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Carlos Lecueder: "El emprendedor tiene que tener el espíritu de los vikingos"

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Carlos Lecueder, director de Estudio Lecueder

RANKING MERCO DE REPUTACIÓN CORPORATIVA

El director del Estudio Lecueder —elegido como el principal referente empresarial del país, según el Ranking Merco— reflexiona sobre su trayectoria, la "adrenalina" del emprendedor y cómo la figura del boxeador resulta inspiradora para liderar en los negocios

Nunca se tienen las cosas claras, siempre uno está en la búsqueda», confiesa Carlos Lecueder (68), instalado en su oficina del piso 12 de la Torre 1 del WTC. El despacho regala una vista excepcional desde el complejo de negocios, uno de los desarrollos icónicos del empresario junto a los shopping Montevideo, Portones, Tres Cruces y Nuevocentro, entre otras obras en Montevideo y el Interior. Sobre su estilo de gestión y su trayectoria charló con El Empresario, tras ser elegido como el líder de negocios más destacado del Ranking Merco.

Aunque afirma no tener todo claro, sí tuvo la certeza desde «siempre» de querer seguir los pasos de su padre, el creador del estudio que hoy dirige. «Yo estoy donde estoy por mi padre», recalca. Junto a otros socios, Luis Lecueder fundó el estudio en 1971, y en 1972 se constituyó la empresa Safema, que trabajaba en Punta del Este, y empezó a construir edificios.

La pasión por hacer —y en especial desarrollar proyectos— es un legado que el fundador del estudio le transmitió a su hijo, también contador como él. «Cuando uno hace un balance y está todo bien, el cliente está contento, pero eso quedó en papeles. Mientras que si hacemos un edificio, eso queda para siempre», fueron las palabras de su padre que lo marcan hasta hoy.

Lecueder hizo carrera en el estudio, donde ingresó a trabajar con 19 años mientras estudiaba en la Facultad de Ciencias Económicas. En la empresa se ocupaba de temas contables y fiscales. En esos años formativos descubrió que la actividad del profesional implicaba asesorar al empresario, pero no decidir. «El que decide es el emprendedor», acotó. Ejerció esa función cuando en 1981, a sus 30 años, se propuso desarrollar junto a su padre el primer centro comercial del país: Montevideo Shopping.

Los partidos no se ganan 5 a 0. Es mentira. Los partidos se ganan 3 a 2 y en la hora"

Carlos Lecueder, director del Estudio Lecueder
Carlos LecuederDirector de Estudio Lecueder

A casi 40 años de aquella aventura, para Lecueder «no hay una respuesta única» a la dicotomía acerca de si el emprendedor nace o se hace. De lo que sí tiene certeza es que «para ser emprendedor hay que aceptar y a uno tiene que gustarle asumir riesgos. Tiene que sentir que segregar adrenalina es algo que lo impulsa, (pero) si no lo deja dormir de noche y no lo puede soportar, no sea emprendedor», aconsejó.

Para Lecueder, emprender es un proceso que atraviesa diferentes etapas: la primera es la del «explorador» («un tipo que busca cosas»); la segunda es la del analista («tiene que ver si lo que encontró el explorador es viable»), la tercera es la del juez, (evalúa los argumentos a favor y en contra del proyecto y decide). «Y uno piensa ahí que se pone en marcha el proyecto y viene lo más fácil, pero no, ahí empieza lo más difícil. Lo más difícil es bajar la cabeza, arremeter y meter para adelante», explicó.

El empresario asemeja esa actitud con «el espíritu de los vikingos», los pueblos nórdicos que conquistaron parte de Europa entre los siglos VIII y XI: «Ellos cuando iban a pelear, dejaban todo. Y eso es lo que hay que hacer. Cuando uno hace un proyecto -y esto no es solo válido para un shopping sino para cualquier cosa de la vida- no se puede hacer a medias», subrayó.

Cábalas: entra a los lugares con el pie derecho y prefiere las escaleras con número impar de escalones

El camino del emprendedor trae obstáculos y también casi inevitablemente algún que otro fracaso. Si fuera un partido de fútbol, el emprendedor no saldría invicto. A Lecueder —hincha de Nacional, admirador de Luis Artime en su juventud y hoy de Luis Suárez— le gustan las analogías futboleras. «Los partidos no se ganan 5 a 0. Es mentira. Los partidos se ganan 3 a 2 y en la hora. Puede ser un 4 a 2 y que uno diga metí la pata dos veces, pero gané. Los proyectos tienen cosas buenas y malas. Lo importante es que las buenas sobrepasen a las malas».

Su experiencia personal con el fracaso le enseñó a «llevarse con las malas» y a superar el malhumor que brota cuando un proyecto no sale como se espera. Lecueder dice que hay que sobreponerse a esos golpes igual que el boxeador que besó la lona. «Tiene más o menos 10 segundos para recuperar la consciencia, sacudir la cabeza, levantarse y ya ponerse a la defensiva porque el otro boxeador va a venir a atacar inmediatamente. El empresario no tiene 10 segundos, tiene más de tiempo. Pero cada piñazo que recibimos tenemos que estar preparados para evaluar la situación, elaborar una estrategia diferente y largar de vuelta», comparó. Acto seguido, recordó uno de los golpes que lo pusieron a prueba. En 2002, trataba de poner a flote el shopping de Salto cuando se desató la crisis económica en el país. Pese a todo, persistió y el shopping «hoy anda muy bien». En esa coyuntura adversa «nos acordamos de las cosas importantes, de cómo se mide el éxito de un proyecto».

—¿Qué pone en la balanza?
—De afuera mucha gente dirá que es por plata. Pero el éxito se mide por un conjunto de factores donde el dinero es importante, porque nosotros buscamos inversores, y si no hay resultado favorable los inversores no vienen al próximo proyecto. Eso es clarísimo. Pero el éxito se mide si genera puestos de trabajo dignos, un lugar agradable para trabajar. Nuestros proyectos generan muchos puestos de trabajo y si hay un orgullo que tenemos es pensar que en cada shopping hay cientos o miles de personas trabajando en algo en lo que pusimos un granito de arena para generar. Si esos proyectos además contribuyen a la comunidad, pagando sus impuestos y además tienen programas de RSE, son exitosos.

Decidir la suerte de un proyecto requiere de método, pero también de «olfato». «El empresario tiene que juntar dos cosas: toda la parte técnica, proyección de resultados, investigación de mercado, proyecto arquitectónico, estudio de costos y tasas de rentabilidad. Sin eso no se puede tomar una decisión, pero al final hay que agregarle el momento de inspiración», precisó Lecueder. La definición nunca es sencilla, aclaró: «Son momentos difíciles, porque uno tiene que tomar decisiones que involucran jugarse dinero, mucho tiempo personal y el de mucha gente».

Recetas para negociar

Carlos Lecueder, director del Estudio Lecueder
Lecueder fue uno de los empresarios distinguidos por Merco y El País.

El manejo del tiempo es vital para el empresario. Lecueder inicia su día entre las 6:30 y las 7:30 de la mañana para ser el primero en llegar al estudio y así tener «un buen rato tranquilo para planificar». La jornada incluye reuniones de trabajo, contestar correos, llamadas y armar la agenda para el día siguiente. A las 9 de la noche regresa a su casa para cenar en familia, su cable a tierra y su mayor fuente de inspiración. En el seno familiar también hay espacio para hablar de negocios (Lecueder trabaja con sus seis hijos). Para desconectarse mira series en Netflix, y en verano sale a navegar («Me encantaría que mi oficina flotara», bromea).

La palabra dada es mucho más importante que un contrato firmado"

Carlos Lecueder, director del Estudio Lecueder
Carlos LecuederDirector de Estudio Lecueder

Su afición por desarrollar proyectos hace que el tiempo le resulte escaso para hacerlo todo; entonces delega, buscando en el camino contagiar a los colaboradores con sus ideas. Al armar esos equipos prioriza la ética de sus integrantes: que sean «trabajadores, responsables, honestos y cumplan su palabra». «Una persona que no dice siempre la verdad, que no es trabajadora, que le gusta irse antes de hora porque le da pereza, no sirve para estar al frente de un equipo de dirección», sentencia, y suma la fidelidad, el «ponerse la camiseta», como otro requisito.

Sus equipos son una fuente de inspiración, y con ellos ha concretado toda clase de proyectos: desde promociones hasta el aterrizaje de marcas globales en sus shopping. Internet y viajar también lo nutren de ideas. De inmediato zanja un debate: «Inspiración o transpiración es una pregunta que se hace... yo creo en la transpiración a muerte, con algún desodorante por si acaso (risas)». El desodorante se aplica luego de la ducha, otro de los momentos «eureka» para Lecueder. «Ahora se me rompió, pero tenía un grabador en la ducha, entonces cuando se me ocurrían cosas las grababa, porque salgo de la ducha y me olvido», reveló.

Aunque tiene cábalas (entra a los lugares con el pie derecho, prefiere las escaleras con número impar de escalones) y se reconoce como coleccionista (conserva todos los bolígrafos con los que rindió examen en su carrera), se define como «muy racional». A la hora de negociar con empresarios, ejecutivos o autoridades aplica dos recetas: «ser absolutamente honesto, transparente y frontal» y buscar acuerdos de ganar-ganar para todos. Esto exige despojarse de la idea de que se tienen que ganar todos los puntos de la plataforma, explicó. En el código de Lecueder lo que se dice es tan o más importante que la letra fría. Por eso, concluye con una máxima: «la palabra dada es mucho más importante que un contrato firmado».

"La referencia está en casa"

—¿Una actividad o rutina que lo ayuda inspirarse?
—Me ayuda trabajar en equipo, reunirme con mis hijos, más la gente del estudio y de los shopping. Ahí es cuando realmente siento que nos inspiramos para hacer cosas.
—¿Un consejo para aumentar la productividad?
—Uno va armando una forma de trabajar, entonces cuesta cambiarla. Mis hijos me dicen que hay cosas que tengo que hacer más rápido, y yo digo que siempre es bueno pensarlas. Me dan muchos consejos, no todos los pongo en marcha.
—¿Lo que más valora en un empleado?
—El compromiso.
—¿A quién admira?
—A mi padre y a mi familia. No me da por admirar personajes públicos. La referencia está en casa.
—¿Mate o café?
—Café. Si la cuchara se queda paradita y no se cae, mejor (risas).
—Para una reunión de negocios, ¿prefiere ser local o visitante?
—Me gusta ser locatario, pero también la presencia en los shopping es importante, con lo cual nuestras reuniones semanales son allí. En todas las mesas tengo por cábala una silla que es la mía, y si no me siento allí los negocios no salen, por supuesto.

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