NOMBRES
Actriz, guionista y directora, Gerwig ha consolidado su carrera en el mundo del cine con una obra que retrata la belleza de lo cotidiano.
En ese instante Greta no es Greta. Es Abbie, la del pelo rojo y corto que representa, para ella, el paso de la inadaptabilidad en un pueblo chico a la aceptación de su propia locura por las calles también locas de Nueva York. En esa escena Greta no es Greta sino Abbie, la que aprendió a bailar desenfrenadamente para sentirse mejor. Abbie, la que salió de un examen médico que podría diagnosticarle la recaída a un cáncer cervical. En la consulta, y en las horas anteriores y posteriores, retrata cada momento de su vida mundana. Es fotógrafa y a lo largo de esa película se encargará de transmitir la idea de que lo cotidiano puede ser tan esencial y apasionante como lo trascendente.
Mujeres del siglo XX (2016) no es de los títulos más importantes en la carrera de Greta Gerwig, tampoco es ella la protagonista en ese film. Pero Abbie sí es, quizá, un indicio de la carrera de Greta, que baila entre el indie y una historia taquillera, entre la actuación, el guion y la dirección pero nunca sin perderse la belleza de enfocar la vida cotidiana. Y de Greta Abbie también refleja esa imagen y sentir de outsider, una de la sociedad estadounidense de los años 70, la otra del mainstream cinematográfico del siglo XXI.
Fue justamente la sinceridad, la pureza del sentir de los personajes en sus mundos hogareños una de las cosas que Greta vio en Mujercitas. La novela que Louisa May Alcott publicó en 1868 conquistó a la directora estadounidense primero en su infancia, luego en su adultez, cuando decidió dirigir una nueva adaptación.
“La historia de Jo March es mi historia. Hablamos de un texto que me ha gustado toda la vida. Es mi libro preferido, el que me leía mi madre en la cama y el que me hizo pensar que podía ser escritora. Por eso cuando me enteré de que se iba a hacer una nueva adaptación tuve la seguridad necesaria para ir a los estudios Sony y decirles: ‘Soy su directora’”, comentó en entrevista con El País de España.
La carrera
El año 2020 empezó con el nombre de Greta enmarcado entre los halagos por su gran adaptación de Mujercitasy el sinsabor que dejó la escasa consideración de las diferentes premiaciones hacia ella. Greta fue una ausencia notoria en la categoría a Mejor director en los Oscar, ocupada enteramente por hombres. Antes, cuando se dieron los nominados a los Globos de Oro, habló por ella y sus compañeras, y destacó el “bajón” que significaba que en un año de tan buenos trabajos de directoras mujeres ninguna hubiese sido reconocida.
Greta pasó de ser un rostro frecuente del mumblecore (género dentro del indie estadounidense) a una figura presente en las alfombras rojas más cotizadas —su próximo trabajo, la dirección y guion de la película de Barbie, probablemente dé mucho de qué hablar—. Pero siempre tiene claro que para llegar a cualquier lado hay que trabajar duro, más si se es mujer en una industria tomada por los hombres. Greta sabe que un siglo después de Jo March el repecho para una creadora sigue siendo parecido.
“La primera que me abrió los ojos fue Claire Denis con Buen trabajo. La vi en la universidad, a los 19 años, y marcó un antes y un después para mí. Nunca había visto nada igual. Y no sabía que era una mujer; pensaba que era un nombre muy raro para ser un hombre… Así estaba de condicionada, pensaba que solo los hombres podían dirigir”, contó a El País de España.
Asimismo, su trabajo incipiente en el rol de directora fue destacado en 2018 con las nominaciones de Lady Bird a mejor dirección y guion. Antes, su experiencia al mando de una película había sido compartida con Joe Swanberg en Nights and Weekends (2008). En guion había trabajado en equipo en varios proyectos; el principal, por lo que significó para ella, fue Frances Ha (2012), que escribió con Noah Baumbach y donde protagonizó a la bailarina Frances. En el cine independiente la prensa internacional la catalogaba como la actriz que todos querían tener. Otros papeles fueron en A Roma con amor de Woody Allen o en Mistress America de Baumbach.
Entre el amor y el trabajo
Greta conoció a Noah Baumbach en 2009. Por esa época rodaban Greenberg, una película dirigida por Noah donde ella era protagonista. La relación, han dicho, comenzó dos años después. Desde entonces son un dúo más allá de lo romántico y han trabajado juntos en varios proyectos cinematográficos. Ahora preparan el guion de la película de Barbie.
Siempre la atraparon las historias que están a simple vista pero no todos ven. Y en Lady Bird la trama gira en torno a la historia de amor entre una madre y una hija, a la vez que es una carta a su ciudad natal, Sacramento (California), y la adolescencia que allí vivió. Por Sacramento Greta sintió el mismo amor y odio que Christine (Saoirse Ronan en Lady Bird). Como Christine, Greta quiso marcharse. Salió de la escuela católica para niñas y terminó en Nueva York estudiando inglés y filosofía. Su primer amor en el arte fue el teatro, porque incluso sintió un distanciamiento con el cine hasta que en bibliotecas y archivos descubrió películas “con personalidad propia” que no eran meramente un producto y se enamoró.
A dirigir aprendió en los sets de distintos directores que estuvieron dispuestos a explicarle sobre el uso de la luz y el realce de tal escena o de tal actor. Lo de contar es algo suyo que trae de la época del teatro. Sus guiones, dice, se respetan a rajatabla y citando a su personaje en Frances Ha, admite: “Me gustan las cosas que parecen un error”.
Dos para verla actuar, dos para verla dirigir

Dirigida por Baumbach y coescrita por él y Greta, interpreta a Frances, una aspirante a bailarina que transita su vida y las calles de Nueva York entre altibajos y una disertación sobre el amor o la amistad (2012).

Aquí vuelve a trabajar con Baumbach en guion y a ser dirigida por él. Ella es Brooke, quien conoce a su futura hermanastra Tracy (Lola Kirke) mientras recorren la ciudad. Greta y Nueva York son siempre una buena combinación.

Es la primera película enteramente escrita y dirigida por Greta. “Una historia de amor entre una madre y una hija”, dijo a The Hollywood Reporter. Y es eso, además de un retrato a la tan temida adolescencia.

No es la primera adaptación del libro de Louisa May Alcott, pero la de Greta (estrenada en 2019) retoma tanto el amor de la directora por la autora como la visión feminista que, además, se actualiza con la visión de esta época.