STELLA PUSSINO
Jorge Bucay había pensado un título más taquillero para su libro, pero ella se mantuvo en sus trece. La maternidad y el encuentro con la propia sombra, el primer libro de la psicopedagoga argentina Laura Gutman, llegó a Uruguay a través de Pomaire en 2003 sin bombos ni platillos y, sin embargo, decenas de mujeres lo esperaban. Su particular enfoque sobre la maternidad y la crianza de los niños, corría entonces y sigue corriendo en el boca a boca entre las uruguayas —mamás, maestras, psicólogas, pediatras— como reguero de pólvora. Es que Gutman se animó a poner en palabras los sentimientos confusos, contradictorios e inesperados, con los que muchas madres se enfrentan tras la llegada del bebé, pero que ocultan por creerlos avergonzantes o por no comprenderlos.
Por tercer año consecutivo Gutman visitará Uruguay para dictar seminarios. Su primer desembarco en Montevideo se produjo en 2003, cuandos dos madres que habían leído su libro organizaron, por su cuenta y sin dinero, el primer seminario. Para ello invitaron, una por una, a cada mamá que conocían. Esta vez habrá tres encuentros de capacitación, el tercero previsto para el viernes 12 de agosto. Al menos un centenar de mujeres, madres de niños pequeños pero también profesionales que trabajan con chicos, esperan poder replicar en Uruguay la experiencia de los grupos de Crianza porteños, y se preparan para ello.
—Los Grupos de Crianza fueron creados en Buenos Aires hace más de una década. ¿Cómo funcionan y cuál es su utilidad?
—Cada grupo de crianza funciona bajo la coordinación de dos profesionales egresadas de mi escuela de capacitación, y la componen un máximo de ocho madres que se reúnen una vez por semana. Se trabaja sobre la totalidad de la historia vital de cada mujer, consciente y no consciente y sobre cómo la presencia de los hijos —y sus manifestaciones molestas—activan los lugares más sombríos de cada individuo. Es un trabajo terapéutico grupal, con la particularidad que son todas madres de niños pequeños. Actualmente no podemos satisfacer la demanda de la gente que quiere entrar a los grupos.
—¿A qué atribuye Ud. ese aumento de la demanda de grupos?
—Creo que en parte responde al éxito que tienen mis dos libros. Hay cada vez más mujeres que se sienten identificadas con este trabajo, con dejar las recetas, los prejuicios y preconceptos sobre cómo criar bebés saludables o ser buenas mamás. Se identifican con buscar lugares de contención, de escucha y de solidaridad, para emprender un trabajo genuino de indagación personal. Sólo conociéndonos más a nosotras mismas, podremos encarar un vínculo honesto y verdadero con nuestros hijos, tomando en cuenta nuestras realidades emocionales. No negándolas, ni contándonos una novela rosa desde donde nos encantaría atravesar nuestra vida.
—En La maternidad... usted afirma que el parto es un gran quiebre emocional. También dice que durante el puerperio, —que usted extiende hasta por los menos los dos años y medio del niño—, la mujer se hunde en el submundo de su propia sombra, enfrentándose con los aspectos más oscuros de la propia historia. Y señala que ese estado suele ser erróneamente diagnosticado como depresión puerperal.
—Así es. El puerperio no tiene que ver con los 40 días de cicatrización de las secuelas del parto, sino con un estado alterado de conciencia, en el que entramos todas las mujeres, a partir de la experiencia del parto (haya sido feliz o desastrosa) y en el que nos sumergimos por el fenómeno de la "fusión emocional". La fusión emocional se refiere al hecho de compartir —la mamá y el bebé—, el mismo campo emocional, que nos deja a ambos sumidos en un estar con el otro sin fronteras emocionales. Para la mujer adulta, suele resultar enloquecedor, ya que sentimos como bebé, olemos como bebé y percibimos como bebé, y no tenemos herramientas para traducir al lenguaje adulto esta maraña de sensaciones nuevas para la conciencia. Llorar o no reconocernos en ese estado, nos genera una contradicción con el lugar de identidad que hemos construido, pero no necesariamente se trata de una depresión puerperal.
MADRES DE AHORA
—¿Por qué se busca tanto hoy el lugar de contención, de escucha y solidaridad, si madres ha habido desde el comienzo de los tiempos?
—Pero nunca antes las mujeres hemos vivido tan alejadas de los principios femeninos. Hoy en día las mujeres nos desenvolvemos a la par de los varones, trabajamos, ganamos nuestro dinero, tenemos intereses sociales, culturales, políticos; y nuestra identidad suele tomar forma en esos espacios. La maternidad quedó relegada y en desuso, y desde ese lugar invisible, estamos muy solas. Si permanecemos con el niño, nos quedamos sin vida social, y si no queremos perder el tren de nuestra vida, es a costa del vínculo con el niño pequeño.
—A su entender, ese relegar la maternidad sería la causa de muchas de las manifestaciones "molestas" de los niños, molestas para los adultos?
—No necesariamente. Las manifestaciones de los niños pueden responder a infinidad de variables concientes y no concientes de la madre. Pero es verdad que hoy en día la mayoría de los niños no logran que sean satisfechas sus necesidades básicas emocionales, tales como ser suficientemente amamantados, tenidos a upa, cobijados, amparados, sostenidos, mirados y abrazados. Y muchas manifestaciones molestas son sencillamente eso: delatan la falta.
—¿Qué principios femeninos deberían recuperarse?
—La interioridad. El silencio. La dulzura. La generosidad. El cuidado hacia el otro. El tiempo lento. La oscuridad. La introspección. La emoción. La sensibilidad. La intuición. La ternura. El reposo. La capacidad de anidar. La espera. El contacto. La receptividad.
—¿Es a partir de esto que usted valora la creación de redes de apoyo para la crianza de los hijos?
—En parte sí, hoy tenemos que recrear la aldea, la comunidad, porque una mamá y un papá son demasiado pocos para criar a un niño. En grupo es mejor. Las redes hoy son más necesarias que nunca, sobre todo en las ciudades, donde las mamás crían a sus hijos entre cuatro paredes.
VINCULOS
—La generación de nuestros padres, de nuestros abuelos, no hizo terapia psicológica y aquí estamos. ¿No es una moda que complica lo que debería ser más simple?
—Así nos va. No creo que a nuestros padres o abuelos les haya ido mucho mejor. Somos el resultado de esas historias de violencia emocional, de desamparo, de mentiras, de secretos familiares, de religiones mal entendidas. Sería una pena considerar estas búsquedas como una moda, aunque algunos individuos puedan utilizarlas para consumo personal, en lugar de aprovecharlas para comprenderse más a sí mismos.
—¿De qué está hecho un vínculo suficientemente feliz entre padres e hijos?
—En principio, de la capacidad del adulto de MIRAR genuinamente a ese niño, no por cómo nos gustaría que sea, sino por quién vamos descubriendo que es. De observar al niño, y respetarlo en la medida que pueda decodificar sus necesidades y deseos. Para lograrlo, previamente tenemos que tener un registro de nuestras propias necesidades y una mirada hacia nuestro ser interior.
—¿Cómo entiende usted que hay que tratar a los niños?
—Hablándoles con la verdad. Que es la verdad del corazón. No importa cuan dura o triste pueda ser una situación. Dentro de la fusión emocional, los niños viven lo que pasa, pero no lo pueden "organizar" en la conciencia. Necesitan la palabra mediadora del adulto que confirme y "organice" lo que el niño ya sabe que pasa. Y algo más: los niños merecen ser respetados en sus propios ritmos, en lugar de adaptarse a las exigencias del mundo de los adultos. Hoy en día los niños están estresados como sus padres, cumpliendo larguísimas jornadas escolares, que responden a las fantasías que los adultos tenemos sobre la "formación" que necesitan para la supuesta y exitosa inserción laboral futura. Los niños necesitan ser mirados genuinamente.
¿QUIEN ES LA PSICOPEDAGOGA?
Laura Gutman nació en Argentina, en 1958, pero vivió en París desde 1976 a 1988, y allí se graduó como psicopedagoga clínica. Fue discípula de Francoise Dolto y se especializó en las temáticas de maternidad, lactancia y vínculos familiares. Desde 1988, de regreso en Buenos Aires, desarrolló una línea de pensamiento personal sobre la realidad emocional de las mujeres que devienen madres y sobre el universo de los bebés.
A través de múltiples seminarios, conferencias, cursos y talleres, dictados en distintas ciudades de Argentina y Europa, ha difundido su tarea a favor de vínculos más felices entre adultos y niños.
Fundó y dirige Crianza, una institución que desarrolla sus actividades en Buenos Aires y en la que funciona una escuela de capacitación para profesionales de la salud y la educación, cuya formación tiene dos años de duración, y permite la asistencia especifica a madres y familias con niños pequeños. Allí también funcionan grupos para madres donde se desarrolla una tarea terapéutica grupal; un servicio de "doulas" a domicilio para mujeres puérperas y espacio para las terapias individuales o de pareja. Gutman dirige y supervisa al equipo de profesionales a cargo de estas tareas.
Un año después de editar su primer libro, publicó Puerperios... y otras exploraciones del alma femenina, y el tercero de sus trabajos se encuentra en preparación.