El martes se cumplen tres meses de la desaparición en Portugal de la niña británica Madeleine McCann. Los esfuerzos de búsqueda casi han cesado, pero sobrevino en Europa el "efecto Maddie": una ola de inseguridad que puso por las nubes la demanda de dispositivos satelitales de rastreo en niños, sobre todo en Gran Bretaña.
Celulares, pulseras, brazaletes o baberos, casi todo sirve para esconder chips que revelan la posición exacta del niño las 24 horas del día. El dispositivo, que usa la tecnología GPS (Sistema de Posicionamiento Global) emite una señal que es captada por un satélite y se puede visualizar en un mapa a través de Internet o en la pantalla del celular. Se le puede agregar micrófono y cámara para escuchar y ver lo que hace el niño en todo el momento, aunque, como era de esperar, el debate ético no se hizo esperar.
El GPS se emplea para el rastreo de vehículos y la agricultura (detección de suelos productivos), además de sus usos militares o de aviación. Recién ahora, a fuerza de demanda, comienzan a comercializarse en el mundo para el seguimiento personas.
En la cresta de la ola del "efecto Maddie", una firma inglesa ofrece una gama completa de vestimenta para bebé que llevan bordado un chip. Otros venden el dispositivo que puede esconderse en un reloj, un celular o un oso de peluche. Los costos van desde los 700 a los 1.500 dólares.
Claro que ante un eventual secuestro, los captores seguramente se deshagan de estas cosas. Por eso, las empresas trabajan ahora en buscar la forma de implantar el chip en el cuerpo del niño. El problema, por ahora, es el tamaño.
Ya existen en el mundo chips implantados, parecidos a un grano de arroz, aunque no pueden de momento usar la tecnología GPS.
En Barcelona, por ejemplo, los invitados vip de la discoteca Baja Beach Club no tienen tarjeta ni brazalete. Se les implantó un chip debajo de la piel en la mano y un receptor los identifica en la puerta. Ocurre que los dispositivos subcutáneos pueden realizar estas acciones simples, pero no emitir en clave GPS.
Sin embargo, todo es cuestión de tiempo y la empresa estadounidense Verichip aseguró que en pocos meses sacará al mercado un chip para rastreo personal cuyo tamaño sería adecuado para implantarlo.
CÁRCEL EN CASA. En Uruguay, el GPS se utiliza desde hace varios en años para el control de flotas de vehículos o para la seguridad de autos particulares. Si es hurtado, el sistema lo ubica en el mapa.
Para rastreo de personas, en cambio, el mercado no tiene casi demanda, aunque ahora se abriría una posibilidad en el manejo carcelario.
Fuentes del Ministerio del Interior aseguraron que están evaluando implementar un sistema de prisión domiciliaria para reclusos no peligrosos que serían vigilados a través de pulseras o tobilleras con GPS. De esa forma, se pueden seguir los pasos del penado durante las 24 horas.
El sistema se piensa como alternativa contra el hacinamiento de las cárceles. Varios países ya lo usan como Argentina, Gran Bretaña, Estados Unidos y España, entre otros.
Hace dos años, el empresario Gastón Rodríguez Tabó, de Puerto Satelital, presentó un prototipo de tobillera a las autoridades, pero la negociación no prosperó. "Tal vez ahora vuelva el interés", dijo.
La tobillera se coloca con un cierre de seguridad en el recluso. Además de marcar en todo momento la posición en un mapa, el dispositivo puede lanzar una alerta si el penado intenta removerlo. Otros más avanzados añaden hasta un espirómetro e informan a la central si se pasó de la raya con el alcohol.
Otra aplicación sería la de controlar decisiones judiciales que prohíben a procesados por violencia doméstica acercarse a los hogares de sus víctimas.
En aquel momento, Rodríguez Tabó presentó el precio de 50 dólares por mes por recluso. El dispositivo en sí no es caro, la mayor parte del costo corresponde a la red de seguimiento. "Seguramente, es mucho menos de lo que se gasta en las cárceles. Además, está la posibilidad de que el propio condenado se lo costee. Porque con este sistema, el preso puede seguir trabajando y con su familia. El que puede, seguramente, lo pagará", dijo.
Un escollo para esta tecnología es la legislación. La prisión domiciliaria está prevista únicamente para aquellos con problemas de salud.
El otro dilema puede ser ético. ¿Hasta dónde el estado tiene el derecho de conocer todos y cada uno de los lugares que recorre una persona?
Para el caso del rastreo satelital de niños, la polémica ya está abierta en Gran Bretaña, pues estos aparatos podrían bloquear el desarrollo del sentido de independencia de los más pequeños.
"Pongamos las cosas en perspectiva -dijo Michelle Elliot, directora de Kidscape, organismo defensor de los derechos del niño en Gran Bretaña-. En los últimos 25 años, de los 11 millones de niños que hay en el Reino Unido, entre 5 y 7 fueron secuestrados y asesinados por un extraño. El 90% de los abusados lo fueron por familiares y a veces en su propio hogar. Estos dispositivos no son la solución".
La cosecha justa y el auto vigilado
AGRICULTURA. A través del Sistema de Posicionamiento Global (GPS) se pueden hacer muestreos topográficos del suelo para hallar las zonas más productivas. En Uruguay, la empresa Geosys es una de las que desarrolla esa actividad, según explicó Eduardo Regina, de la firma. A la vez, hacen lo que se conoce como la "agricultura de precisión". "Son equipos que se instalan en las cosechadores y vía satélite muestran los datos sobre los lugares de mejor rendimiento de un campo", dijo Regina. La utilidad es volver a sembrar en esas zonas en la zafra siguiente.
VEHÍCULOS. En Uruguay, varias empresas ofrecen el servicio GPS para el rastreo de vehículos ante un robo, por ejemplo. Otra posibilidad es hacer el seguimiento de flotas de transporte. GPS Traking es una de las firmas que realiza ese trabajo. Por Internet o vía celular se puede observar la posición de cada móvil de la flota y la distancia que recorrió de modo de controlar el consumo de combustible. Por emergencia, se puede apagar el auto o trancar las puertas a distancia.