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Factores exógenos adversos

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Foto: Pixabay

OPINIÓN

La situación macroeconómica de cualquier país tenía, hasta hace cinco meses, determinantes estrictamente económicos.

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Desde entonces se les ha sumado uno que se ha globalizado y que provoca un daño, hasta aquel momento, inimaginable: es el virus que comenzara en China, que se ha globalizado y que adquiere protagonismo central al afectar al escenario sanitario de numerosos países, provocando significativos problemas en la actividad económica y financiera mundial.

Nuestro país no escapa a esa situación y se encuentra entonces afectado adversamente por la mayoría de los factores que inciden en su actividad económica. Se trata de factores de naturaleza externa extra regional y regional —a los que me referiré hoy—, como interna.

Factores extra regionales

Entre los factores extra regionales, al menos cuatro son los determinantes que inciden sobre nuestra realidad productiva y que han sido profundamente influidos por el virus que se ha instalado: el nivel de actividad mundial, los precios internacionales, las tasas de interés internacionales y los rendimientos de los títulos de deuda, así como las paridades cambiarias.

En los primeros cuatro meses del año, la actividad económica mundial se ha deteriorado considerablemente. Basta mencionar lo ocurrido con la producción de bienes y de servicios (PIB) y el desempleo en las tres regiones más importantes del mundo. En Estados Unidos, el PIB se desplomó 4,8% y el desempleo se multiplicó por tres y subió a 14,7% en abril. En China, tras varios trimestres de suba de 6%, el PIB cayó 6% en el primer trimestre, mientras que en la Eurozona la caída de la actividad productiva se ubicó en 3,8% y llevó al desempleo a 7,4%, siendo importante la declinación de Alemania, de 2,3%. Otros países como Japón —en franca recesión desde setiembre del año pasado que se agrava por el problema del virus—, y el Reino Unido —también con baja de la actividad— han mostrado, asimismo, datos de aumento del desempleo. Se trata de influyentes regiones en el comercio mundial, por lo que Uruguay se verá afectado.

Debido a la pandemia, los precios internacionales de los productos exportables uruguayos inician una tendencia bajista en la mayoría de los casos. Pero, por otra parte, problemas de actividad que restringen la demanda por petróleo y el enfrentamiento entre Arabia Saudita y Rusia, han hecho declinar el precio del crudo, que se ubica en la mitad de lo que fuera hace cinco meses. Esa baja ha evitado el ajuste del precio de los combustibles en nuestro país, lo que implica un efecto colateral favorable de la situación. Como también lo significa el esfuerzo de las principales naciones del mundo, relajando considerablemente sus políticas monetarias, de modo de estimular el gasto y reavivar a sus economías, como también para evitar colapsos de empresas y quiebras de cadenas de pagos.

Las mínimas tasas de interés, en algunos casos negativas en términos nominales y las fuertes emisiones con fines de mantener los flujos de caja para estimular el consumo y evitar crisis sociales profundas, se transmiten también a los rendimientos de los títulos de los países avanzados, pero golpean de todos modos a los de los emergentes. También, el dólar se aprecia levemente ante las demás monedas líderes, pero más acentuadamente ante las de los emergentes.

La región

En la región, la situación de Argentina se ha vuelto desesperante. Prácticamente en default de su deuda pública y la consecuente escasez de financiamiento de su voluminoso déficit fiscal de 5,5% del PIB, le impulsa a financiarlo con emisión, lo que alienta a la inflación a pesar del control de precios. La situación puede desembocar en hiperinflación si se persiste en el financiamiento del déficit, con el impuesto inflacionario que es hoy el principal ingreso del gobierno, mayor a la contribución recaudatoria del IVA. El control de cambios no logra frenar el avance del dólar en el mercado negro y duplica al oficial, al que no puede acceder el público.

De nuestro vecino nos vienen malas noticias: exportaciones de bienes en baja y de servicios —turismo— cuando se reanuden las relaciones normales, también en fuerte baja. Potencialmente favorable es el gravamen que se impone sobre las exportaciones del agro, lo que puede estimular, como ocurriera hace diez años, el ingreso de capitales argentinos para realizar cultivos en Uruguay.

En Brasil, la situación también se ha visto golpeada por el desempleo en aumento y superando al 12% y por el de la producción en caída de acuerdo con los indicadores de avance tanto privados —los de gerentes de compras industriales y de servicios— como públicos —producción industrial, ventas al por menor— y el indicador de avance del Banco Central. La confianza de los consumidores y de los empresarios es muy baja y anticipa una situación que difícilmente se revierta en los trimestres que siguen.

Además de la recesión en la primera parte de este año, el tipo de cambio que se ha apreciado también afecta adversamente a la competitividad y venta de los exportables industriales uruguayos.

Conclusión

Tanto de fuera de la región como desde ella y debido también al problema sanitario en el que estamos inmersos, el panorama no es favorable para la actividad económica de nuestro país. Aunque observamos un manejo macroeconómico cauto y satisfactorio por parte de las autoridades económicas, la incertidumbre impide ver hasta cuando se mantendrá una coyuntura que poco se ha visto en las últimas décadas y sobre la que las referencias de salida no están disponibles. Es esa incertidumbre la que no permite hacer estimaciones del resultado que puede tener el PIB de este año.

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