La gloria de un raro

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El País

Patricio Pron

EN 1896, el joven parisino de diecinueve años Raymond Roussel escribió un largo y complejo poema narrativo al que tituló La Doublure y cuyo tema es el fracaso y la decepción mundana de un actor. Su autor estaba lejos de sospechar siquiera que lo que le sucedía a Gaspard, el protagonista del poema, pudiera pasarle alguna vez a él; por el contrario, Roussel estaba convencido -y lo estaría a lo largo de toda su vida- de su extraordinario talento y de la gloria que le estaba destinada. "Esta gloria era un hecho, una constatación, una sensación", le confiaría años después al psiquiatra Pierre Janet, quien lo trató durante muchos años y escribió acerca de su caso. "Lo que escribía estaba rodeado de luz, yo cerraba las cortinas porque tenía miedo de que la más pequeña raja podría dejar salir al exterior los rayos luminosos que partían de mi pluma y la multitud atónita se abalanzaría sobre la casa", contó Roussel. En ese estado de "felicidad inaudita" el escritor pasó seis meses en los que se abstuvo prácticamente de cualquier movimiento y de alimentarse, encandilado por la visión de su propia gloria.

La Doublure apareció en junio de 1897 en una edición costeada por su autor; cuando Roussel salió finalmente a la calle, sin embargo, lo que sucedió no fue exactamente lo que esperaba: nadie se dio vuelta a mirarlo ni quedó encandilado por la luz de su supuesto genio. El libro recibió sólo dos reseñas: la primera lo consideraba "más o menos ininteligible" y la otra "muy aburrido". Roussel cayó en una profunda depresión de cuyas consecuencias no pudo librarse nunca, pero continuó confiando en su genialidad y en su gloria, fuera ésta comprendida por sus contemporáneos o no. A partir de 1897 y hasta su muerte, el autor malgastó la fortuna familiar pagando onerosas ediciones de sus obras, financiando adaptaciones teatrales que culminaron en el escándalo, y haciendo el ridículo, desesperado por alcanzar una notoriedad que su rareza maniática y el original y riguroso procedimiento poético que inventó para escribir sus libros hacían inalcanzable. Estaba convencido de que un día tendría "una fama que será mayor que la de Victor Hugo o la de Napoleón", como le dijo a Janet. Su predicción no era completamente errónea, pese a todo: Raymond Roussel es considerado hoy en día uno de los escritores más raros y radicalmente innovadores de la literatura francesa.

EL PROCEDIMIENTO. Luego del fracaso de La Doublure, Roussel fue declarado apto para el servicio militar, cuya duración en la época era de tres años, y fue destinado primero a Amiens -donde pudo estrechar la mano de uno de sus autores amados, Julio Verne- y luego a Versailles; pero incluso en este período no dejó de escribir. En el otoño de 1900, la editorial de Alphonse Lemerre publicó el relato Chiquenaude. Lemerre, que había publicado el libro anterior de Roussel y editaría todos los siguientes, siempre en ediciones pagadas por el autor a precios exorbitantes, no hizo nada por la distribución y la promoción de la obra y esta pasó desapercibida. Sin embargo, Chiquenaude es relevante porque se trata de la primera obra de Roussel en la que emplea el procedimiento que le daría fama.

En Cómo escribí algunos libros míos, el ensayo que Roussel entregó a su editor en 1933 con la indicación de que debía publicarlo tras su muerte, Roussel ofrece una explicación minuciosa de su procedimiento. Consiste en utilizar al comenzar el relato una frase que, con una modificación tipográfica o dos, debe ser su frase final: la tarea del escritor consiste entonces en construir alrededor de esta simetría deliberada un relato coherente. En Chiquenaude, la primera frase es "Les vers de la doublure dans la pièce du Forban talon rouge avaient été composés par moi" (Los versos del suplente en la pieza Forban talon rouge habían sido compuestos por mí), y la última "Les vers de la doublure dans la pièce du fort pantalon rouge (...)" (Los gusanos en el doblez de la tela del fuerte pantalón rojo).

La historia que va de un extremo a otro cuenta la pieza teatral para la que el narrador ha compuesto unos versos que debe interpretar el personaje de Mefisto, invencible en combate gracias a una prenda encantada de color rojo. Mefisto comparte una noche de pasión con Foire, la novia del bucanero cuyo talón da título a la pieza, y éste lo desafía a duelo. En el momento del combate, los gusanos que la abuela del bucanero, Chiquenaude, ha echado la noche anterior en la prenda de Mefisto han comido los pantalones y a través de uno de sus agujeros penetra la espada del bucanero, que lo mata.

Si bien podría pensarse que Roussel utiliza el procedimiento para estimular su imaginación, estableciendo una conexión en principio insólita entre objetos o hechos, la gran cantidad de ejemplos que menciona en Cómo escribí algunos libros míos permite pensar que, como apunta Mark Ford en su libro Raymond Roussel and the Republic of Dreams el procedimiento no es sino el producto de esa misma imaginación, de la "conciencia de que un lenguaje no duplicado nunca podría satisfacerlo estéticamente" y de una "obsesión por los dobles sentidos," a la que el procedimiento viene a poner límite. Para combatir su proliferación, Roussel se impuso una "regla", y a partir de Chiquenaude ésta aparece en todas sus obras, a veces en su versión más simple pero también en variantes que incluyen el aprovechamiento de las posibilidades conectivas de la preposición francesa "à" (de) o la descomposición de palabras o expresiones en otras, por ejemplo "Napoléon premier empereur" (Napoleón, primer emperador), de la que Roussel extrae las palabras "nappe, olé, ombre, miettes, hampe, air, heure" (mantel, olé, sombra, migas, mástil, aire, hora) que utiliza en un relato.

Una de las obras en las que aparece el procedimiento es Impresiones de África (1909), un relato donde Roussel hace uso de los estereotipos racistas y colonialistas habituales en las novelas de aventura y los relatos de viaje de la época y donde la multiplicación de los doble sentidos comienza desde el título mismo, que se puede entender literalmente como "Impressions d` Afrique" (Impresiones de África) pero también como "impressions afric" (impresos por guita), en alusión a la forma en que el libro había visto la luz.

Impresiones de África narra la historia de los pasajeros del Lyncée, un barco con destino final en Buenos Aires que naufraga frente a las costas de un país africano; uno de los náufragos, Carmichaël, envía cartas a su esposa en las que narra las aventuras de las hordas guerreras de Talou que han capturado a los náufragos. La transparencia de su estilo y la forma en que encarna sin dificultad aparente el procedimiento rousseliano hacen de Impresiones de África un logro notable, un éxito creativo que, desde el punto de vista económico, sin embargo, puede ser visto como un naufragio y una aventura tan desastrosa como la del Lyncée: por los mil cien ejemplares impresos de la obra Roussel pagó a Lemerre 2.409 francos, además de otros 6.689,50 para publicidad. Un año después sólo se habían vendido 187 libros, y la primera tirada tardó veintidós años en agotarse.

EL ESCÁNDALO. Si bien las críticas no fueron tan decepcionantes esta vez, Roussel concluyó que su obra no había obtenido el reconocimiento que merecía y, por consejo de Edmond Rostand, planeó su adaptación teatral. En Cómo escribí algunos libros míos Roussel comenta: "yo sufría por ser malentendido, y pensé que quizás podría llegar al público más fácilmente a través del teatro que mediante libros". Por alguna razón, no previó que la obra - poblada de juegos de palabras y dobles sentidos, con largas digresiones y ningún diálogo- sería refractaria a cualquier intento de traslación a la escena y así comenzó su ruinosa y escandalosa relación con el teatro.

La obra Impresiones de África se estrenó en el teatro Fémina de los Campos Elíseos el 30 de septiembre de 1911 y recibió menos atención crítica incluso que el libro en el que se basaba. La pieza -que Roussel había costeado en su totalidad- estuvo exactamente una semana en cartel, pero se reestrenó en el teatro Antoine el 11 de mayo de 1912, con una reescritura importante y una gran cantidad de publicidad en la prensa, pagada por Roussel. Esta vez la respuesta del público fue aún más agresiva que el año anterior: cada una de las representaciones derivó en una batalla campal entre un público furioso por las extravagancias de la pieza o simplemente aburrido y un grupo de jóvenes que victoreaban a Roussel, entre ellos Marcel Duchamp y Guillaume Apollinaire. Fueron ellos quienes hicieron que los surrealistas concurrieran masivamente a las representaciones, menos interesados en los detalles de la pieza que en la confrontación con el público burgués.

Roussel no era un surrealista, aunque pronto comprendió que el único apoyo que podía esperar vendría de ese grupo y antes de su muerte dio órdenes expresas a su editor de que se enviara un ejemplar de Cómo escribí algunos libros míos a cada uno de sus miembros. Una de las diferencias principales entre uno y otros - aparte de la absoluta falta de sofisticación de Roussel en temas literarios- era que, mientras los surrealistas se proponían enfurecer a su público, Roussel estaba dispuesto a dilapidar todo su patrimonio por complacerlo.

LA GUERRA. Roussel creyó oportuno mencionar en Cómo escribí algunos libros míos que fue durante las representaciones de Impresiones de África que comenzó a trabajar en su novela Locus Solus. La referencia no importaría de no mediar el hecho de que Locus Solus es un monumento a su genio. Al situar su origen en los momentos en que este genio era discutido por el público, Roussel replanteó la relación entre gloria y desastre que ya había aparecido en sus primeras obras, ya que -según Max Ford- "la novela sitúa una oposición fundamental entre el desastre de la vida y las glorias redentoras y autónomas de la literatura". Su protagonista (y trasunto del autor) es Martial Canterel, un científico de extraordinaria inteligencia que realiza experimentos con elementos heterogéneos sometidos al procedimiento rousseliano de descomposición y puesta en simetría.

Locus Solus fue publicado en noviembre de 1913 por Lemerre y en diciembre a manera de folletín en Le Gaulois du Dimanche. La repercusión fue tan escasa como cabía esperar de una obra de Roussel, pero el inicio de la Primera Guerra Mundial cambió por completo el escenario. Roussel fue llamado a filas y cumplió servicios de los que poco se sabe en Vincennes, Châlons-sur-Marne, Fontainebleau y Versailles. Su único comentario sobre la guerra fue que nunca había visto tantos hombres juntos.

LOS VIAJES. Su participación en la contienda bélica no le impidió continuar alimentando sus aspiraciones de gloria literaria. En 1915 comenzó a trabajar en Nouvelles Impressions d`Afrique (Nuevas impresiones de África o Nuevos impresos por guita) y en diciembre de 1918 encargó a Lemerre la publicación de una selección de pasajes de sus dos novelas anteriores con el título de Pages choisies (Páginas escogidas). Las dos obras serían también adaptadas a la escena, en otro intento desafortunado de alcanzar al gran público.

Esta vez Roussel confió la tarea a un profesional, Pierre Frondaie, a quien pagó la gigantesca suma de 75.000 francos por los tres años en que estuvo trabajando en estas obras de imposible adaptación. Locus Solus se estrenó finalmente el 8 de diciembre de 1922 en el teatro Antoine y permaneció en cartel hasta el 21, para alegría principalmente de los surrealistas. El escándalo en el estreno fue tan grande que Roussel suspendió las representaciones durante tres días para hacer cambios. Cuando la reestrenó, los surrealistas contemplaron indignados que la pieza comenzaba ahora con un cuadro patriótico y procedieron a abuchearla, lo que derivó en otra batalla campal e hizo que la policía interviniera y se llevara detenidos a André Breton y a su esposa.

La forma en que Roussel reaccionó ante la humillación recibida fue tan errónea como característica de su convencimiento en las posibilidades ilimitadas de su genio: atribuyó el fracaso al hecho de que se trataba de una adaptación, y decidió escribir específicamente para la escena. En los años siguientes, trabajó maniáticamente en las piezas L`Étoile au front (La estrella sobre la frente) y La Poussière de soleil (El polvo de sol) mientras viajaba por el mundo. Entre 1920 y 1921 había visitado India, Australia, Nueva Zelanda, las islas del Pacífico, China, Japón y América del Norte con su madre - quien transportaba entre sus pertenencias un ataúd por si moría durante el trayecto- y anteriormente Egipto y el norte de África. En 1922 mandó construir una suntuosa "roulotte", antecedente de las casas rodantes posteriores, que fue admirada por el Papa Pio XI y Benito Mussolini entre otros, y con la que recorrió Suiza, Alsacia e Italia. Más tarde visitaría Grecia, Turquía e Irán.

En consonancia con su idea de que la obra artística no debía contener nada "real" sino puras combinaciones imaginarias porque de lo contrario resultaría "horrible", Roussel no utilizó en su literatura ninguna de las experiencias vividas durante sus viajes, y se jactó de ello. Su casa rodante fue construida con la finalidad de poder aislarse completamente mientras viajaba para continuar escribiendo y, salvo escapadas breves para echar una mirada a las ciudades visitadas, Roussel viajó sin ver nada.

L`Étoile au front duró tres días en cartel, entre el 5 y el 7 de mayo de 1924 en el Théâtre du Vaudeville, y fue publicada al año siguiente. La Poussière de soleil fue estrenada el 2 de febrero de 1926 en el teatro de la Porte-Saint-Martin, que Roussel debió alquilar por el doble del precio habitual debido al temor al escándalo del dueño de la sala. El carácter convencional de la pieza -Roussel había renunciado a las extravagancias para agradar al público- decepcionó tanto al público deseoso de escándalo como a los surrealistas, que no pudieron ocultar su malestar. Fue su última aventura teatral. A partir de ese momento y hasta 1932, Roussel se dedicó principalmente -para gran desesperación de Eugène Vallée, jefe de la imprenta de Lemerre- a añadir largas notas al pie y digresiones entre paréntesis a las pruebas de página de Nouvelles impressions d`Afrique, uno de sus textos más complejos -su autor reconoció que cada línea le había costado aproximadamente quince horas de trabajo- y a jugar al ajedrez, para el que creó un jaque mate con alfil y caballo que lleva su nombre. Uno de sus últimos escritos fue un anuncio publicitario para Nouvelles impressions d`Afrique en el que, con su patológica inocencia y falta de modestia características, escribió que "los más grandes autores y críticos han proclamado el genio -aunque un genio poderosamente moderado por el clasicismo- de Raymond Roussel, y todos los jóvenes literatos consideran su monumental obra como un bien inagotable del que generaciones enteras de escritores beberán habitual y profundamente". De modo absurdo, hizo ilustrar este anuncio con una imagen suya a la edad de cuatro años, como si creyera que sus lectores podrían descubrir el genio predestinado en sus facciones infantiles.

LAS RAREZAS. Que Roussel no pudiera comprender que el procedimiento criptográfico que presidía sus libros los hacía incomprensibles para las audiencias masivas con las que soñaba, es la principal de las contradicciones del autor, y una de sus mayores rarezas, aunque no la única. El escritor Michel Leiris, que lo conoció tanto como el impenetrable Roussel podía ser conocido, contó en varios libros algunas de sus excentricidades. Roussel, convencido de que la comida afectaba a la "serenidad" que necesitaba para escribir, solía ayunar por días o someterse a comilonas de cinco horas de duración que pasaban por el desayuno, el almuerzo, la merienda y la cena, todo servido seguido. Le tenía terror a los túneles y los evitaba. Usaba sus cuellos sólo una vez, sus corbatas, tres, y los trajes, abrigos y suspensores, quince. Su temor a verse envuelto en una conversación incómoda, o provocarla, lo hacía someter a sus conocidos a preguntas inocuas y puntuales que preparaba con antelación. Le gustaba imitar a las personas y solía trabajar hasta siete años en sus imitaciones, repitiendo frases en voz alta para reproducir la entonación exacta y copiando sus gestos. Aunque era un escritor esencialmente vanguardista, sus gustos literarios eran mediocres y se limitaban -para horror de Leiris- a Pierre Loti, los poetas Parnasianos -publicados también por Lemerre- y el ya mencionado Verne. Pensaba que el miedo era contagioso y prohibía a las personas contarle los suyos. Según Janet, "su vida estaba organizada como sus libros", y el psiquiatra llegó a decir de él que era "un pobre enfermito".

Su persecución de la euforia experimentada durante la escritura de La Doublure, cuando aún era un adolescente, lo llevó a consumir alcohol y barbitúricos en cantidades cada vez mayores. Hacia el otoño de 1928, Roussel ya se había convertido en un adicto a las drogas y debió someterse a una cura en una clínica suiza. Más tarde, ese mismo año, permaneció ocho meses en un centro de desintoxicación en Saint-Cloud, cerca de París, donde conoció a Jean Cocteau, quien escribió sobre la clínica y sus conversaciones con Roussel en su libro Opium (1930).

El primero de junio de 1933, ya casi completamente arruinado económicamente por sus fracasos literarios y su adicción a las drogas, Roussel abandonó París junto a Charlotte Dufrène para alojarse en el hotel Grande Alberto e delle Palme de Palermo, en el que Richard Wagner había escrito más de cincuenta años atrás su ópera Parsifal. Dufrène era desde 1910 su "dama de conveniencia" y había sido empleada a iniciativa de la madre de Roussel para disimular la homosexualidad de su hijo. Fue ella la que comenzó a llevar un diario de su consumo de drogas, luego de que Roussel tuvo una descompensación por sobredosis el 16 de junio. El primero de julio intentó cortarse las venas cuando estaba bajo los efectos de los barbitúricos y más tarde intentó convencer a Dufrène de que lo matara ofreciéndole grandes sumas de dinero que ella no aceptó. En cambio, lo convenció de someterse a una cura de desintoxicación en Kreutzlingen, Suiza. Roussel accedió el 16 de julio a partir de Palermo, pero tres días antes fue encontrado muerto en su habitación. El caso fue clasificado como suicidio -quizás lo haya sido realmente- y archivado con rapidez por las autoridades italianas. El 9 de marzo, Roussel había enviado a su abogado un sobre a ser abierto tras su muerte en el que, por temor a ser enterrado vivo, exigía que le hicieran un largo corte en las venas de la muñeca. La previsión no fue necesaria, ya que su cuerpo fue embalsamado y transportado a París, donde lo enterraron en el cementerio de Père Lachaise el 26 de julio, doce días después de su muerte. El monumento fúnebre que había mandado concebir unos años antes y que incluía una estatua suya en tamaño real, nunca fue construido, y la tumba es hoy relativamente fácil de pasar por alto.

LA GLORIA. Luego de la muerte de Roussel, su sobrino Michel Ney se convirtió en su único heredero y, por lo tanto, en su albaceas literario. Convencido, sin embargo, de que la carrera literaria de su tío había traído ya suficiente vergüenza a la familia, rechazó cualquier pregunta sobre él y negó todo permiso para reeditar su obra hasta 1963, cuando autorizó por primera vez la edición de la obra completa en el sello Jean-Jacques Pauvert. En 1989, un acontecimiento extraordinario permitió asomarse otra vez al misterio que es Roussel, cuando unos trabajadores que limpiaban un depósito en la calle Quentin-Bauchart de París encontraron allí una caja depositada a pedido de Roussel en 1933 y que nadie había reclamado hasta entonces. Se trataba de una colección de documentos, varias piezas inéditas, incluyendo un poema de siete mil versos y otro de más de veinte mil, así como numerosos borradores que echaron luz sobre la concepción y el funcionamiento del procedimiento creado por Roussel.

El procedimiento rousseliano, con toda su excentricidad y rigor, proporcionó a su obra también una curiosa libertad y objetividad. Además de una originalidad única, dio a su creador la gloria de la que nunca dudó. Michel Leiris, Robert Desnos y otros escritores surrealistas defendieron su causa tras la muerte del escritor. Raymond Queneau y el grupo del Oulipo (Taller de literatura potencial) lo tomaron como modelo, al igual que Alain Robbe-Grillet -que lo consideró un antecedente del Nouveau Roman-, y Michel Foucault escribió un libro sobre él. Todos se beneficiaron del extremismo y la rareza de Roussel sin haber tenido que ocupar su lugar, entre la literatura más alta y la locura, entre la rareza y el genio.

Los libros

LA EDITORIAL TUSQUETS difundió hace años, en su colección de Cuadernos Mínimos, la traducción del "sistema" de Roussel en Como escribí algunos libros míos. También hace años Seix Barral tradujo su obra maestra, Locus Solus. Una nueva traducción, de Marcelo Cohen, fue editada por Interzona, de Buenos Aires. El sello De La Flor editó por su parte Impresiones de África.

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