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Sobre cómo sanarse escribiendo

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Romina Paula. Foto: Carlos Furman

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Romina Paula tiene 39 años. Es escritora, dramaturga, actriz y ahora estrena su primera película como directora.

Romina Paula suena a nombre de ficción, pero es real. Y es el nombre de una escritora joven que ya dejó de ser promesa hace un buen tiempo. Romina Paula es el nombre de la autora de ¿Vos me querés a mí?, Agosto y Acá todavía. Romina Paula escribe sobre la angustia, sobre la muerte, sobre el dolor, sobre la sexualidad, sobre lo femenino, sobre la familia y los vínculos pero sobre todo, escribe sobre su experiencia. O su experiencia es la que está detrás de cada texto de Romina Paula.

Es escritora, dramaturga, directora teatral, actriz, guionista (fue la libretista de El Maestro, el unitario de Polka protagonizado por Julio Chávez), y ahora también, directora de cine: su ópera prima, De nuevo otra vez, que escribió, dirigió y protagoniza (junto con su madre y su hijo), pretende ser estrenada en mayo de este año en Buenos Aires.

Pero sobre todas las cosas y antes de ninguna etiqueta, Romina Paula es una contadora de historias que calan profundo y que cada vez suenan más en las letras argentinas y de la región. Incluso su obra Cimarrón, que fue estrenada en un teatro del off porteño y luego pasó al emblemático Cervantes, fue elegida por los críticos de La Nación como uno de los mejores espectáculos de 2018. Y en Uruguay fueron estrenados dos de sus títulos: El tiempo todo entero, que fue puesto por la Comedia Nacional en 2014, y Algo de ruido hace, que estuvo en cartel en el Teatro del Museo durante 2018.

El tiempo todo entero, un espectáculo lleno de vida
"El tiempo todo entero", por la Comedia Nacional. Foto: difusión

Con 39 años, Romina Paula dejó de ser una promesa para consolidarse en la escena cultural argentina. Sus formas de escribir, que siempre están llenas de dramaturgia y de narrativa, y su escritura casi personal hacen que sea un referente, especialmente para las generaciones más nuevas. “Te recibís de semi intelectual joven porteño cuando te enamorás de Romina Paula”, escribió uno de sus seguidores en Twitter. Y es que solo hacen falta un par de páginas para descubrirla y nunca más soltarla.

Vocación

 Nació en Buenos Aires, en 1979. Y siempre quiso ser escritora. O escritora y abogada y profesora de educación física. Así que cuando terminó el liceo, decidió estudiar Letras, pero en seguida abandonó y se dedicó al teatro por completo.

Es egresada de la Carrera de Dramaturgia de la Escuela Metropolitana de Arte Dramático (EMAD). Como actriz se formó con Alejandro Catalán, Ricardo Bartís y Pompeyo Audivert y participó en varios espectáculos: El Padre, con dirección de Pablo Ruiz, Darío tiene momentos de soledad, de Santiago Gobernori, La niña fría, con dirección de Daniel Veronese, La Pornografía y Los Demonios, de Gonzalo Martínez, El diván, de Michel Dydim y La Marea, de Mariano Pensotti.

Romina Paula. Foto: Carlos Furman
Romina Paula. Foto: Carlos Furman

Sin embargo, llegó un momento en su vida en que se dio cuenta de que disfrutaba más de mirar los espectáculos y pensarlos desde afuera, que desde el escenario. Es que, dijo en alguna ocasión, estar arriba de las tablas le generaba una especie de claustrofobia: “Para mí, actuar en teatro es como un vértigo que no se puede detener y eso me empezó a matar”.

No le sucede lo mismo en el cine, donde se siente más protegida. Por eso, quizás, acumula varios títulos como actriz: La punta del diablo, Resfriada, El hombre robado, Todos mienten y Viola de Matías Piñeiro, El Estudiante, de Santiago Mitre y en El día trajo la oscuridad. Por El Estudiante, que protagonizó con Esteban Lamothe, ganó en 2011 el Premio Sur a Revelación Femenina.

Además, tuvo su primera participación como actriz de televisión, tras interpretar a la esposa del personaje de Joaquín Furriel en El jardín de bronce, una producción de Polka y HBO que se estrenó a mediados de 2017 y que prepara su segunda temporada.

Sin embargo, nada de eso pesa tanto en la experiencia de Romina Paula como las historias que ha escrito. Porque sus historias son, siempre, parte de su vida. Y eso queda en absoluta evidencia en Acá todavía, su tercera novela, que publicó en 2016. Allí la protagonista narra la muerte de su padre, y, aunque el papá de la ficción poco se parece con el real, la experiencia de atravesar la muerte de una forma tan cercana es la misma y fue el dolor que sintió cuando falleció su papá lo que la impulsó a escribir. “El padre de la novela no es para nada mi papá. Sin embargo, hay partes del libro que me duelen si las leo ahora. Si se elaboró algo del duelo, no lo percibí conscientemente. Sí pensaba que tanto dolor tenía que servir para algo (…) Nunca había estado en contacto con el proceso de una enfermedad, con la vida en un hospital. Me pareció muy dolorosa la decadencia, la desesperanza, la incertidumbre… Mi papá no hablaba mucho de lo que le estaba pasando cuando estaba internado. Y la novela es un Frankenstein entre hechos reales y ficticios. Obvio que la experiencia está detrás de todo”, dijo la escritora en una entrevista con La Nación. “En mis novelas siempre hay una primera persona femenina contando sus cosas, una especie de falso diario con cosas mías e inventadas”.

Así, hasta que no le surgieron las propuestas para escribir y actuar para la televisión, Romina se embarcaba en procesos y trabajos completamente alejados al ritmo y la lógica de la pantalla chica. La escritura dramatúrgica y narrativa eran sus nichos, a veces los alternaba con la dirección teatral, pero siempre eran procesos que le llevaban mucho tiempo y, sobre todo, mucha prudencia. Entre sus dos primeras novelas, ¿Vos me querés a mi? y Agosto, pasaron cuatro años. Y Acá todavía se publicó siete años después.

Romina Paula. Foto: Carlos Furman
Romina Paula. Foto: Carlos Furman

Algo parecido sucede con sus obras de teatro, que se presentan en temporadas largas y con un gran margen de tiempo entre una y otra. “Si los proyectos se solapan, si todo está cerca, no logro ni saber qué estoy haciendo. Hay un punto ciego con los trabajos propios. Uno cree que está haciendo determinada cosa y el otro entiende otra. Y comprender de verdad qué estoy contando sólo me resulta posible con un poco de distancia. Las certezas que puedo llegar a tener sólo se me arman con tiempo”, dijo en una entrevista con la revista Rolling Stone.

Quizás por el tiempo, quizás también por vocación o por necesidad, Romina se dedica a dictar talleres de dramaturgia y narrativa. Pero ahora lo que más la ocupa es la edición de su película, en la que, como en sus novelas y obras, se mezcla la realidad (su realidad) con relatos de ficción, para darle a su verdad un nuevo sentido. O al menos, para poder acercarse a ella, algo que Romina pareciera intentar cada vez que escribe: decirse a sí misma en una hoja, pensarse, romperse, entregarse y armarse, para después, por fin, inventarse nuevas vidas, nuevos mundos, nuevas verdades.

Tres novelas con voces femeninas

En 2005:
Romina Paula

"¿Vos me querés a mí?"

Esta historia surgió a partir de un diálogo con una amiga, artista plástica, que luego ficcionalizó.
Es su primera novela y la publicó en 2005, a los 26 años.
En ella, la protagonista se plantea dudas existenciales sobre el amor, la vida y la muerte. El libro comienza con un diálogo, que, en principio parece no tener sentido, pero tiene la habilidad de atrapar al lector desde la primera línea.

En 2009:
Romina Paula

"Agosto", relato de un viaje

“Algo así como que quieren esparcir tus cenizas. Algo como que quieren esparcirte”, así empieza su segunda novela, de 2009, que trancurre en el viaje de la protagonista a la Patagonia argentina para participar del ritual fúnebre de una amiga muy cercana. El recuerdo y reencuentro con la niñez y adolescencia, los ideales que se caen, acaparan sus páginas.

En 2016:
Romina Paula

"Acá todavía", sobre el dolor

Es su última novela y una de las más íntimas, aunque, según dijo en varias entrevistas, como siempre en su escritura, lo real se mezcla con la ficción.
La autora la escribió luego de la muerte de su padre y en ella, Andrea, la protagonista, asiste a la agonía de su padre internado sorpresivamente en un hospital privado de Buenos Aires. La sexualidad, la angustia, el dolor, la nostalgia, el amor y la búsqueda del ser amado, son protagonistas.

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