2», detalló. El plan para 2024 es duplicar la producción y que esto sea el 75% del negocio de la empresa. Para esta primera etapa, la empresa ya tiene más de 20 proyectos cerrados en Uruguay de aquí a 2024. Van desde viviendas, edificios de oficinas y hasta dos colegios repartidos entre Canelones, Maldonado, Montevideo y el norte del país. «En esta fase, pretendemos que Uruguay sea el 40% de la facturación. El resto será Australia, Brasil, Chile, Colombia, EE.UU. y Canadá. En algunos países tenemos negocios avanzados», comentó Abergo.
Entre sus ventajas, la madera impacta en tres sentidos, apuntó el CEO. Por un lado, está la performance en la emisión de CO2. «El 40% de las emisiones está asociado a la construcción. Si el cemento fuera un país, sería el tercero más contaminante luego de EE.UU. y China. El árbol no sólo captura el carbono y emite oxígeno sino que sustituye luego el cemento y acero que en su elaboración generan CO2».
Por otro lado, la velocidad y precisión permiten acortar tiempos y, en definitiva, costos. «Estos muros de madera se cortan con robots y permiten tener una velocidad de montaje importante. En un edificio de 10 pisos sustituye estructura y albañilería y se puede montar en dos meses. Entonces si bien la madera es más cara, tiene menos costos por los tiempos», argumentó.
Por último, al utilizar madera de pino genera valor agregado de los recursos naturales del país para resolver problemas internos. «No había un desarrollo industrial grande para el pino, muchos se exportaban cortados. Con esto intentamos que la mayor parte se quede en Uruguay y con valor agregado».
Para Juan Manuel Vázquez, CEO de Our Ecolution para Latinoamérica, el mundo vive el mejor escenario para su producto: placas hechas con residuos de fibra de cereales. La firma sueca anunció que invertirá US$ 10 millones para instalar una planta en el Parque Científico y Tecnológico de Pando. Según Vázquez, estará en funcionamiento en 2024 con una capacidad inicial de 400.000 m2 y buscará captar parte del negocio de las placas de yeso. «Uruguay importa cerca de 4,5 millones de m2 de placas de yeso al año y vamos por ese mercado. Nosotros transformamos residuo agrícola, paja de cereal en paneles constructivos que si bien funcionan para obra completa, les vemos más potencial en el área de partición de oficinas», aclaró.
Al presente, y sin haber puesto la planta en marcha, la empresa ya cerró varias obras privadas en Montevideo y Canelones con material que se importará desde Europa. «Son dos viviendas particulares, cuatro cabañas de un complejo turístico y un particionamiento de oficinas», informó.
Si bien en costos las placas de residuos agrícolas se equiparan a las de yeso, al ser autoportantes «no necesitan de una estructura para agarrarse y por lo tanto es más rápido el armado», aseguró Vázquez.
Más importante aún es su impacto ambiental. «Donde más se generan emisiones son en los particionamientos de oficinas porque tienen ciclos de vida más cortos se cambian los materiales más seguido. Además, la fibra de cereal es un residuo que se genera en grandes volúmenes y en forma anual», cerró.
Martín Comas lidera el estudio Arquitectura Regenerativa que aplica el estándar internacional Passivhaus (máximo confort con mínimo consumo y amigable con el medioambiente). El método se aplica en dos formatos: obra húmeda -con paja comprimida y revoques naturales- que aplica fardos prefabricados de la cooperativa BioFraming (a US$ 1.700 el m2), mientras que la obra seca (US$ 1.200 m2) utiliza woodframing (madera) con 15 cm de aislación térmica en piso, pared y techo que se hace en unos dos meses. Según Comas, las Passivhaus logran reducir un 50% el consumo de energía. Ya han construido cinco casas en Colinas de Carrasco, Pando, Pinar y Sauce de Portezuelo. «Tengo cuatro confirmadas este año y otras para 2024», aseguró.