El cómic directo a la yugular

El retorno de Vlad Tepes, un vampiro contra la corrección política

Llega una nueva colección de historietas al cuidado de un representante clave del vampirismo uruguayo, Silvio Galizzi.

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Vlad Tepes en Japón
(ilustración de Pablo Risso)

por László Erdélyi
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“Soy el conde Drácula, el rey de los Vampiros, soy inmortal” dijo Béla Lugosi en su lecho de muerte un 16 de agosto de 1956. Su papel interpretando a Drácula en el cine fue imponente, tanto como los de Boris Karloff o Christopher Lee, pero había algo más. “Que se había transformado en vampiro es un hecho generalmente admitido” afirma su biógrafo Edgar Lander. Semejante transformación parece estar ocurriendo también por las calles de Montevideo. El abogado Silvio Galizzi, coleccionista de cómics, guionista, realizador cinematográfico, actor, editor e hincha de Nacional (a diferencia de Christopher Lee, que declaró ser hincha de Peñarol), ha venido personificando en diversos formatos (cine en cortos y largometrajes, cómic) la figura de Vlad Tepes, un conde vernáculo y vampiro con todas las de la ley, que a veces camina a la sombra del Palacio Salvo. Pero hay más: algunos dicen que el propio Galizzi ya es un vampiro; otros dudan.

El camino de Tepes a la inmortalidad comenzó con las películas Sangre en la Mondiola (2005) y La balada de Vlad Tepes (2009, donde este cronista tuvo un breve protagónico). Ambas fueron dirigidas por Guzmán Vila, y La balada... convocó a reconocidos actores locales de larga trayectoria como Walter Reyno, Elena Zuasti y Mirella Pascual, así como también a figuras mediáticas como Nano Folle, Gustavo Escanlar, Elvio Gandolfo y Nacho Alcuri. Este elenco ayudó a consolidar el tono tétrico, terrorífico y políticamente incorrecto de una Montevideo gris, provinciana, que observaba impávida cómo Vlad Tepes cometía crímenes atroces a diestra y siniestra sin que nada ni nadie pudiera detenerlo. Como parte del género del cine Clase B de terror, ambas pueden verse completas en YouTube. No son para almas débiles.

Galizzi también tiene una trayectoria como editor de novelas gráficas con Las andanzas de Vlad Tepes (2013), Las andanzas eróticas de Vlad Tepes (2015, que tuvo su secuela en 2017), y Ya no quedan héroes (2019), entre otras. Acaba de publicar la última, Las nuevas andanzas de Vlad Tepes (2022) que reúne numerosas historietas guionadas por Galizzi e ilustradas por 15 artistas uruguayos, donde el vampiro oriental hace de las suyas en lugares tan distantes como América del Norte, la China antigua, la República de Weimar, o la Grecia Clásica con sus dioses tan apasionados como inmortales.

Luna llena.
A pesar de que Tepes vive de noche y duerme de día en un ataúd, y durante mil años ha sido inmune a los desvaríos de los humanos, no pudo con estos tiempos de corrección política. Tepes acepta, a regañadientes, que lo acompañe una suerte de mascota, un pequeño murciélago inclusivo llamado Transilvanio (a partir de una idea del dibujante Nicolás Peruzzo). Dice Matías Castro en el prólogo que Transilvanio es “una especie de conciencia políticamente correcta (para el muy hipotético caso de que Tepes tuviera conciencia)”.
Ni conciencia, ni filtro, ni límite moral alguno. Va el siguiente diálogo de la historieta que abre el volumen, “Transilvanio”, que se desarrolla en la parisina Rue Saint-Severin del año 1730, ilustrada por Matías Soto López:
—Vamos a buscar alguna puta. Anoche por culpa de ese negro de mierda me quedé con las ganas— dice Tepes en voz alta.
—No se dice “Negro” tío Tepes. ¡Y por otra parte, no está bien cosificar a las mujeres!— acota Transilvanio.
—Me parece que esta noche definitivamente cenaré murciélago... ¡Y no me llames Tío! le dice Tepes con asco.

Así, como un planchazo punk en plena cabeza se van desarrollando las diversas historietas, con abundante humor negro y bastante porno soft. Tepes nunca pierde, siempre se sale con la suya sin pudor ni falsa humildad, y derrota tanto a criminales malísimos como a seres inocentes que aparecen en el lugar y el momento equivocado. Al final, todas las yugulares encuentran destino sin distinción de raza, sexo o edad.

En “Transilvanio” dos personajes se dedican a cazar gatos callejeros para ganarse la confianza del patrón. Son seres odiosos para la cultura de gatitos mimosos que hoy prolifera en las redes sociales. Tepes actúa, pero no por razones éticas o morales sino por egoísmo puro. Los dibujos son nítidos, de alto impacto visual, y la historia fluye cuadro a cuadro con transiciones armoniosas.

En “Porque roja es la sangre”, con dibujos de Hansz, recrean la historia de Caperucita Roja donde Tepes se hace cargo del lobo feroz también por razones puramente egoístas, aunque el final sea tenebroso. A su vez participa de la antigua Guerra de Troya en “El vampiro de Troya” (dibujos de Pablo Fernández), fiel a su estilo, pues mientras Paris, Aquiles y Helena son víctimas de sus propias pasiones, él no ve más allá de sus insaciables intereses alimenticios. Esta tira posee un humor sutil y a veces descacharrante.

“Rokuro-Kubi” es una de las mejor logradas, tan negra como la mirada del vampiro. “Jiang Shi”, con dibujos de Alejandro Rodríguez Juele, se desarrolla en la China del siglo XVII, y alterna escenas llenas de ternura donde Tepes alimenta a Transilvanio en la boca con otras donde deben enfrentar a un enemigo que los supera; al final Transilvanio, como siempre, lo reta (“No se dice maricón, Tío Tepes, se dice persona no binaria”).

“Empusa”, con dibujos de Maan House, es una historieta que se desarrolla en el espacio, casi sin diálogos; la ilustración, que tiende a la abstracción, exige más atención al detalle y a las transiciones de cuadros para no perder el hilo de la historia. “Sombras sobre Weimar”, con dibujos de Fernando Ramos, se traslada a la Alemania de 1922 y está muy bien resuelta; involucra a un asesino de niñas, y a un Tepes que no solo encuentra un alter ego sino que huele algo peor, el advenimiento de las vulgares hordas nazis.

En “Vuelo nocturno”, ilustrado por Carlos Lemos, Vlad Tepes aparece en México y Colombia como socio de Pablo Escobar y lidiando con traiciones y escapes a pura bala (de plomo, no de plata). En “No es país para vampiros”, con dibujos de Martín Pouso, se traslada a un futuro totalitario cercano donde las fuerzas del orden queman libros y cazan vampiros, con dibujos y transiciones que fluyen, muy dinámicas, logrando así un ritmo inusual. “La estaca”, con dibujos de Navas, donde una femme fatale de fuerte erotismo intenta asesinarlo, y “Las tres esposas de Vlad Tepes”, con dibujos de Agustina Mandacen, cierran esta publicación.

Se entremezclan en el volumen dos ilustraciones autónomas de Gabriel Serra y Martín Ansín, y una de Alejandro Colucci que abre la publicación dedicada a un integrante muy querido de la troupe, Daniel Guridi (1958-2022).

Queda una cuestión pendiente. Silvio Galizzi se parece demasiado físicamente al personaje Vlad Tepes. La pregunta que corre sin respuesta es si Galizzi ya se ha convertido, o no, en vampiro. Habrá que otear en noches de luna con una ristra de ajos a mano.

LAS NUEVAS ANDANZAS DE VLAD TEPES, de Silvio Galizzi y varios ilustradores. Ninfa editores, 2022. Montevideo, 112 págs.

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