El banco central que logró alinear expectativas y metas de inflación

"Los paraguayos nos dimos cuenta de que valía la pena invertir en institucionalidad económica", afirma el designado presidente del Banco Central de ese país, Carlos Carvallo.

Carlos Carvallo
Carlos Carvallo, designado presidente del Banco Central de Paraguay.
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Autonomía, respeto desde la política, credibilidad institucional y confianza de los agentes. Estos son los valores que el economista Carlos Carvallo destaca del Banco Central de Paraguay, institución que presidirá una vez que el Congreso le otorgue la venia. Carvallo destaca el alineamiento entre las expectativas de los agentes y una meta del 4% de la inflación “que se ha cumplido casi sin excepciones” y que apuesta a reducir a corto plazo. Asume “la excepcionalidad que representan las instituciones económicas”, en un país donde la institucionalidad pública es vista con recelo. “Hay un diferencial con el Banco Central”, subraya. Define la inflación baja como “un bien público” que el BCP debe ofrecerle a la población, y visualiza en un mayor impulso de la inclusión financiera una forma eficiente de colaborar con la evasión y la informalidad. A continuación, un resumen de la entrevista.

—Usted ya integró el directorio del Banco Central de Paraguay entre 2015 y 2020. ¿Qué ha cambiado en el país en estos pocos años?

—Paraguay está enfrentando los desafíos de cómo gestionar esa resaca que quedó de la pandemia, en el caso particular del Banco Central, retomar los bajos niveles de inflación. Pero el país también tiene desafíos fiscales, y los sociales: pobreza, empleo, incrementados por la pandemia.
Sin embargo, debo decir que la resiliencia económica de Paraguay fue puesta a prueba por la pandemia y los paraguayos nos dimos cuenta de que valió la pena haber invertido en institucionalidad económica, tanto en el plano fiscal como en el plano monetario, porque fue uno de los países que más rápidamente se recuperó y llegó a niveles de prepandemia, en lo que refiere al crecimiento económico.

—¿Qué costos ha tenido aproximar la inflación a la meta oficial, luego de haber estado en dos dígitos?  

—De alguna forma, hoy la inflación está dominada, convergiendo tanto la medición general como todas las medidas subyacentes. Se está llegando a la meta del BCP rápidamente, sin demasiado sacrificio monetario; es uno de los países de la región que menos tuvo que subir la tasa de política monetaria para empezar a ver los efectos sobre la inflación y tampoco hubo demasiado impacto en términos de niveles de actividad. Y eso tiene que ver básicamente, con la fortaleza de la institucionalidad, construida a lo largo de los últimos 15 años, un gran respeto por las reglas fiscales a nivel del gobierno y en el Central, un diseño institucional muy adecuado en el ejercicio de la autonomía, con un blindaje muy fuerte hacia eventuales incentivos a la captura política o corporativa. Esa credibilidad en el BCP pagó muy bien en momentos difíciles para la economía del país.

—La meta oficial es de 4%, la proyección oficial para 2023 está levemente por encima…

—Creo que vamos a cerrar el año en el entorno del 4,1%. Las expectativas de los agentes están también alineadas con esos objetivos. Precisamente, el canal de transmisión más efectivo que tenemos acá, son las expectativas, la credibilidad es nuestro mayor instrumento. Cuando el banco dice que su meta es 4%, como ahora, muy rara vez, salvo la excepción del momento más complicado de la pandemia, eso no se cumple. Felizmente, hoy día están totalmente ancladas las expectativas y en eso tiene mucho que ver la credibilidad en el Banco Central.

—Destacó antes la autonomía y el prestigio internacional del Banco Central como aspecto clave, en un país donde otras instituciones son vistas con recelo. ¿Que lo diferencia?

—La autonomía del Banco Central y la capacidad técnica de tomar decisiones en base a evidencia rigurosa, son esenciales. Fuimos de los primeros bancos centrales del mundo en comenzar a bajar la tasa de política monetaria y en tres meses la ubicamos muy próxima al cero. De la misma forma, también fuimos de los primeros en comenzar a subir, cuando se consideró necesario. El BCP reaccionó bien, no solamente en términos de la utilización de su instrumento de política monetaria, sino que también en cuanto al mensaje que dio a los agentes sobre las medidas que se tomaban.
Es cierto que el país tiene grandes desafíos para construir en términos generales, una institucionalidad fuerte y creíble. Este nuevo gobierno es consciente de ello y tengo muchas expectativas en que se avance en ese sentido.
En primer lugar, debo destacar a las personas que han ocupado cargos de decisión en el área económica; hay, de alguna manera, un pacto a nivel político de entender la necesidad de actuar con profesionalidad en el ministerio de Hacienda, que ahora se convertirá en Economía, y en el Central. El proceso de selección de las personas ha sido fundamental. En Paraguay ya se asume que quien va a ir al directorio del Banco Central es una persona probada, que entiende su trabajo, un técnico sin vínculos políticos y con la suficiente trayectoria y el carácter como para asumir un compromiso tan complejo. De esa forma, la institución ha podido sortear diferentes ciclos políticos sin presiones ni sobresaltos. Cabe destacar también que el único miembro del directorio del Banco Central cuyo mandato coincide con el del presidente de la República, es el presidente del directorio. El resto de los mandatos son todos escalonados. Me tocará gobernar con un quinto del Banco Central con colegas que vienen de otro periodo. Eso le da al Banco Central una fortaleza institucional impresionante.

—El sistema de metas de inflación, ¿lo califica de exitoso?

—Creo la efectividad instrumento se mide por su resultado, y más allá de las turbulencias de la pandemia, desde que se utiliza este esquema generalmente se ha logrado mantener la inflación en la meta, e incluso por debajo. Establecer metas de inflación ha sido, probablemente, una de las decisiones más relevantes que se ha tomado en el BCP desde hace un buen tiempo. Un esquema que se ha perfeccionado, donde se maneja información muy bien calibrada y un manejo de la liquidez de la economía con una sintonía muy fina. Pero además, la efectividad del instrumento también se mide por el sacrificio monetario para mantenerla, y ahí también ha sido eficiente.

—¿Apuesta a poder bajar la meta del 4% en este período?

—Creo que sí, que estamos en condiciones de discutir la posibilidad de tener una meta de inflación más cercana a los países desarrollados. Algo gradual, quizás primero un 3,5%, e ir bajando poco a poco. El objetivo es llegar a una inflación más eficiente desde el punto de vista de los agentes económicos en general, para que se puedan optimizar sus decisiones de ahorrar, invertir, pensar en largo plazo, etc. Es algo que el Banco Central puede entregar a la sociedad como un bien público.

—Y con la inflación convergiendo hacia la meta, ¿es probable pensar en reducir la tasa de política monetaria desde el 8,5% actual?

—Creo que hay condiciones de mercado como para empezar a pensar un proceso de convergencia también de la política monetaria hacia su neutralidad. No obstante, eso es algo que hay que analizarlo muy rigurosamente. Los equipos técnicos del Banco Central manejan la mejor información económica al país; una vez que asumamos, será momento de valorar junto a los técnicos que trabajan en la política monetaria, las condiciones para hacer ajustes en el corto plazo.
Una tasa neutra de política monetaria, se ubicaría entre 5% y 6%.

—El momento y la velocidad con que se concreta la salida de políticas monetarias contractivas, es un tema de debate a nivel global…

—Es verdad, yo creo que el sesgo conservador del Central siempre es un buen aliado para que las decisiones que se tomen sean sólidas. La reversión de este tipo de procesos suele tener un costo importante en términos de credibilidad.
Entonces, yo soy de la idea de cuando uno inicia este proceso tienen que hacerlo con evidencias muy claras.

—El dólar cotiza hoy en Paraguay en el entorno de los 7.200 guaraníes; ¿el BCP considera algún nivel óptimo para el tipo de cambio?

—En países bimonetarios como los nuestros, esa es una inquietud que está siempre latente. En ese sentido, hay también un trabajo muy importante que hizo el Banco Central, tratando de aislar al tipo de cambio de ese tipo de discusión, tomando distancia de cualquier tentación de utilizar el tipo de cambio como un ancla de control de la inflación o reaccionar a la demanda de la sociedad buscando un determinado número. Para que el esquema de metas de inflación funcione, se necesita que el tipo de cambio sea un precio de mercado, que fluctúe y que se acomode adecuadamente los choques que la economía recibe.
No quiere decir que en algún momento no se intervenga en un mercado que no es profundo y donde algunos jugadores muy fuertes pueden sesgar el comportamiento del mercado, generando movimientos que no sean relativos a los fundamentos de la economía. Diría que hoy, el tipo de cambio real en Paraguay está muy cerca de su equilibrio.

—En ese contexto, igualmente hay problemas de precios relativos con Argentina, que a Paraguay le impacta al igual que a Uruguay…

—Es verdad, sobre todo en zonas fronterizas. Pero creo que, ante ese fenómeno, mal podríamos nosotros tratar de seguirle el ritmo a Argentina.

—¿Qué opina sobre la opción de dolarización, como manejan algún candidato en Argentina?

—Para nuestros países, yo diría que definitivamente no. Creo que países como Paraguay o Uruguay, tenemos monedas creíbles. Dolarizar la economía, de alguna forma es, primero, hacer desaparecer la política monetaria. En segundo lugar, implica atarse a los ciclos económicos de un país que tiene características muy diferentes a la nuestra, con una base productiva totalmente distinta. Cuando uno adopta la moneda de otro país también internaliza una parte de sus ciclos económicos, además de amputarse la posibilidad de disponer de los instrumentos necesarios para hacer frente a situaciones complejas. Por esos y muchos otros argumentos, sin entrar en consideraciones de política, es que no comparto ese tipo de medidas, en términos generales.

—Entre los desafíos que tiene por delante Paraguay, la evasión impositiva es cercana al 30%, la informalidad de los trabajadores en el entorno del 60% y la pobreza en un 25%. ¿Qué se puede hacer desde el Banco Central para colaborar con superar estos magros indicadores?

—Son problemas muy importantes que el país tiene, sin dudas. De todos modos, en algunos casos, como la pobreza, hay una evolución a la baja, aunque aún muy lejos de lo que desearíamos. Desde el punto de vista del BCP, entiendo que cada institución tiene que hacer aquello para lo cual fue creada, y los dos objetivos fundamentales del banco son mantener una inflación baja y estable y un sistema financiero estable, eficiente e íntegro. El principal bien público que un banco central le puede ofrecer a la sociedad es mantener el valor de sus ingresos, su poder adquisitivo y mantener un sistema financiero libre de crisis.
No hay cosa más dañina que perder el control de la inflación, en términos del impacto sobre quienes viven de sus ingresos. Esa es la mejor política social que podemos hacer.
Por otra parte, estoy convencido de que una puerta de entrada hacia la formalidad es el sistema financiero regulado, un sistema que tiene desarrollos tecnológicos y capacidades como para incluir a aquellos que hoy están fuera y, entre otras cosas, endeudándose en condiciones inaceptables. Eso les daría acceso a una cuenta de ahorro de bajo riesgo, un crédito que permita emprender, etc. La inclusión financiera es un tema muy importante en el que nos proponemos avanzar en este período. El BCP ha sido el impulsor del desarrollo del sistema de pagos, en una economía donde el uso del efectivo es muy importante. Queremos seguir avanzando.

- El nominado Presidente del Banco Central de Paraguay (BCP) aguarda la venia del Congreso para asumir. Integró el directorio del BCP entre 2015 y 2020. Economista (Universidad de Campinas), posee una Maestría en Universidad Católica de Chile y un Doctorado en la Universidad Católica Argentina.

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