El eterno dolor de espalda no da respiro. El 65% de la población consulta al médico en algún momento de su vida precisamente con esta queja como tarjeta de presentación. Muchas veces, sin embargo, se trata de algo más que un simple dolor de espalda. En Uruguay, cerca del 40% de las consultas que llegan al traumatólogo son por lumbalgias y de ellas, gran parte se diagnostican como hernias de disco, explicó la médica de Traumatología de la UCM, Verónica Cuestas.
Altos y bajos, flacos y gordos, atléticos o sedentarios, jóvenes o adultos: casi nadie está exento de sufrir una hernia de disco, afección que padece el 20% de la población adulta en algún momento de su vida. Por suerte, cada vez son más los tratamientos dirigidos a rehabilitar esta condición que, junto con otros problemas de la columna, representan el 63% de los casos de ausencia laboral, según cifras internacionales.
¿Cómo se produce una hernia de disco? El disco es el encargado de brindar fijación a las vértebras y mantenerlas separadas, lo que permite a la columna soportar las cargas y le da movilidad. Esta estructura está formada por dos elementos: el núcleo pulposo y el anillo fibroso que lo contiene. Este último, firme y elástico, le permite adaptarse a los cambios de postura y a las actividades a las que se ve expuesta la columna.
Tal como explica Cuestas, el disco intervertebral es el encargado de soportar y distribuir las fuerzas de presión que pasan a través de la columna. Cuando se realizan grandes esfuerzos o movimientos inadecuados, el disco puede fisurarse y el líquido —núcleo pulposo— que contiene en su interior sale hacia afuera, produciendo lo que se conoce como hernia.
EL DOLOR. La consecuencia más patente de este proceso es el intenso dolor, ya que se desencadena una cascada de reacciones químicas inflamatorias, y se puede comprimir mecánicamente a estructuras neurológicas.
Las hernias de disco más frecuentes son las lumbares. En esos casos, el paciente manifiesta dolor en el glúteo y en la cara posterior del muslo. También existen otros signos. "Uno de ellos salta con el paciente acostado que mantiene la pierna en extensión elevándola en forma progresiva. A cierto ángulo aparece el dolor. Ese es un signo de conflicto de disco radicular", señala Cuestas.
No obstante, la médica recuerda que un dolor de espalda puede obedecer a una simple lumbalgia de tipo mecánico, que aparece luego de realizar algún esfuerzo. "Lo que la diferencia y posibilita que sea una hernia de disco es la sintomatología, como una disminución de la sensibilidad, paresia (parálisis) o que los reflejos pueden no conservarse", explica la especialista.
Este tipo de complicación se da sobre todo en gente joven, generalmente a partir de los 30 años. "Hay quienes están más predispuestos genéticamente o bien por las tareas que cumplen", explicó Cuestas. Se ve con mayor frecuencia en hombres que realizan tareas de esfuerzo o pasan mucho tiempo de pie. La mala postura también es un factor de riesgo.
Lo aconsejable, siempre que se tenga un dolor lumbar que no ceda con analgésicos comunes y reposo, es consultar al médico.
TRATAMIENTOS. Para calmar el dolor y mejorar la afección, lo indicado en primer lugar es reposo en cama y la administración de antiinflamatorios, analgésicos y relajantes musculares. Así se intenta disminuir la agresión inflamatoria y descomprimir la raíz nerviosa. En muchas personas esto es suficiente para mejorar el cuadro.
En algunos casos el tratamiento se puede complementar con una inmovilización con corset o fajas ballenadas. También se recomienda la fisioterapia y, ante todo, no levantar peso. La mayor parte de los cuadros retroceden tras seguir estos pasos, explicó Cuestas, pero si luego de tres semanas de tratamientos el dolor no se va o bien en tres meses hay situaciones que aparecen y desaparecen, se debe reevaluar el cuadro. "Pueden aparecer complicaciones si la hernia de disco está en etapa compresiva. Entre ellas está el llamado síndrome cola de caballo, que genera una anestesia de la región perianal con incontinencia urinaria y de heces, trastornos digestivos y déficit motor sensitivo. Eso puede llevar a un tratamiento quirúrgico de urgencia".
Sin embargo, la mayoría de los casos no llega a tal extremo y retrocede solo con el tratamiento médico, sin necesidad de operaciones. Solo un 3% de los pacientes llega hasta la intervención quirúrgica. Cuestas explica que se debe evaluar bien a la persona antes de operarla y no sólo desde el punto de vista clínico. Es necesaria además una valoración psicológica y también se debe analizar su posibilidad de reinserción laboral, ya que la mayoría son obreros y después de la operación no pueden volver a realizar tareas de esfuerzo.
CIRUGIA. En los casos en que finalmente debe llegarse a una operación, las opciones son varias. La cirugía consiste en extirpar el disco que ha migrado al canal raquídeo, para lo que existen varios procedimientos: el convencional, la microcirugía abierta clásica, la discectomía percutánea transforaminal con láser o la discectomía endoscópica posterior. Tal como explicó el médico argentino Pablo Juárez Marazzo, del Servicio de Ortopedia y Traumatología del Hospital de Clínicas de ese país, en los casos de fugas leves del contenido del disco, y que presentan dolor lumbar persistente, es posible realizar cirugías mínimamente invasivas.
En la vecina orilla también se aconseja la ozonoterapia: se aplica una solución gaseosa con un 6% de O3 y un 94% de O2, que acelera los procesos de desinflamación por deshidratación y neutralización de los mediadores químicos nocivos. Además, está en pleno estudio el tratamiento con terapias genéticas de cultivos celulares de disco o células madre.
"En cambio", dice el especialista, "si las protrusiones discales son grandes o hay expulsiones completas del contenido del disco, se deberá practicar una discectomía; es decir, la extracción del disco intervertebral".
En cualquier caso, siempre son cirugías de alta complejidad, que implican los riesgos habituales a todo acto quirúrgico y que no puede decirse que esté exenta de complicaciones, especialmente desde el punto de vista neurológico. "Si las indicaciones son precisas, los resultados son alentadores, pero debemos advertir que algunos pacientes no logran el beneficio buscado. Este suele ser el caso de pacientes fumadores, en los que las dificultades se incrementan", dijo Juárez.
En cambio, si todo se desarrolla normalmente, el paciente podrá volver a caminar sin problemas en un período de 24 a 48 horas.
(En base a La Nación/GDA y producción propia)
Prótesis
Las personas con degeneración de disco en la columna lumbar conviven con un dolor crónico y discapacitante. Muchas veces los médicos les aconsejan recurrir a una cirugía para encontrar mejoría.
En busca de una mayor calidad de vida se diseñó Charité, una prótesis de disco artificial, la primera en ser aprobada por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), de los Estados Unidos.
La operación es relativamente sencilla (siempre y cuando sea realizada por manos expertas): un nuevo implante que reemplaza el disco intervertebral dañado por uno artificial. Esta nueva prótesis artificial está compuesta por dos platos terminales (fabricados con una aleación de cromo cobalto molibdeno) y un plástico movible hecho de polietileno de alto peso molecular. Estos materiales son biocompatibles.
Genes bajo sospecha
Según los investigadores del Laboratorio de Enfermedades Oseas y Articulares Riken, en Tokio, la susceptibilidad a padecer hernia de disco estaría mediada por una variación genética. El equipo que encabeza Shiro Ikegawa describió una alteración en una proteína que se localiza en el cartílago de los sujetos con hernia discal. Los investigadores detectaron una alteración de un gen que posee la información necesaria para la producción de una proteína que integra la capa intermedia del cartílago. La proteína en cuestión abunda en los discos intervertebrales y su expresión aumenta a medida que progresa la degeneración del disco.
También observaron que esa proteína interactúa con el factor de crecimiento TGF-beta1, previamente asociado con enfermedades del tejido conectivo. Esto sugiere un probable papel de esta proteína en la progresión de la enfermedad en tejidos invertebrales.