por José Arenas
.
Desde los inicios de la poesía lunfarda escrita, cuando Carlos de La Púa publica La crencha engrasada (1928), el soneto, como forma poética se torna no solo una constante en los poetas lunfas para el ejercicio de su verso, sino que adquiere cierta relevancia para la demostración. Esto es: el poeta lunfardo es un letrado que adopta el habla carcelaria como manera de hacer una literatura popular, su germen es el argot de los reos, más algunos neologismos de cosecha propia.
Conservar la forma poética que venía desde el siglo XII y que hasta hoy es una de las más populares a la hora de escribir métrica y rima, era el modo de recordar a los lectores que el escritor podría ser lunfa, pero su formación no dejaba de ser clásica. El autor conserva su raíz inicial para poder ejercer el gesto del “pop moderno”, por más que se hable de algo que ya tiene casi cien años.
Muchos sonetos lunfardos se han vuelto muy reconocidos en la voz de Edmundo Rivero, quien recitó y cantó los poemas que escribieron Celedonio Flores, Carlos de la Púa, Iván Diez, entre otros. Mucho se ha dicho y oído de “Amablemente”, “Packard” o “Biaba”.
Alejandrina y lunfa es un poemario en el que de Marsilio no solo recoge la tradición del soneto lunfardo sino que, además, le suma la métrica del verso alejandrino (catorce sílabas métricas en lugar de las tradicionales once del soneto). Revive la estética del lunfa más antiguo y le agrega algunos vocablos, construcciones y escenas de este siglo.
Como en todo poemario —en especial en los que se juega la rima y la métrica— hay algunos poemas más logrados que otros, y el autor toma muy bien los tópicos tradicionales del melodrama lunfa (la madre, el chorro, la noche, la pobreza) y los aplica con gran habilidad a un panorama actual desde la queja, el existencialismo, el humor o la ternura. Algunos de ellos, incluso, bien podrían pasar por letras de canciones orilleras a la manera de Rivero.
Si en un par de versos la música se traba por palabras no demasiado bailables, en otras fluye bien cantada y dibuja su propio pentagrama. Lo sencillo se vuelve universal en un soneto de intenciones reas:
.
La luna llena muestra, en cariñoso escrache
Al hurgador que escarba su espectral cirugía,
Reconcentrado y serio, silbando “Cambalache”.
.
ALEJANDRINA Y LUNFA, de Juan de Marsilio. Solazul, 2024. Montevideo, 49 págs.