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Las leyes que no se aplican

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Un dilema continental

Y si se aplicaran, en América Latina, todo sería mucho mejor. Tres politólogos estudian el caso en un libro reciente, llegando a conclusiones curiosas.

A todos los que viven en democracias y votan, les ha pasado alguna vez que, a la hora de decidir si votar o no a determinado candidato, piensan por un instante en qué posibilidades tiene ese político de llevar a cabo lo que dice. No es un razonamiento menor, sino central de la democracia. Ocurre que si no cumple, muchas veces no se culpa en forma directa al político por su supuesta ineficiencia sino a un mal bien instalado en América Latina: el de la debilidad de las instituciones. Es decir, a los Estados que tienen poca capacidad de hacer cumplir las leyes.

El libro La ley y la trampa en América Latina de los politólogos María Victoria Murillo, Steven Levitsky y Daniel Brinks, todos profesores en prestigiosas universidades norteamericanas (Harvard, Columbia), aborda justo eso, tras detectar que una amplia mayoría de países latinoamericanos poseen “Estados mínimamente eficaces y regímenes electorales competitivos”, plenamente democráticos. Lo que pone en peligro a la propia democracia, por la frustración que genera entre los votantes. “Si las leyes destinadas a eliminar la corrupción, el clientelismo, la discriminación racial o la violencia contra la mujer, o las normas destinadas a redistribuir los ingresos a los pobres, hacer cumplir los derechos de propiedad contra los ocupantes ilegales o proteger el medio ambiente efectivamente se cumplieran a lo largo del tiempo, las consecuencias sociales y distributivas serían enormes”.

El libro de estos profesores de ciencia política es complejo; a veces cae en un lenguaje académico que puede expulsar al lector común. Pero vale la pena el esfuerzo, porque una primera mirada al continente permite sospechar que casi todos los Estados latinoamericanos son débiles, con pocas excepciones (debido a los pequeños Estados de Bienestar cuya presencia en la región es “desconcertante”, afirman los autores, en referencia clara a Costa Rica y Uruguay, sin mencionarlos), y también porque abordan la complejidad de cada país con gran honestidad y ausencia de prejuicios, lo que complica a la hora de establecer clasificaciones. No es lo mismo la Bolivia de Evo Morales, con aquella decisión del presidente de ignorar el mandato de no reelección emanado de un plebiscito, que los problemas que trajo la Constitución de Pinochet (1980), y que hicieron eclosión en los estallidos sociales recientes, lo que trajo un gran acuerdo nacional entre chilenos para diseñar una nueva Constitución. A su vez, el gran aporte del libro es la detección de una estrategia paradójica de ciertos actores políticos y sociales: para que las leyes se cumplan, promueven el debilitamiento de los Estados. Un camino en apariencia necesario, aunque no exento de riesgos para la propia democracia.

LA LEY Y LA TRAMPA EN AMÉRICA LATINA, de María Victoria Murillo, Steven Levitsky y Daniel Brinks. Siglo XXI, 2021. Buenos Aires, 130 págs.

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