BUENOS AIRES / VICTORIA MOLNAR
La vida del expresidente argentino Néstor Kirchner será llevada a la pantalla grande en formato documental. Lo que quizás sea más sorprendente es que detrás de la dirección se encuentra un uruguayo. Claro que Israel Adrián Caetano (42 años) nació de este lado de la frontera pero hace ya décadas que Argentina lo adoptó como hijo. Hasta él reconoce que aunque se considera 100% uruguayo, la mayoría de sus films son argentinos. Y quizás este último trabajo sea el que se identifica más con ese rótulo.
Se trata de un proyecto bastante ambicioso. Como punto de partida, a través de una campaña nacional, se intentó encontrar material inédito sobre Kirchner. Además, el equipo creativo incluye al ganador del Oscar Gustavo Santaolalla en la musicalización, al filósofo Ricardo Forster y al periodista Carlos Polimeni en el guión, y cuenta con la colaboración de la mismísima hija del exmandatario, Florencia Kirchner, quien estudió cine en Nueva York.
Este documental encuentra a Caetano muy consolidado como artista. Justamente, en reconocimiento a su trabajo en televisión -que también supo demostrar en Montevideo con la miniserie Uruguayos Campeones (2004)- en agosto le entregarán un Premio Konex por ser considerado una de las 100 mejores figuras del espectáculo de la última década.
-¿Cuál es su relación con el Uruguay actual?
-Ya no lo veo como un país de viejos. No sé si es porque ahora soy más grande y lo siento sanamente apacible (se sonríe) o porque realmente cambió un poco y así lo percibo. Yo soy uruguayo y así lo reivindico, no como otros que se fueron… Tengo presente permanentemente a mi país, pero también pienso en la Argentina que me adoptó; le debo mi carrera, es un país muy generoso. No es que sea argentino, pero las películas que hago sí lo son. Aunque siempre, cuando escribo, los retratos son universales, nunca localistas. Cuando hice Francia (2010) pensaba que tranquilamente se podría haber filmado en Montevideo, lo mismo que Un oso rojo (2002) o Crónica de una fuga (2006).
-¿Cómo ve el cine nacional?
-Hacer cine en países que tienen ingresos mínimos es una cuestión de voluntad. No se trata de un hecho económico. Si uno busca ayuda, puede dedicarse únicamente a eso. Hay mucha fantasía en torno a los cineastas; en realidad la mayoría vivimos de la publicidad o de lo que hacemos en la tele o de nuestros padres. Pero siempre depende más de la voluntad de los realizadores que de una política cultural. En ese aspecto, Uruguay no termina de tener una identidad. Tiene una penetración horrible en televisión. Hay programas uruguayos, pero tenés que rellenar con los argentinos y entonces hay más extranjeros que locales. Esa dependencia también se observa en el cine. Igual creo que el camino de los realizadores uruguayos es bueno; lo veo al loco (Pablo) Stoll que sigue adelante. La gente que se dedica a eso intenta continuar trabajando y eso me parece fundamental, porque no es un país de productores ni tampoco hay un instituto de cine que tenga tanta plata como el que existe en Argentina. Igual acá tampoco se logra contener la penetración cultural, y las películas nacionales no llegan a todos. Los otros días un cineasta argentino me decía que para construir la identidad nacional en cine habría que sentarse a hablar con los distribuidores, que son yanquis o ingleses. ¡Cómo vas a construir una identidad sentándote a hablar con los yanquis! A la cultura propia hay que generarla de prepo, no pidiendo permiso. Es como que alguien quiera imponerte cómo criar a tus hijos por el sólo hecho de que se creen mejores.
-¿Cómo le llegó el proyecto del documental de Néstor Kirchner?
-Me llamó la directora del INCAA (Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales de la Argentina), Liliana Mazure, y me preguntó si estaba dispuesto a dirigir un documental, aunque no me adelantó sobre qué. Nunca le voy a decir que no al trabajo y ahí me llamaron (el publicista Jorge) "Topo" Devoto y (el diputado Fernando) "Chino" Navarro (ambos del Movimiento Evita). Ellos apoyan al partido de gobierno, pero el proyecto es independiente, no es gubernamental, y no tuve prurito en hacerlo. Como personaje Kirchner no me parecía nefasto, sí contradictorio y además pertenecía al peronismo, algo que me interesa muchísimo porque en la Argentina hablar de un debate político por fuera del peronismo casi no es válido. Entonces el documental era un pretexto para hablar de muchas cosas. Desde el punto de vista laboral representaba un desafío, algo que me gusta porque si no le pierdo el sabor al trabajo. Ahora, me acapara y me deja exhausto, pero es apasionante.
- ¿En qué país vota?
-Nunca voté, ni en Argentina ni en Uruguay. Tuve un abuelo anarco vasco que me enseñó que votar no sirve para nada y no me lo puedo sacar de la cabeza. Creo que hay otras maneras de hacer política que no es precisamente a través de la urna. Hay un montón de gente que vota y después se va a su casa y sigue quejándose o durmiendo. No voto porque la real militancia es estar en la calle y charlar con la gente, no encerrarse en una unidad básica a tirar banderas el día de votación. Me parece que todavía falta una real actividad política de la gente en la calle.
-Sin embargo desde el oficialismo se expone que hay un renacer de la militancia cristalizada en la juventud kirchnerista…
-No creo. Soy de los militantes viejos y no veo que la modernidad de la militancia pase por hacer convocatorias por Facebook y Twitter. Me parece que es una militancia liviana. Siento como que están jugando a la política. A la vuelta de casa hay una unidad de La Cámpora (agrupación peronista cercana a la presidenta Cristina Fernández) y cerca viven unos cirujas; nunca vi que les llevaran nada, ni siquiera para que se tapen. Los mayores militantes que tuvo este gobierno fueron los trabajadores, la CGT (Confederación General del Trabajo). La juventud también, pero la juventud históricamente ha sido muy veleta. Tampoco quiero quedar como un viejo en pensar así, lo que pasa es que eso de cantar la marcha peronista y después aplaudir. Qué se yo… Cantar la marcha peronista no te hace peronista.
-¿Se considera peronista?
-Mi viejo me hizo peronista. Cuando vivís en Argentina empezás a entender por qué la mitad del país es peronista. (Juan Domingo) Perón fue un tipo que creó conciencia nacional. Es un sentimiento que uno no termina nunca de entender; hasta tuve momentos de desencanto. En Uruguay el peronismo no se entiende. Para mí lo más parecido es el MPP (Movimiento de Participación Popular), que tiene una hegemonía grande y una figura como el "Pepe" Mujica. De repente le costó mucho tomar la decisión de juzgar a los milicos. Sin embargo, acá el peronismo tomó decisiones más grandes con respecto a derechos humanos. Los uruguayos, con eso de lo cívico, nos olvidamos de que hay una cuestión legal: si vienen y me roban, no se hace un plebiscito en la cuadra y si hay que condenar a los ladrones actúa la Justicia.
-¿Tuvo oportunidad de hablar con Cristina Fernández?
-No, y fue sano. Al principio los productores me dijeron que habían pedido una entrevista, pero no se concretó. Debe estar ocupada y ahora, además, es tiempo de elecciones. Fue una decisión atinada para dar por tierra muchas pavadas que se dijeron desde el periodismo.
-¿Cómo qué?
-La prensa siempre me trató muy bien y, de repente, empecé a convertirme en una persona discutida. Cosa rarísima, como que yo había transado para hacer este documental, "que me había vendido". Muchos medios daban por sentado que se estrenaría en octubre (coincidiendo con las elecciones nacionales y el aniversario del fallecimiento de Kirchner) pero la producción maneja diciembre o marzo. Trabajo y vivo de esto pero no hago cualquier cosa. He dicho que no a varias propuestas. Nunca hubiera agarrado para hacer propaganda. Y si fuera así hubiera cobrado fortunas, pero no. Mi compromiso no es partidario, pero sí es político y artístico. Es una oportunidad importante, sumar una película y una experiencia que nunca había hecho y creo que nunca más haré.
-¿Cómo maneja la expectativa de la militancia sobre este documental?
-No me importa, ni la tengo en cuenta. Tengo ideología, estoy del lado de los trabajadores y los pobres, pero no soy partidario ni partidista y mucho menos una revista del poder. Creo en otro tipo de militancia, desde otro lugar. Milito desde mi cine. No sé cuántos directores se hubieran animado a hacer algo así: crítico y dentro de una visión peronista. Para mí el compromiso político de un artista es con uno mismo y con su obra, y hay que ser consecuente y construir desde un lugar arriesgado.
Caetano se pone muy malo
-Decía que nunca va a volver a hacer un documental como este. ¿Por qué?
-Porque ya tengo en la cabeza otras cosas. Tengo pensado empezar a filmar el 17 de octubre (cuando recuerda que es el Día de la Lealtad Peronista, se ríe) una película que se llamará Mala. Es la historia de una asesina a sueldo que mata a hombres abusadores de mujeres. Si bien tiene su fondo social, es una película diferente a todas las que he hecho. Se trata de un policial negro, con una mezcla de géneros. Creo que el cine de género es el que hay que hacer en todos lados, sin calcarlo, dándole una mirada propia. Si sale bien puede ser un paso muy interesante para mí.
-¿En qué etapa está este proyecto?
-Ahora estoy empezando a realizar el casting y estoy buscando las locaciones. Había pensado en filmar en Uruguay cierta parte, para despuntar el vicio, y además porque las locaciones allá están buenísimas.
-¿Por qué no lo hace?
-A las productoras uruguayas no les servía el negocio. Y tienen razón, porque les significaba quedarse con las ganancias que se generaran solamente en Uruguay, y la inversión que tenían significaba igual que hacer toda una película nacional. En ese sentido hay prioridades que me parecen interesantes y hoy es el cine local. Igual sigo pensando que la independencia cultural es muchísimo más difícil de conseguir que la económica.