Soledad Platero
LA REVISTA EÑE se parece a un libro, pero no lo es. Son objetos parecidos por su forma y por su tamaño, pero en todo lo demás eñe es, sin lugar a dudas, una revista. Una revista para leer, a diferencia de la mayoría de las revistas a las que estamos acostumbrados, que son, en buena medida, para mirar.
Eñe se presenta como una revista monográfica, es decir que cada uno de sus números está dedicado a un tema. El Nº 22 se consagra a lo que llaman "serie negra", y por lo tanto reúne textos que entran, más o menos forzadamente, en la categoría policial o de detectives. Aunque ya se sabe que las fronteras de los géneros son porosas, y que no todo lo que incluye un crimen es, obligatoriamente, un relato policial.
De los nueve trabajos que integran el conjunto "serie negra" algunos son muy flojos, otros son del montón, dos o tres caminan más o menos bien como parodias o simulacros hipercompactados de historias más o menos policiales, y hay un par de textos que no son relatos de ficción.
Pero hay un cuento perfecto, glorioso, que vale toda la revista. Lo escribió Dick Francis (1920-2010), ex jockey y piloto de la RAF, y se llama "El día de los perdedores".
Como la mayoría de los relatos que lo consagraron como escritor, cuenta una historia ambientada en el mundo de las carreras de caballos. El protagonista es un infeliz que pretende hacer circular antes de tiempo un dinero caliente, producto de un robo millonario. El tipo sabe que no debe usar ese dinero, pero también sabe que si se demora mucho, la inflación podría terminar con su pequeña fortuna. Por no hablar de los otros riesgos, como un cambio de moneda, por ejemplo.
En la otra punta de la historia hay otro hombre. Es un jockey arruinado por el alcohol, que todavía consigue, con esfuerzo, disimular su decadencia. Pero ese día está muy mal. Sabe que no logrará mantenerse sobre el caballo. Lo aterroriza el compromiso que tiene por delante.
El cuento es, por supuesto, la historia de una cadena de circunstancias desafortunadas, de malentendidos y acciones precipitadas, de frustración, fracaso y mala suerte. Y todo es perfecto, como en una pieza de arte exquisita y única. En apenas doce páginas Francis logra una arquitectura sin fallas, pero también se da el lujo de componer con increíble solvencia a sus personajes.
El texto de Fernando Savater es, justamente, sobre Dick Francis. Entre otras cosas, menciona que el misterio de que un jockey campeón, sin estudios secundarios, se haya convertido, en su madurez, en un escritor de tanta calidad podría explicarse por el hecho de que quien escribía, en realidad, no era Francis, sino su mujer, Mary. Sin embargo, Mary murió y Francis, luego de un tiempo de silencio, volvió a escribir.
Eñe tiene, además de los textos que caben dentro del tema elegido, cuatro secciones fijas que se llaman, respectivamente, "diario de un escritor", "biblioteca particular", "preestreno" y "agenda" (que es eso: una agenda de actividades). En este número, el diario de un escritor le correspondió a Elvio E. Gandolfo, la biblioteca particular es de Eduardo Galeano y el preestreno es el fragmento inicial de la novela Muerte en el hoyo 18, de Harlan Coben.
Lo mejor es el diario de Gandolfo. Tramposo, en ese presente del indicativo que nos hace creer que estamos acompañando in situ al que escribe, el diario nos pasea por las dos orillas del Plata y nos permite instalarnos fugazmente en un café de acá o de allá, recorrer el barrio ferroviario en Peñarol, charlar con un par de escritores y asomarnos discretamente a escenas y memorias familiares.
El adelanto de la novela de Coben no está mal, pero tampoco promete gran cosa. Lo de Galeano es apenas una más de tantas intervenciones similares del autor: simpática, obvia, repetida.
REVISTA EÑE, Nº 22 - SERIE NEGRA, Verano 2010. La fábrica, 128 págs. Ilustraciones de Carmen Calvo. Distribuye Océano.