La evolución del empleo y los salarios tras treinta y seis meses de gobierno

Datos para un análisis del mercado laboral cruzado por la pandemia, la guerra en Ucrania, la sequía y el impacto de la crisis argentina, según Jorge Caumont

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Acto por el Dia de los Trabajadores
Acto del primero de Mayo, PIT CNT
El País

Jorge Caumont

Hace exactamente una semana se celebró el Día de los Trabajadores. Día que, para uno de los disertantes en un acto de celebración en Montevideo, no alcanza a quienes desarrollan cierto tipo de actividades como los que administran sus propiedades —económicas o financieras—; quienes son inversionistas que trabajan para mantener sus asignaciones de capital; a muchos profesionales universitarios; a empresarios y a otras personas con profesiones por el estilo. A los “verdaderos” trabajadores, según el principal disertante en la celebración, fue que en el acto de hace una semana se pusiera ante ellos, con exacerbada dialéctica, una serie de tesis sobre temas vinculados al trabajo que, la evidencia empírica puede, o no, ratificar.

Me gustaría hoy, simplemente describir lo que ha ocurrido en el mercado laboral desde que la administración del actual gobierno asumiera tras derrotar electoralmente al gobierno anterior. Reitero: solo daré los datos de lo que se recibiera del gobierno que presidiera al actual, en relación con el mercado laboral, y los datos que tras 36 meses de gestión presenta hoy la realidad laboral. Para ello recurriré a la información que brinda mensualmente el Instituto Nacional de Estadística (INE) sobre empleo y desempleo, y lo que informa sobre el Índice de Precios al Consumo (IPC) y el Índice Medio de Salarios (IMS).

Empleo y desempleo

La gestión del gobierno anterior al actual culminó con una tasa de desempleo de 10,5% de la población económicamente activa (PEA), lo que implicaba el desempleo de 179 mil personas y el empleo de 1.526.000 trabajadores. Al cabo de tres años y con al menos cuatro factores exógenos adversos durante ellos —la pandemia del Coronavirus, la guerra entre Rusia y Ucrania, la sequía y la desastrosa situación de Argentina—, los resultados en marzo pasado son diferentes: una tasa de desempleo de 8,6% lo que implica 157 mil personas desempleadas y 1.672.000 con empleo. Tras la descripción señalada para la comparación entre lo que era el mercado laboral por el lado del empleo y el desempleo con lo que es hoy el mercado laboral en ese mismo aspecto, el lector de esta columna puede hacer su análisis y sacar sus conclusiones.

Para ese análisis se debe tener presente y recordar lo que significó el lapso más peligroso de la crisis sanitaria, que duró al menos un año y medio, y cambió significativamente el panorama tanto de la demanda como de la oferta agregada en la economía, así como la influencia adversa que eso tuvo sobre el empleo y el desempleo. Se debe tener presente que salir de una situación como la señalada ha costado mucho y aún cuesta mucho, para los países en general. La evidencia sobre ello es abundante.

El análisis debe tener presente además, el choque que tuviera en términos de aumentos de precios en el mundo y en Uruguay, la salida de la crisis sanitaria por la reactivación de la demanda mundial, ante una oferta restringida por la inactividad marcada durante la pandemia. Y lo que siguió luego, hace un año, en febrero de 2022, con la irrupción de los efectos de la guerra entre Rusia y Ucrania con un nuevo y notorio impulso alcista de precios de materias primas, petróleo y de otros insumos. A ello le siguieron dos factores exógenos adversos adicionales que provocan —todavía—, por un lado, aumentos de precios y presiones alcistas sobre la inflación y, por otro, presiones depresivas en general y en especial sobre el empleo y alcistas sobre el desempleo en los departamentos limítrofes con Argentina.

Salario real

Pero si la descripción anterior sobre indicadores de empleo y desempleo es importante para calificar al mercado laboral desde el punto de vista indicado, también es importante señalar qué ha ocurrido con el otro componente significativo de este mercado. Y me refiero, obviamente, a lo que ha sucedido con el salario real en estos últimos tres años. Considerando el aumento del índice de precios al consumo (IPC) —la inflación— del período y cómo ha evolucionado en ese lapso el índice medio de salarios (IMS), se observa que el salario real ha caído 2,1% y el salario en dólares ha aumentado 27%.

En resumen de las variables descritas se concluye que ha mejorado el empleo y ha bajado el desempleo y que el salario real ha caído en los últimos tres años. Además, se concluye que eso ha sucedido en medio de sucesivos choques adversos que ha recibido la economía uruguaya.

El gobierno actual se ha comprometido a la recuperación del nivel del salario real previo a la pandemia, el de un lapso caracterizado por aumentos del referido salario por razones electorales como habitualmente ocurre y que fueran vastamente criticados en aquella oportunidad en la que el desempleo aumentaba, el empleo caía y la actividad se mantenía a lo sumo, estancada.

Ese compromiso se mantiene aun cuando siguen existiendo amenazas para las mejoras señaladas y para la recuperación del salario real: la situación argentina y la sequía. La primera afecta mucho al empleo en el litoral del país: del total de desempleados en Uruguay el 32% está en los departamentos limítrofes con Argentina, un país que todos saben que tiene precios sensiblemente menores a los nuestros por las diferencias cambiarias y por otros factores conocidos. La sequía afecta incrementalmente a la inflación por la suba de precios que impone sobre muchos precios de productos alimenticios en particular

El panorama planteado es el que se debe tener presente para hacer el análisis de la situación del mercado laboral recordando simultáneamente que siempre es difícil mantener el empleo si hay aumentos salariales que no respetan el valor de la productividad del factor trabajo, cuando ya hoy, el paro forzoso, que aunque más bajo que el de hace tres años, llega a 8,6%.

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