Playa Verde: queda al descubierto un taller de antiguos cazadores y recolectores

Sitio arqueológico Urupez. Antes de ser un balneario, era un taller de reparación de herramientas de piedra que alberga una de las evidencias más antiguas de ocupación humana. Pero su futuro es incierto.

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Excavaciones en Playa Verde.

Si eligió Playa Verde para descansar este verano, sepa que, mucho antes -hace unos 12.000 años- otros humanos ya ocupaban el mismo terreno, aunque con propósitos muy distintos. Mientras usted disfruta del mar, aquellos cazadores-recolectores, entre los primeros en habitar esta región del continente, explotaban los recursos naturales de la zona, en particular la riolita, para fabricar sus herramientas. En otras palabras, Playa Verde, hoy balneario, fue en el pasado un verdadero “taller de reparación”, según confirma una reciente investigación del arqueólogo Óscar Marozzi.

El estudio señala que el sitio arqueológico Urupez -nombrado así por la planta industrial construida allí en la década de 1970- funcionó como un centro especializado en la reparación de puntas de proyectiles utilizadas en lanzas (no en arcos y flechas). Los hallazgos indican que no se trataba de un sitio utilizado de manera esporádica, sino de un lugar de ocupación recurrente, vinculado a la explotación de la riolita, una piedra de alta calidad.

“Se demuestra la experticia de estos grupos tempranos, que les permitía conocer el terreno y aprovechar las mejores materias primas”, señala Marozzi, investigador del Departamento de Arqueología del Instituto de Antropología de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la República.

En la época en que Urupez fue ocupado, la línea de costa estaba más alejada que en la actualidad. Para contextualizar: hoy el sitio se encuentra junto a la Ruta 10, al este del arroyo Tarariras, a no más de tres cuadras de la playa. Sin embargo, en el Pleistoceno tardío, los grupos humanos se desplazaban por distintos “parches ambientales”, estableciendo campamentos en puntos estratégicos donde podían aprovechar los recursos disponibles.

Si bien aún no se puede determinar con certeza si en Urupez se establecían pequeños grupos con tareas específicas o si se trasladaban familias enteras, la gran cantidad de desechos hallados sugiere que se trataba de asentamientos temporales. En estos campamentos, los grupos humanos procesaban la materia prima antes de regresar a sus bases.

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Playa Verde.

Evidencias relevantes

Los últimos datos publicados sobre el sitio Urupez -asociado al cercano Cerro de los Burros, declarado Monumento Histórico Nacional en 2014- confirman lo que Marozzi sospechaba desde hace años: se trata de una de las evidencias más significativas de las primeras ocupaciones humanas en Uruguay e incluso en el Cono Sur. Pero hay más: es el único contexto estratigráfico -es decir, en sedimentos y no en superficie- de su tipo al sur del río Negro.

“Estos sitios a cielo abierto son muy escasos. En general, los tenemos en cuevas como la Cueva Amarilla (cuyos análisis recientes que revelan que fue ocupada hace al menos 12.400 años en el área del actual departamento de Lavalleja)”, explica el arqueólogo.

En los depósitos de Urupez se han registrado, entre otros hallazgos, puntas “cola de pescado”, preformas y artefactos uni y bifaciales asociados con esta tecnología.

¿Qué es una punta cola de pescado? Es la punta de proyectil que se fijaba a un arma para cazar animales. “Estos materiales son diagnósticos de la migración temprana de finales del Pleistoceno y permiten establecer una cronología específica en América, entre 13.000 y 12.000 años atrás, y en la cuenca del Plata, entre 12.800 y 12.100 años”, agrega.

Desde el punto de vista tecnológico, la relevancia del sitio es incuestionable para Marozzi. Sin embargo, advierte que las dataciones previas, realizadas por el arqueólogo aficionado Ugo Meneghin, deben ser revisadas. En esta campaña, no fue posible realizar análisis de carbono 14, ya que no se logró recuperar material orgánico. Se obtuvieron edades a partir de muestras de sedimento, pero “deben considerarse fechas mínimas”, advierte en diálogo con Domingo.

A pesar de estos avances, la investigación en Urupez se encuentra detenida. El terreno es privado y los investigadores no han podido acceder nuevamente a la zona, lo que impide consolidarlo como un punto clave en la ruta de las primeras migraciones en el continente.

“El sitio tiene muchos depósitos arqueológicos en peligro”, alerta Marozzi.

De cara al futuro, lo ideal, para el técnico, sería que el Estado adquiriera el predio y lo incorporara a un régimen de propiedad pública, estableciendo un parque arqueológico y paisajístico que garantizara su protección y conservación. “El arroyo Tarariras es un corredor biológico que conecta con el Cerro Pan de Azúcar. Mientras excavábamos, veíamos guazuvirás durante el día, lo que demuestra la riqueza ecológica del lugar”, señala el arqueólogo. Sin embargo, reconoce que esto es poco viable.

No obstante, luego de una denuncia elevada en 2020 a la Comisión del Patrimonio Cultural de la Nación por el fraccionamiento del terreno, se establecieron zonas de “no innovación”, donde no se pueden realizar intervenciones sin un estudio arqueológico previo. Esto implica que, en caso de que el propietario desee vender, construir o modificar el terreno, debe llevarse a cabo una excavación arqueológica antes de cualquier obra. Hasta el momento, la Intendencia de Maldonado no ha presentado un plan de gestión y manejo del área.

“Los sitios arqueológicos son finitos: una vez que se alteran, desaparecen y no hay forma de recuperarlos”, advierte Marozzi.

Los primeros migrantes

Las puntas de proyectil “cola de pescado” son artefactos diagnósticos de las ocupaciones humanas del Pleistoceno tardío en América del Sur. Los cazadores-recolectores que emplearon estas puntas representan una migración y adaptación temprana paleoamericana, aunque no la primera.

Los registros indican que esta tecnología se desarrolló entre 13.000-11.000 años, con edades más restringidas para el Cono Sur: 12.800-12.100 años.

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