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Tropezón de Javier Cercas

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Javier Cercas

Última novela del español

El inquilino se titula la última novela de Javier Cercas.

Cuando los escritores se vuelven (incluso relativamente) famosos, sus debuts suelen reeditarse. Con frecuencia el nombre del escritor realza los brillos y cubre las flaquezas de aquella presentación aguerrida, inconsciente o tímida. El extremeño Javier Cercas (n. 1962) ha reeditado varias veces su primera novela larga, El inquilino (1989). Reciente ganador del Premio Planeta de novela por Terra Alta (2019), y autor anterior de la multipremiada Soldados de Salamina (2001), Cercas ha vivido muchos años en Cataluña y se dedica a la literatura como narrador, periodista, profesor y traductor. Esta nueva edición de El inquilino abre con un prólogo del autor que más o menos la ambienta: novela de “campus universitario”, de corte autobiográfico, de cuando era “veinteañero libre, salvaje, furioso e indocumentado” y enseñaba en una universidad de Illinois, y termina pidiendo que si alguien lo juzga como escritor lo haga a partir de esta novela.

El protagonista es Mario Rota, profesor italiano de fonología de una universidad estadounidense. Con pocos méritos académicos, un matrimonio acabado y una alumna amante, Rota sale a correr y se tuerce un tobillo, premonición fatal de una torcedura en el orden de las cosas. En efecto, a su edificio se muda un inquilino, Daniel Berkowickz, que resulta ser un profesor mejor que él y termina usurpando su oficina, acaparando a sus colegas, quedándose con su novia, etc. Ejemplificando el miedo al fraude, la sensación de pequeñez del individuo y los peligros del afuera, el eje Rota/Berkowickz como figura del doble literario funciona más o menos hasta el final de la novela. Nos creemos realmente la historia de Rota como víctima del mundo y de sí mismo. Pero el artilugio se cae, o por lo menos tropieza en grande hacia el final.

Ahí Cercas elige una vuelta de tuerca caprichosa, con happy end análogo al recurso del “fue todo un sueño”, y aunque sobre la última línea vuelve a mostrar la carta de la tensión, ya no queda juego. Hay engaños que el lector sobrelleva y otros que no. Posiblemente en este caso conspire que la prosa de Cercas es correcta pero le sobran lugares comunes y le falta hondura a los personajes. Apenas Olalde, el viejo y cínico profesor español, se desmarca de la medianía en algún fragmento, criticando la mediocridad intelectual y la consabida soberbia de ese universo de inquilinos domados.

EL INQUILINO, de Javier Cercas. Literatura Random House, 2019. Barcelona, 123 págs.

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