DR. PABLO PERA PIROTTO
La presencia de venas dilatadas en los miembros inferiores es sumamente frecuente, sobre todo en el sexo femenino. Distintas estadísticas afirman que más del noventa por ciento de las mujeres tienen en sus tobillos, piernas o muslos, lo que se conoce popularmente con el nombre de "arañitas vasculares". Su color va desde el rosado intenso en las más pequeñas, hasta el violeta o verde oscuro en las de mayor calibre.
En su origen inciden los mismos factores que determinan la aparición de las várices. Lo primero a tener en cuenta es la carga genética, es decir, la herencia que tenga la persona. Es muy común que la madre, abuela, o algún pariente cercano también sufra o haya sufrido de insuficiencia venosa, lo que se expresa como "mala circulación".
Pero además, actuando sobre ese terreno predispuesto, hay una gran gama de factores que pueden mejorar o empeorar la situación. Por ejemplo, en relación a la actividad laboral, hay profesiones o empleos que claramente colaboran con su proliferación. Estos son los que requieren estar mucho tiempo de pie o sentado con las piernas colgando: docentes, peluqueras, oficinistas, guardias de seguridad o gente que pasa muchas horas detrás de un mostrador suelen estar afectados por este problema. Si además de esa rutina diaria perjudicial han heredado venas que les cuesta empujar la sangre desde las piernas hasta el corazón, el hecho de permanecer en posición de pie durante varias horas hace que a esos vasos sanguíneos les sea aún más dificultosa la tarea, teniendo que vencer la fuerza de la gravedad.
Por eso es común apreciar que en la mañana, al despertar, es cuando las varículas están más pequeñas y menos hinchadas. Por el contrario, al finalizar la jornada, los miembros inferiores pueden sufrir sintomatología que es característica de este trastorno circulatorio: pesadez, cansancio, calambres, sensaciones de hormigueo e hichazón. Todo esto se ve favorecido en casos en los que existe sobrepeso, así como también durante el embarazo ya que ambas situaciones aumentan la presión a nivel abdominal.
En relación al tratamiento, existen distintas medidas que ayudan a detener la evolución y mejorar los síntomas. Básicamente hay que intentar evitar permanecer durante largas horas parado y quieto, realizando algunas caminatas o levantando las piernas y, de estar sentado, siempre que sea posible elevar los miembros apoyándolos en un banco o silla. Las medias de compresión elástica de buena calidad son también muy importantes, ya que está comprobado que la compresión ayuda a esas venas que están alteradas. En cuanto al ejercicio físico, todo lo que fortalezca la pantorrilla es bueno para estimular la circulación (bicicleta fija o móvil, subir y bajar escaleras).
Específicamente para la eliminación de esas varículas, existe una terapéutica que en manos entrenadas logra muy buenos resultados. Se trata de la escleroterapia, es decir, la eliminación de las dilataciones venosas mediante la inyección de una sustancia que las esclerosa. Para ello se utilizan jeringas especiales muy finas que provocan muy poco dolor, lo que permite que el paciente siga con sus actividades normales. Se realiza en sesiones que son habitualmente de frecuencia semanal, ya que existe un límite de líquido esclerosante que puede ser aplicado en cada oportunidad.
Mientras se está realizando el tratamiento hay que evitar la exposición al sol, ya que ésto puede producir pigmentaciones, que luego tardan en resolverse. Es por eso que esta época del año es la más adecuada para decidirse a eliminar las "arañitas venosas".