Opinión | Algo de Jesús, perdón....

“No se puede ignorar su impacto planetario ya sea que creas en él o no”

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Washington Abdala
Cabeza de Turco.

Quién es ese individuo llamado Jesús del que todo el mundo habla como si fuera el invitado de honor a la fiesta más grande de la historia? Bueno, no soy precisamente un teólogo pero voy a hurgar por detrás de este misterio desde mi visión -algo escéptica- aunque con ganas de entender qué onda con este personaje que ha dejado una huella indeleble en la historia de la humanidad. ¿Qué hizo este señor para merecer tanto protagonismo?

Para empezar, el caballero tenía un don para las metáforas y los cuentos. Sus parábolas eran como esos memes virales que te hacen pensar durante días. (Con respeto esto). Hablaba de amor, perdón y compasión, lo cual, admitámoslo, no es un tema demasiado popular en los titulares de noticias de hoy. (Pero en su tiempo fue revolucionario). Luego está todo ese asunto de sus milagros (no tiren). Convertir agua en vino o multiplicar panes y peces para alimentar a una multitud hambrienta suena a un episodio de alguna serie de Netflix. Pero la fe así lo admite. Calladito entonces.

Para mí, la verdadera razón por la que Jesús es tan importante para tanta gente tiene que ver con lo que enseñaba y cómo vivía. Su mensaje de amor incondicional y perdón resonó con tanta fuerza que incluso después de dos mil años, sigue siendo relevante para millones de personas en todo el mundo. Y ese domingo más que nunca. ¿O no es evidente la devoción hacia su verbo?

Pero, atenti ¿no era un poco radical? Sí, absolutamente. Desafió al sistema establecido, se juntaba con los marginados de la sociedad y hablaba en contra de la hipocresía religiosa y la injusticia social. Básicamente, era el inadaptado de la barra. Pero aquí viene la parte donde algunos se ponen un poco incómodos: la cuestión de su divinidad. Para muchos, Jesús es mucho más que un buen tipo con buenas ideas. Es el hijo de Dios, el salvador del mundo, el que vino a redimirnos de nuestros pecados y ofrecernos la vida eterna. ¿Será verdad semejante maravilla? Eso depende de a quién le preguntes. Me encantaría que fuera cierto; de serlo, espero se me considere en algún hueco por allá en el futuro. (No todavía).

Para mí, un escéptico confeso (pero dudoso) la idea de un ser que caminaba sobre el agua y resucitaba de entre los muertos me suena un poco... exagerada. Pero, ¿y si hubiera algo más? ¿Y si detrás de todas esas historias hay un mensaje sobre el poder de la compasión, la bondad y la empatía? Un día se lo pregunté a un secretario del Papa (que conocí por acá) y no se me ofendió. Lindo eso, lo valoro y su respuesta da para un libro.

Quizás, solo quizás, Jesús sea importante no tanto por lo que hizo, sino por lo que representa: la posibilidad de que el amor pueda conquistar al odio, de que la esperanza pueda vencer al miedo y de que, en un mundo lleno de caos y confusión, haya algo más grande que nosotros mismos en lo que podamos aferrarnos. Nada mal humanos, nada mal.

Así que, aunque no pueda afirmar con certeza que Jesús sea el hijo de Dios o el Mesías prometido, puedo reconocer su influencia perdurable en la historia y en la vida de millones de personas en todo el mundo. En resumen, Jesús puede ser muchas cosas para muchas personas, pero una cosa es segura: no se puede ignorar su impacto planetario, creas en él o no. Y en un mundo que a menudo parece estar más dividido que nunca, tal vez sea hora de prestar atención a ese mensaje de amor y compasión que él predicó hace tanto tiempo. O al menos, eso es lo que yo, un escéptico amigable, me digo a mí mismo mientras sigo buscando respuestas en este universo de incertidumbre.

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