Serendipia, la ciencia inesperada

Claudio Martínez Debat

"EL REINO de Seréndip" es citado en "Los Viajes de Simbad el Marino" cuento de Las mil y una noches. Reino exótico y oriental, Seréndip corresponde al nombre persa —tomado a su vez del árabe sarandib o serendib— de la isla de Ceilán, hoy Sri Lanka. Un cuento transcripto por el veneciano Michele Tramezzino en 1557 (Peregrinaggio di tre giovani figliuoli del re di Serendippo) narra la historia luego rebautizada como "Los tres príncipes de Seréndip": éstos debían viajar y solucionar problemas para aprender a gobernar mejor su futuro reino. Favorecidos por la providencia, cuando intentaban solucionar diversos interrogantes que ellos mismos se habían planteado, encontraban respuestas a otros problemas de mayor envergadura que no se habían formulado.

LA MULA CIEGA. El excéntrico escritor inglés Horace Walpole (siglo XVIII), Conde de Oxford, leyó el citado relato en su niñez, y varios años más tarde inventa el término serendipity, para describir los descubrimientos o hallazgos que se han obtenido por accidente y que aplica a algunas de sus propias creaciones literarias.

Pero la palabra serendipia no aparece todavía en el diccionario de la RAE. Un posible sinónimo podría ser "chiripa" o aún "serendipidad". El traductor del libro Serendipity Accidental Discoveries in Science de Royston M. Roberts (John Wiley & Sons, 1989; en español en Alianza Editorial Madrid, 1992) define al neologismo "serendipia" como "condición del descubrimiento que se realiza gracias a una combinación de accidente y sagacidad. Nótese que la "sagacidad", vista como un tipo de preparación espiritual, es uno de sus componentes". En palabras de Pasteur: "El azar no favorece sino a los espíritus preparados". Y Sir Winston Churchill, a su vez, opinaba que "quien es incapaz de ver lo que encuentra no encontrará jamás lo que busca".

Serendipity sí aparece en los diccionarios de habla inglesa desde 1974. El diccionario enciclopédico Webster la define como: (1) la aptitud de hacer descubrimientos deseables por accidente; o (2) buena fortuna o suerte. La primera acepción está más acorde con el significado que se le da a este término en las ciencias.

El concepto de serendipia fue utilizado al principio en el campo humanístico, pero poco a poco se fue introduciendo en la literatura científica. En 1955, la revista Scientific American lo adoptó como acepción técnica, siempre en referencia al descubrimiento científico casual.

DEL VELCRO AL LSD. La ciencia y su hermana tecnología se han beneficiado en incontables ocasiones de Serendipia. Hay muchos ejemplos de descubrimientos serendípicos, de todo tipo, fundamentales o de inmediata aplicabilidad. En el ¡Eureka! (¡Lo encontré!) de Arquímedes está uno. La famosa manzana de Newton dio origen a la Ley de la Gravitación Universal. El químico Albert Hoffmann descubrió el alucinógeno LSD al tocar sin querer un poco de la nueva sustancia que acababa de sintetizar y llevarse el dedo a la boca. En realidad buscaba otros usos terapéuticos, pero ayudó a inventar la psicodelia.

El velcro fue inventado por De Mestral, luego de un paseo por el campo y gracias a que varios abrojos se le quedaron pegados a sus calcetines. La penicilina de Fleming, el uso como hipotensor de la nitroglicerina, el teflón, los rayos X, el nylon, los post-it, la pila eléctrica de Volta, la radiación de fondo remanente del Big Bang y los púlsares, entre muchos otros inventos y descubrimientos, son serendipias.

La primera referencia al vidrio sintético se atribuye a Plinio el Viejo que en uno de sus 37 volúmenes de Historia Natural señala a los mercaderes fenicios como descubridores serendípicos del mismo. Según Plinio, estos comerciantes fueron conscientes de la obtención del vidrio cuando en uno de sus viajes, y tras acampar en una playa de arena, se dispusieron a colocar sus pucheros de cocina sobre unos ladrillos de natrón (mineral de carbonato de sodio probablemente traído de Egipto). Por la mañana, tras haber dejado el fuego encendido toda la noche para calentarse, estos incansables viajeros descubrieron, entre las cenizas del fuego, la presencia de vidrio reluciente allí donde el natrón se había fundido en contacto con la sílice de la arena de la playa. Con posterioridad se ha documentado la utilización de botellas de vidrio por parte de los egipcios desde el 1500 a.C., y por los romanos en las ventanas de sus edificaciones principales.

POLÍTICAS CIENTÍFICAS. El azar manifestado a través de la serendipia juega un rol no despreciable en el desarrollo científico-tecnológico. Sin embargo nunca es tenido en cuenta al redactar un proyecto científico, y menos por parte de los funcionarios, administradores y burócratas, que cuando encuentran un resultado que se sale de lo previsto, en general tienden a descartarlo como anomalía o defecto del sistema, algo que no estaba planeado y que no salió como debía. Al principio intriga, pero al final convence, su novedad abre nuevas posibilidades, a veces tan distintas de las predicciones iniciales —y a menudo tan atractivas— que se llega a abandonar el propósito original para seguir una nueva senda.

Parece sorprendente que algo tan frecuente en la vida profesional de los investigadores científicos activos haya recibido tan escasa atención en los escritos de filosofía de la ciencia. Pero, en cambio, es perfectamente explicable que no figure en ningún discurso, proyecto, organigrama, presupuesto, plan nacional, o campaña política. Y es que la serendipia no se encuentra sujeta a estructuras predecibles: su naturaleza misma las excluye, no porque sea irracional, sino porque su razón de ser se basa en configuraciones previamente inexistentes, que sólo se revelan a través de su inesperada presencia.

AZAR Y CREATIVIDAD. La creencia de que el artista o el científico destacado llega a la belleza o a la verdad de un momento para otro, en un salto de creación, olvida todo un proceso previo de estudio meticuloso, reflexión y meditación, de pruebas de ensayo y error. Esta concepción de que toda creación es ya un producto terminado en el momento de ser concebida, proviene de los tiempos de los griegos, quienes pensaban que la inspiración venía de las musas inspiradoras, proporcionando nuevas ideas a los poetas, artistas y científicos. Estasmusas, regidoras de las artes y las ciencias, eran las que simbolizaban un proceso psicológico de lucidez y comprensión cabal de un determinado problema. En la actualidad, continúa la tendencia de ver al proceso creativo como una especie de chispa divina, concedida sólo a personas extremadamente especiales. Son los inspirados, los admirados genios un poco locos que, con poco esfuerzo, cambian el destino de la historia.

Hoy en día, la psicología, empeñada en desentrañar el misterio de la creatividad, ha desmitificado muchas creencias. Es así que los genios son más cercanos de lo que creemos, más sistemáticos y meticulosos de lo que nunca pensamos, son gente preparada y talentosa a la vez. La "chispa creadora" no es sino una parte relativamente pequeña de todo un proceso, y existe y enciende la mecha sólo cuando hay una persona atenta y preparada.

La creatividad y productividad científica se alcanza mediante una serie de factores, algunos externos, condicionados por la infraestructura y el entorno; y otros internos, más subjetivos, tales como el conocimiento en profundidad, la vocación, la perseverancia, la ambición, el desarrollo de destrezas, la disciplina que posibilita el trabajo arduo y continuo, por citar sólo algunos. Luego de considerar todos estos ingredientes, agréguese un poco de suerte.

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