La doctrina de Andrew Mellon

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"Liquidar a la fuerza de trabajo, liquidar las acciones, liquidar a los campesinos, liquidar los bienes inmobiliarios". Eso, según Herbert Hoover, fue el consejo que recibió de Andrew Mellon, el secretario del Tesoro, mientras Estados Unidos se hundía en la depresión. Para ser justos, hay cuestionamientos en cuanto a si Mellon realmente dijo eso; lo único que tenemos es la versión de Hoover, escrita muchos años después.

Sin embargo, algo está claro: la liquidación al estilo Mellon es ahora la doctrina oficial del Partido Republicano.

Hace dos semanas, personal republicano del Comité Económico Conjunto Congresal dio a conocer un informe, "Gastar menos, deber menos, hacer crecer la economía", en el que se argumenta que al recortar el gasto y el empleo gubernamentales de cara a una economía profundamente deprimida, realmente se crearían empleos. En parte, invocaron la ayuda del hada de la confianza; más al respecto en un minuto. Sin embargo, el argumento principal es Mellon puro.

Esta es la explicación del informe sobre cómo los despidos crearían empleos: "Una fuerza de trabajo gubernamental más reducida incrementa el suministro disponible de empleados instruidos y capacitados para las firmas privadas, por tanto, reduce los costos laborales". Dejando el eufemismo, lo que esto quiere decir es que al incrementar el desempleo, particularmente de "trabajadores instruidos y capacitados", -en caso de que se pregunten, significa, principalmente, maestros de escuela- podemos hacer que bajen los salarios, lo que alentaría las contrataciones.

Existe, si se piensa en ello, un problema lógico inmediato: los republicanos dicen que la destrucción de empleos lleva a menos salarios, lo que lleva a la creación de empleos. Sin embargo, ¿no será que la creación de empleos lleve a sueldos más altos, lo que lleva a la destrucción de empleos, que lleva a…? Necesito una aspirina.

Más allá de eso, ¿por qué los salarios más bajos promoverían mayor empleo?

Hay un silogismo aquí: dado que los trabajadores en cualquier compañía en particular pueden salvar el empleo aceptando una reducción de salarios, se podría pensar que podemos incrementar el empleo total reduciendo el salario de todo el mundo. Sin embargo, la reducción de sueldos en, por decir, General Motors ha ayudado a salvar el empleo de algunos trabajadores al hacer más competitiva a GM respecto de otras compañías cuyos costos salariales no han caído. No hay beneficio comparable cuando se reduce el salario de todos al mismo tiempo.

De hecho, es casi seguro que las reducciones salariales generalizadas reducirían el empleo, no lo incrementarían. ¿Por qué? Porque, mientras caerían los ingresos, no sucedería lo mismo con las deudas, así que una caída generalizada de los salarios empeoraría los problemas de deuda que son, en este punto, el principal obstáculo de la recuperación.

En resumen, el "mellonismo" es tan equivocado ahora como lo fue hace ochenta años.

Bueno, la liquidación no es el único argumento que se presenta en el informe del Partido Republicano para sustentar la aseveración que reducir el empleo realmente genera trabajos. También invoca al hada de la confianza; es decir, sugiere que los recortes en el gasto público estimularán el gasto privado al incrementar la confianza del consumidor y las empresas, lo que lleva a la expansión económica.

O quizá "sugiere" no sea la palabra correcta; "insinuar" se acercaría más al punto. Ya que algo gracioso le pasó últimamente a la doctrina de la "austeridad expansionista", la noción de que recortar el gasto gubernamental, incluso en una recesión, lleva a un crecimiento económico más rápido.

Hace un año, los conservadores anunciaron alegremente con bombos y platillos estudios estadísticos que supuestamente muestran muchos ejemplos exitosos de "austeridad expansionista". Desde entonces, no obstante, investigadores meticulosos los han desacreditado más o menos a fondo, notablemente los del Fondo Monetario Internacional.

En su favor, el personal del Partido Republicano que redactó el informe tenía clara conciencia de que la evidencia ya no sustenta su posición. Para su descrédito, su respuesta fue plantear los mismos argumentos viejos, mientras que agregaban palabras engañosas para cubrirse: en lugar de aseverar directamente que la reducción en el gasto es expansionista, el informe dice que los efectos de la confianza de la austeridad "pueden aumentar el crecimiento del PIB". ¿Pueden bajo qué circunstancias? ¿Aumentar en relación a qué? No se dice.

¿Mencioné que en Gran Bretaña, donde el gobierno que asumió el poder en mayo se tragó completamente la doctrina de la austeridad expansionista, la economía se estancó y la confianza empresarial cayó a su punto más bajo en dos años? E, incluso, las nuevas y más pesimistas proyecciones gubernamentales están basadas en el supuesto que los hogares británicos altamente endeudados se endeudarán aún más los próximos años.

Sin embargo, no importan las lecciones de la historia, ni los acontecimientos que evolucionan en todo el Atlántico: los republicanos están ahora totalmente comprometidos con la doctrina de que debemos destruir el empleo para poder salvarlo.

Y los demócratas ofrecen poca resistencia. De hecho, la Casa Blanca, en particular, se ha rendido en la guerra de ideas; ya ni siquiera trata de argumentar en contra de los drásticos recortes en el gasto frente al desempleo elevado.

Así que ese es el estado del debate político en el país más grandioso del mundo: un partido ha adoptado silogismos económicos de ochenta años de antigüedad, mientras el otro perdió la voluntad para pelear. Y las familias estadounidenses pagarán el precio.

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