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Opinión | "Los héroes no hacen terapia"

“En la vida moderna confundimos héroes con ídolos”

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Washington Abdala
Cabeza de Turco.

El heroísmo implica hacer lo que hay que hacer sin conciencia de semejante acción. El héroe nunca es consciente de su proeza, es más, para él es solo su deber actuar como lo hizo. Y es probable que existan condicionantes que no le permitan comprender jamás su propio heroísmo. Si el héroe es consciente de su dimensión deja de ser héroe. Los verdaderos héroes son gente común y corriente que conducen momentos excepcionales, que los viven sin opción y sin dramatismo, pero comprendiendo el crucigrama que el resto de los mortales no alcanzamos a advertir. El héroe lo es por valentía, por arrojo, por inteligencia, por percepción, por desprendimiento o por no encontrar otra opción. No hay un tipo único de héroe. Por cierto, el héroe se desprende de sí mismo y entrega su persona a la causa por la que se juega todo. Un héroe no se piensa jamás. Los héroes no hacen terapia. Puede existir un héroe de talante duro, pero nunca vanidoso. El héroe jamás pecará de la soberbia del ser mezquino. El ser ruin y diminuto (aunque engañe a la masa) solo busca oropeles y aplausos. Ese no es héroe, es solo un polizonte de la vida. La historia los entierra a esos mequetrefes. Pierdan cuidado. No es cierto que abunden los héroes en la vida urbana. La propia dimensión de la existencia actual extingue al héroe en sus mil contingencias. ¿Héroes en la TV, en las redes sociales, en el consumo masivo? Juasss, no hagamos chistes malos. Héroe es un padre que hace lo indecible para que un hijo encuentre su rumbo. Héroe es un hijo que ayuda a sus padres a sobrevivir en medio de la locura delirante de sociedades que sepultan a los viejos. Héroe es un educador que saca pibes del infierno. Héroes en pequeña escala en las historias que toca vivir. Eso son héroes, chiquilines, no Messi, ni Taylor. Ubiquemos la pelota. ¿Héroes de millones? Hay pocos. Por eso los religiosos se afirman tanto allí porque el heroísmo de los que inician una religión es -casi siempre- radical y no admite mucho debate. Piense el lector en los personajes iniciáticos de las religiones del planeta y verá que el heroísmo anduvo por allí haciendo de las suyas. Y sí, algunos son héroes de bondad y otros son guerreros que terminaron creando una religión. Yo qué sé. Eso es lo que hay. El héroe es entonces un ser extremo que se quedó -en su mente- sin rutas y al asumir un comportamiento único construye una épica que lo hace carismático. ¿Los héroes son siempre carismáticos? Es casi inseparable el heroísmo con el carisma. Es más, no veo héroes que no hayan sido carismáticos. ¿Será que los seres carismáticos son héroes? Pues no, eso no siempre es así. Lógico por otra parte. En la vida moderna confundimos héroes con ídolos, y además de confundirlos, los banalizamos. Los ídolos son cantantes, deportistas y seres que nos producen más dopamina que respuestas a la vida. Algo dice semejante asunto de nosotros mismos como humanidad. No demasiado bueno, la verdad. Habría que enseñar que el heroísmo de algunas gentes es una referencia en cuanto a valores que una sociedad querría poseer. Soy de los que creen en la heroicidad de Artigas, porque siempre pujó por causas nobles, sin demasiada consternación y locura. Y su final, en Paraguay, viendo pasar la vida y sabiendo que había hecho todo, con la humildad del héroe derrocado, lo dice todo. Por eso en Uruguay, después de Artigas nadie calza semejante tamaño. Todo es inalcanzable. Y está bien que así sea. Para ser mejores nosotros y para no caer en estupideces de gente microbial. Un país inspirado por un titán está obligado a rendir.

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