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Uruguay y la persistencia inflacionaria: ¿a qué se debe?

Es posible continuar el aumento de tasas de interés necesario para una reducción de la inflación, pero lo que hoy se presenta como una oportunidad, podría rápidamente desvanecerse cuando la inflación global converja a niveles esperados.

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A pesar de los cambios a lo largo de los años, un factor se ha mantenido constante: la inflación ha estado en más ocasiones fuera del rango meta que dentro de él.

En Uruguay es costumbre convivir con una inflación persistente en el entorno del 8% desde hace ya varios años. Sin embargo, esto no siempre fue así. Durante gran parte del siglo XX, nuestro país atravesó periodos económicos con niveles inflacionarios superiores al 100%. Tras reiterados planes de estabilización, Uruguay logró reducir la inflación a un solo dígito a finales de los años ´90. A pesar de sufrir un salto a causa de la crisis del 2002, alcanzando picos superiores al 25%, la inflación logró estabilizarse en el entorno del 8%. Esto se dio a la par de cambios en la política monetaria. A partir del 2005 el Banco Central del Uruguay (BCU) incorporó un régimen de metas de inflación. Este sistema surgió hace 30 años en Nueva Zelanda y ha sido adoptado por la mayor parte de países del mundo. Implica la persecución de una meta de inflación explícita, para uno o varios horizontes temporales. Dicha meta debe ser el objetivo principal de la política monetaria.

En nuestro país, la meta de inflación se ha adoptado mediante el uso de un rango, el cual se sitúa hoy entre el 3% y el 6%. No obstante, ha sido modificado en más de una oportunidad. El piso del rango osciló entre el 3% y el 4%, mientras que el techo se ubicó entre el 6% y el 7%. A pesar de los cambios a lo largo de los años, un factor se ha mantenido constante: la inflación ha estado en más ocasiones fuera del rango meta que dentro de ese objetivo.

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Cabe preguntarse a qué se debe esto. Las principales razones están interrelacionadas y se detallan a continuación:

Una de las condiciones necesarias para el funcionamiento óptimo de este tipo de régimen es la independencia del Banco Central. En Uruguay aún hay un margen de mejora en esta materia. Mayor autonomía e independencia del BCU podría facilitar el cumplimiento de las metas planteadas. Es posible que, en algunos casos, el gobierno tenga objetivos que puedan llegar a ser opuestos al objetivo inflacionario. Un régimen de metas se basa en gran medida en la credibilidad del Banco Central. Si el BCU no cuenta con independencia (credibilidad institucional), se dificulta el cumplimiento del objetivo base de mantener la estabilidad de precios.

Por otro lado, es importante que la sociedad internalice los beneficios de una inflación baja y estable. De esta manera, los agentes económicos (consumidores, trabajadores, empresarios, entre otros) buscarán una reducción de la inflación, incidiendo directamente en las expectativas. En Uruguay, parece existir una aceptación generalizada de los altos niveles inflacionarios, por encima del rango meta.

Esto no suele molestar, siempre y cuando el aumento del nivel de precios se mantenga inferior a los alarmantes dos dígitos. Esta comodidad en niveles elevados de los agentes lleva a las expectativas a desanclarse, ubicándose por fuera del rango meta. Asimismo, hay que tener en cuenta que la reducción de la inflación conlleva ciertos costos, que inciden principalmente en el corto plazo. A pesar de que los costos son transitorios, los beneficios de tener una inflación baja son permanentes. Además de proporcionar estabilidad y predictibilidad en los precios, protege el poder adquisitivo de la población, especialmente de aquellos con menores recursos económicos. Sin embargo, debido a que aún hay espacio para mejoras en cuestiones de independencia del BCU y la aceptación del nivel de precios de los agentes, los gobiernos no cuentan con incentivos suficientes para afrontar el costo de alcanzar una baja inflación.

Por otra parte, no hay que descartar la incidencia de otros elementos en la persistencia de la inflación. Entre ellos destacan rigideces de precios en algunos mercados particulares y la indexación de ciertos contratos.

En las últimas décadas, Uruguay destacó por su elevada inflación, en un mundo que logró mantenerla bajo control. Sin embargo, desde la pandemia, esto ha cambiado: el mundo entero enfrenta hoy fuertes presiones inflacionarias. Esto ha llevado a los bancos centrales a tomar medidas consecuentes para su control, lo cual se traduce como aumentos de tasas de interés. En la década del 2010 Uruguay era de los países con mayores aumentos de precios en Sudamérica, en algunos años estando tan solo detrás de Venezuela. Sin grandes cambios internos en esta materia, nuestro país hoy se posiciona a mitad de tabla. Este contexto presenta una oportunidad excepcional para el país en términos de política monetaria. Es posible continuar el aumento de tasas de interés necesario para una reducción de la inflación, al mismo tiempo que el resto de los bancos centrales toman medidas similares.

Pero lo que hoy se presenta como una oportunidad, podría rápidamente desvanecerse cuando la inflación global converja a niveles esperados. No aprovechar la coyuntura actual, podría implicar perder una oportunidad única. Es necesario abordar este desequilibrio lo antes posible encarando los desafíos que se presentan y trabajando hacia una economía más estable y equilibrada.

- Deborah Eilender es Economista del Centro de Estudios para el Desarrollo.

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