Guerra de Aranceles II: la secuela que impacta el comercio y los sectores industriales en crédito

Los jefes de investigación de crédito de la gestora de activos Janus Henderson, Mike Talaga y James Maxwell, junto con la gerente de cartera de clientes, Celia Soares, reflexionan sobre las implicaciones para los inversores en crédito.

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El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, habla en la Oficina Oval de la Casa Blanca mientras anuncia aranceles recíprocos, en Washington este 13 de febrero de 2025.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, hablando en la Oficina Oval de la Casa Blanca.
Foto: AFP

A medida que se desarrolla esta secuela, es probable que ciertos sectores industriales en los países afectados se vean más perjudicados. Los jefes de investigación de crédito de la gestora de activos Janus Henderson, Mike Talaga y James Maxwell, junto con la gerente de cartera de clientes, Celia Soares, reflexionan sobre las implicaciones para los inversores en crédito.

Los aranceles como herramienta de negociación

Los aranceles han sido una característica clave del enfoque del presidente Trump desde su primer mandato, convirtiéndose en un pilar fundamental de su estrategia política. En 2018, implementó diversos aranceles, centrándose principalmente en China y México, aunque la Unión Europea también se vio afectada. Estas medidas apuntaron a importaciones específicas, incluidos el acero y el aluminio a nivel global, así como ciertos productos de la UE, como aviones, vino, queso y aceitunas.

Sin embargo, esta nueva fase se está desarrollando de manera diferente, especialmente en lo que respecta a Canadá. La posibilidad de imponer aranceles podría servir como catalizador para negociaciones en temas distintos a los productos específicos afectados, lo que en última instancia es el objetivo de la administración. Se espera que esto se extienda a otros países o regiones, incluidos Colombia, Panamá, Groenlandia, además de México y Canadá. Trump ya ha amenazado, pero aún no ha aplicado, aranceles a bienes provenientes de la UE y podría dirigir su atención a otros países de la región Asia-Pacífico para resaltar o abordar desequilibrios comerciales percibidos. Hasta el momento, el presidente no ha hecho declaraciones sobre la posibilidad de imponer aranceles al Reino Unido.

Evaluar la probabilidad de que estos aranceles se vuelvan permanentes o sean sustituidos por otras medidas representa un gran desafío. La administración Trump emplea una estrategia de negociación única mediante el uso de aranceles, por lo que es crucial comprender los verdaderos objetivos del presidente y su equipo.

Sector automotriz

El sector automotriz es uno de los más afectados, especialmente los tres principales fabricantes de automóviles de EE. UU. (OEM, por sus siglas en inglés): General Motors, Ford y Stellantis. Estas empresas operan plantas de producción en México y Canadá para abastecer el mercado estadounidense. También los proveedores de componentes están en la mira, ya que muchas de sus fábricas exportan piezas a través de fronteras o ensamblan vehículos que luego se envían a EE. UU.

Una primera consideración es si esta situación representa una estrategia inicial de Trump para negociar. Curiosamente, la mañana del 3 de febrero se anunció que la imposición de aranceles a los bienes mexicanos se postergaría un mes, coincidiendo con la noticia de que el presidente de México acordó desplegar 10,000 efectivos de la Guardia Nacional en la frontera con EE. UU. Otra cuestión es si los fabricantes de automóviles trasladarán el costo de los aranceles a los consumidores, lo que podría afectar la demanda, o si absorberán parte del costo, impactando sus márgenes de ganancia.

Creemos que los OEM probablemente asumirán estos costos adicionales a corto plazo, lo que reducirá sus márgenes antes de que ajusten sus estrategias de precios tanto para los consumidores como para los proveedores. Mover la producción de regreso a EE. UU. no es un proceso rápido, especialmente debido a la dificultad de encontrar trabajadores calificados. Aunque hay capacidad ociosa en algunas fábricas estadounidenses, las que producen camiones y SUV de alto margen operan casi a plena capacidad, lo que complica cualquier plan de reubicación. Adaptar instalaciones existentes para nuevas líneas de producción requeriría una inversión significativa.

Para los fabricantes europeos, el impacto será mayor en los fabricantes alemanes de autos premium, como BMW y Mercedes, aunque su considerable presencia manufacturera en EE. UU. puede mitigar parte del impacto. Volkswagen (VW) enfrenta una situación más complicada, ya que su gran planta de producción en México abastece principalmente al mercado estadounidense. Sus subsidiarias Porsche y Audi importan desde Europa, lo que también las afectaría. En caso de que los aranceles se extiendan al Reino Unido, las empresas más perjudicadas serían Jaguar Land Rover y Aston Martin, dado que EE. UU. es un mercado clave para ambas. No obstante, dado su posicionamiento en el segmento premium y de lujo, podrían absorber los aranceles mediante aumentos de precios, ayudados por la depreciación de la libra esterlina frente al dólar.

A pesar de las fluctuaciones cambiarias, los grandes fabricantes aún podrían enfrentar dificultades para trasladar estos costos a los consumidores, quienes ya están bajo presión. La inflación en los precios de los vehículos en EE. UU. ha superado ampliamente el Índice de Precios al Consumidor (CPI), con un aumento promedio de casi el 30% en comparación con los niveles previos a la pandemia. Se estima que los aranceles añadirían más de 3,000 dólares por vehículo, lo que resultaría en un incremento del precio del 7% en promedio. Dado que la mayoría de los autos nuevos se compran a crédito, las tasas de interés también afectan la asequibilidad.

Tecnología

El sector tecnológico también enfrenta impactos diferenciados. El software se verá mínimamente afectado, ya que no depende de la producción de activos físicos y sus equipos de trabajo están distribuidos globalmente. Sin embargo, el hardware, que se fabrica mayormente en el extranjero, sí se verá impactado. Componentes clave como los semiconductores y obleas de silicio se producen principalmente en la región Asia-Pacífico (excepto China, con países como Tailandia y Malasia), y luego se envían a México para su ensamblaje, aprovechando los menores costos laborales.

En este contexto, los aranceles recientemente anunciados impactarán principalmente en la fase de ensamblaje. Los fabricantes finales como Dell y HP sentirán estos efectos más que sus proveedores.

Energía y materias primas

La administración Trump probablemente ha tenido en cuenta los efectos de los aranceles sobre la energía y las materias primas en la economía estadounidense. Se evidencia en la reducción de los aranceles a los recursos energéticos al 10%, en comparación con el 25% aplicado a Canadá en otras áreas.

La situación con el acero es clave, ya que las importaciones desde Canadá y México representan aproximadamente el 35% del total, mientras que el 90% de las exportaciones de acero de EE. UU. tienen como destino estos dos países, lo que ofrece una perspectiva diferente sobre el desequilibrio comercial. La cuestión crítica es cómo los aranceles retaliatorios podrían afectar el flujo de este material.

Los aranceles sobre el aluminio podrían representar un desafío mayor para la economía estadounidense, dado que el país es un gran importador neto de este metal.

Navegando la incertidumbre

En conclusión, “Guerra de Aranceles II” marca un capítulo complejo en la dinámica del comercio global, con efectos de gran alcance en diversos sectores. La estrategia de la administración Trump sigue desarrollándose de formas inesperadas. Las respuestas de los países y sectores afectados, así como la posibilidad de medidas de represalia, jugarán un papel crucial en la configuración del comercio y el crecimiento global.

Para los mercados, está claro que estas disrupciones presentan tanto oportunidades de valor relativo como riesgos, especialmente para las empresas que no puedan adaptarse a este entorno desafiante. Es fundamental que los inversores adopten estrategias activas para abordar estos desafíos con un enfoque dinámico de asignación entre regiones y sectores.

El sector automotriz, por ejemplo, representa una proporción significativa de los índices de inversión en grado de inversión y alto rendimiento. Hemos mantenido una postura defensiva hacia este sector, reconociendo no solo la creciente amenaza de guerras comerciales, sino también la débil perspectiva de producción este año y los desafíos en la adopción de vehículos eléctricos a nivel mundial.

Un sólido proceso de investigación de crédito para seleccionar emisores bien posicionados será fundamental para navegar estas aguas inciertas. En la actualidad, la clave es invertir activamente en empresas con balances sólidos, liquidez estable y operaciones con flujo de caja consistente y/o potencial de crecimiento.

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