Sofía Harguindeguy - Grant Thornton Uruguay y Paraguay
Mucho se ha hablado sobre Pascale y sus contribuciones. En esta columna, me gustaría compartir una de las ideas que emergen de su última publicación : la evolución y divergencia del ingreso per cápita respecto a las economías avanzadas. Este análisis va más allá de las simples cifras económicas; nos brinda la oportunidad de examinar esta métrica como un reflejo de las decisiones económicas, las instituciones, las estructuras políticas, históricas y sociales que han moldeado nuestra sociedad. En este sentido, la divergencia económica no es un fenómeno aislado, sino el resultado de procesos complejos que se remontan décadas atrás y que requieren nuestra atención y por sobre todo nuestra acción.
Entendiendo el ingreso per cápita
Antes de profundizar en el análisis, es fundamental definir qué entendemos por ingreso per cápita y por qué es una métrica relevante. El ingreso per cápita se calcula dividiendo el ingreso nacional total entre la cantidad de habitantes de un país. Existen diversas formas de medir el ingreso per cápita, siendo una de las más comunes el Producto Interno Bruto (PIB) per cápita, que se obtiene dividiendo el PIB de un país entre su población total.
La importancia del ingreso per cápita radica en que es una medida de productividad, utilizada para proporcionar una visión sobre el rendimiento de las condiciones productivas de un país. Sus implicaciones a largo plazo están estrechamente vinculadas con el desarrollo económico y social de una nación. Un incremento sostenido en el ingreso per cápita puede contribuir significativamente al desarrollo económico, a la reducción de la pobreza, a la mejora de la calidad de vida de la población, así como al desarrollo de infraestructura y servicios públicos. Sin embargo, es crucial destacar que el ingreso per cápita no constituye la única medida de desarrollo. Otros factores como la distribución del ingreso, el acceso a la educación y la salud, seguridad, son también importantes para evaluar el progreso de una sociedad. Existen numerosos indicadores complementarios que podrían brindarnos una visión más completa y precisa del bienestar y la calidad de vida de los países. Pero, a pesar de su simplicidad, el ingreso per cápita sigue siendo una herramienta ampliamente utilizada para aproximar estas métricas.
Evolución del Ingreso per cápita: Luces y sombras
Al analizar la trayectoria del ingreso per cápita a lo largo del tiempo, surgen cuatro conclusiones fundamentales que nos ofrecen una visión clara de su evolución y el desafío al cual se enfrenta Uruguay.
1. Crecimiento Positivo. Resulta innegable que el PIB de Uruguay ha experimentado un crecimiento positivo en las últimas décadas. Desde julio de 2013, Uruguay ha sido clasificado como un país de renta alta por el Banco Mundial. Además, ha mantenido un promedio de crecimiento anual del 3% en los últimos 20 años. Sin embargo, el ritmo promedio de crecimiento en los últimos 8 años ha disminuido al 1% anual.
2. Uruguay en el contexto regional. Uruguay se destaca entre los países de la región en términos de ingreso per cápita, situándose únicamente detrás de Chile. Supera el promedio de América Latina y el Caribe en un 67%. Además, las proyecciones del FMI indican que para el 2024, Uruguay podría consolidarse como el líder regional en esta métrica.
3. Divergencia económica: Distancia con Economías Avanzadas. A pesar de los avances, la distancia entre Uruguay y las economías avanzadas sigue siendo motivo de preocupación. El ritmo más lento de crecimiento del ingreso per cápita en comparación con las economías desarrolladas ha contribuido al aumento de esta brecha. Por ejemplo, al comparar el ingreso per cápita de Uruguay con el de Estados Unidos, vemos que en 2022 representó el 34%, mientras que en 2014 representaba el 37%. Es decir, que el ingreso per cápita del Uruguay es casi un tercio del estadounidense. Esta distancia con Estados Unidos se ha incrementado. Este patrón también se observa si lo comparamos con otros países, como Finlandia, que pasó del 51% al 49%, Nueva Zelanda del 56% al 54%, y España del 63% al 60%. Por lo tanto, aunque el crecimiento del ingreso en Uruguay fue positivo, fue menor al experimentado por las economías avanzadas, lo que resultó en un aumento de la brecha con el tiempo, alejando aún más a Uruguay de estos países.
4. La divergencia es un hecho regional. Esta tendencia de divergencia no es exclusiva de Uruguay, sino que es una característica estilizada de toda América Latina. Esta situación refleja la dificultad de la región para converger hacia los niveles de ingreso de las economías más avanzadas.
Diagnostico conocido y persistente, soluciones inexistentes entonces, si el diagnóstico es ampliamente reconocido y ha sido evidente desde 2014, ¿por qué aún no se han tomado medidas para revertir esta tendencia? La realidad es que las soluciones no son tan simples como podríamos desear, requieren de una visión estratégica a largo plazo para ser efectivas. Dos razones principales explican esta situación.
En primer lugar, la trampa del ingreso medio implica que el país ha logrado alcanzar un nivel de desarrollo intermedio, pero enfrenta obstáculos significativos para avanzar hacia niveles superiores de prosperidad económica. Este fenómeno puede deberse a una serie de factores, como la falta de diversificación económica o la dependencia de sectores vulnerables a los vaivenes del mercado internacional. Superar esta trampa requiere de políticas y reformas estructurales profundas que aborden estos problemas subyacentes de manera integral y sostenida en el tiempo. Como lo señala Ernesto Talvi (junto a otros autores) “la convergencia desde el subdesarrollo al desarrollo es la excepción que confirma la regla, en tanto que la no convergencia es un fenómeno generalizado en todas las economías emergentes” .
En segundo lugar, las medidas necesarias para impactar positivamente en el futuro suelen ser impopulares en el corto plazo. Esto se debe a que muchas de estas acciones implican costos inmediatos, mientras que los beneficios suelen materializarse en el mediano o largo plazo.
Mirando hacia el futuro: Necesidad de acciones urgentes
Como sugiere Pascale: “Divergimos. Ahora es el momento de converger, si no queremos empobrecernos más en relación con otros países(...)”. Esta tendencia debe ser revertida. No basta con afirmar que Uruguay se destaque en la región; la realidad nos muestra que la región también está divergiendo de los países avanzados, y Uruguay debe aspirar a corregir esta dinámica.
En un año electoral como el actual, es esencial plantear estas cuestiones y explorar las diversas alternativas propuestas para su solución. En las palabras de Jorge Luis Borges: “El futuro no es lo que nos pasará sino lo que haremos”.
(*) Sofía Harguindeguy. Gerente del Área de Consultoría Económica de Grant Thornton Uruguay y Paraguay