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Qué hay detrás de las diez cartas de Tarot pintadas por Montevideo

Hace siete años que Sebastián “El Santo” pinta Arcanos Mayores por las calles de la capital, luego de un viaje introspectivo por América Latina. Busca dejar un mensaje vibrando en cada muro.

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El Santo junto al último mural que pintó, una versión de la carta del Carro en Agraciada y Lucas Obes.
El Santo junto al último mural que pintó, una versión de la carta del Carro en Agraciada y Lucas Obes.
Foto: Leonardo Maine.

Para hablar del coqueteo entre Sebastián “El Santo” (seudónimo) con el arte y el universo de los naipes hay que remontarse a cuando su prima le regaló un mazo de cartas de superhéroes. Él, con 8 años, creó sus propias versiones, modificando colores y tipografías. Esa búsqueda inconsciente presente desde la niñez se mantuvo latente, hasta que en 2015 -ya habiéndose graduado en pintura y diseño en UTU- descubrió el Tarot en un viaje como mochilero por América Latina. Fue un año cargado de aventuras artísticas -pintó murales por varias ciudades e hizo intercambios en centros culturales- pero también de introspección y autodescubrimiento.

“Fue un momento de mucha apertura, como una peregrinación: decidí irme para probarme, conocer el mundo y a mí mismo. Y se dieron sincronías en el camino: te encontrás una carta, ese mismo día una persona te enseña cómo se lee el Tarot, otra te cuenta una historia y te muestra las cartas que tiene de una abuela. Fue un proceso de un año y en distintos puntos (Bolivia, Chile, Colombia) aparecían señales. Cuando estás abierto, listo para aprender, aparece el maestro”, asegura El Santo a Domingo.

En esa travesía se cruzó con gente que le transmitió distintas enseñanzas -unos lo arrimaron a lo artístico, otros le dieron un marco histórico y o le mostraron cómo interpretar cada carta- que sumó a su bagaje. Estando lejos se compró un mazo de cartas, y al volver a Uruguay, conectó con la energía del Tarot desde lo visual.

Así comenzó a pintar una serie de Arcanos mayores del Tarot por las paredes montevideanas. Hoy supera las 10 cartas, aunque algunos muros han sido tapados, otros demolidos o se han derrumbado.

En los inicios, su modus operandi consistía en descargar una imagen, buscar una pared que lo convenciera y sumara al entorno, y ejecutar el mural. “Era tratar de copiar esa imagen del Tarot de Marsella de forma fiel, no hacer una interpretación”, dice.

No elige los sitios a intervenir al azar, sino que busca paredes concurridas: el objetivo es que la gente la vea, haya una conexión y tenga impacto. “También hay un componente del ego artístico. Uno quiere aprobación, que la gente lo disfrute, y a la vez que conviva, que haya un equilibrio: dejar algo que alimente a los demás, no solo tu ego”, se explaya quien está convencido de que el carácter universal de los Arcanos hace que la gente los pueda trasladar a su historia.

Tiene varias cartas en el tintero, pero no plasma cualquiera; las selecciona de acuerdo a lo que le resuena el lienzo en cuestión: “Se va dando de forma espontánea, también acorde a la pared que elijo, voy conociendo el entorno y con qué mensaje podría ir”, explica. Tiene vistas un par de paredes por Luis Alberto de Herrera y 8 de Octubre, pero le resta conseguir el permiso de los vecinos y evaluar si amerita: “Se viene la campaña electoral y es un momento complejo para pintar, es como una pulseada”, se sincera sobre las pegatinas y pintadas políticas.

En los últimos años profundizó en la teoría del Tarot, se formó con distintos maestros, y lo adoptó como medio de vida, aunque las clases de pintura y dibujo siguen siendo su principal ingreso. Y explica su método: “No trabajolas cartas de una forma predictiva; más bien va hacia el autoconocimiento, como una sugerencia. Es una narrativa que se construye entre lo que la persona está dispuesta a reconocer de su escenario y lo que el símbolo de ese mensaje tiene para ofrecer”.

Magia

La Luna (ubicada en Salto y Maldonado) es una de las diez cartas que pintó El Santo en Montevideo.
La Luna (ubicada en Salto y Maldonado) es una de las diez cartas que pintó El Santo en Montevideo.

Que su debut en los murales del Tarot haya sido con la carta de la Estrella en 2016 es una clara señal del destino. Ese Arcano, dice, es símbolo de autenticidad, belleza, esperanza, y tiene que ver con estar haciendo lo que tenés que hacer. De esa obra ya no quedan rastros: estaba en una columna del Parque Capurro, pero una vez que lo renovaron, voló.

No fue la única de su serie que desapareció. Una carta de la Fuerza ubicada en una parada de ómnibus por Rincón del Cerro se derrumbó luego de que una camioneta chocara contra ella. Una de El Carro que pintó en la fachada de una casona tapiada en la calle Aquiles Lanza fue demolida en 2022 para levantar un edificio. Otras de sus obras han sido vandalizadas o les han pintado cosas arriba. “No podés estar como un perro guardián custodiando: lo pintás y te tenés que desprender, queda a la buena de la calle”, dice. Aunque almural de Agraciada y Lucas Obes decidió darle una segunda oportunidad. “Hace cuatro años había pintado una carta vinculada con la Emperatriz, se puso pálida, la rayaron y dije ‘¿la dejo o redoblo la apuesta y hago algo más grande?’ Y hace un mes pinté una versión de la carta del Carro (foto)”, puntualiza quien encontró en los murales del Tarot su estilo más auténtico en “la fauna de los grafiteros”.

Otras obras de su producción que viven y luchan, y seguro se cruzó alguna vez -sino preste atención si circula por la zona- son: una carta del Carro y otra de la Fuerza (ambas por Agraciada), una Rueda de la Fortuna (en Joaquín Suárez y Hermanos Gil) y una Luna (por Salto y Maldonado).

La anécdota más curiosa le pasó con unas Sacerdotisas que pintó con una colega en una pensión en Arenal Grande y La Paz. La pared tenía un grafiti añejo, con insultos y su plan era embellecerla. “Golpeamos un par de veces para pedir permiso y nadie atendía. Dijimos ‘peor de lo que está no va a quedar’. Pintamos tres versiones de la Sacerdotisa, y el último día, cuando estábamos por firmar, re contentos, aparece la dueña un poco contrariada. Por un lado nos agradecía, pero por otro nos decía ‘no me gusta porque la iglesia me dice que el Tarot no’. Justo la carta que habíamos pintado es como una virgen, con cruces, re eclesiástico, no va en contra de la religión. Seguimos hablando, nos dijo que estaba muy lindo y se fue. Entendimos que estaba todo bien y a los seis meses la borró: blanqueó solo las cartas y las firmas, el resto de la pared la dejó como estaba. También entendés que eso mueve cosas, hay gente que va a estar a favor y otra en contra”, confiesa El Santo.

Está convencido de que a nivel energético sucede un acto mágico cada vez que pinta un mural de Tarot debido a la intención que coloca.

“Trato de dejar un mensaje vibrando en lapared. Cuando uno pone su energía vital a la creación, la gente lo recibe desde un lugar distinto. Me pasó que aparecieran personas mientras estaba pintando que representaban al personaje de la carta. ‘Me bajé del ómnibus porque vi esto y me gustó’, y cuando le explicás de qué se trata se cuenta de que se identifica con ese personaje. Es una afinidad que se da: uno está dejando un mensaje con cierta sintonía y eso hace que las personas puedan llegar y encontrarse”, concluye.

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