Diálogo, de Peter Handke.
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Porque es una conversación ficcionada por el premio Nobel de Literatura, donde piensa, discute y critica la fuerza y la actualidad del teatro de hoy. También sobre el envejecer, sobre los recuerdos y las vivencias que dejan una huella grabada en la memoria. Nada cómodo y siempre provocador, es una maravilla que se siga traduciendo y publicando a Handke. (Alianza)
Van las primeras dos carillas de Diálogo:
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Basta de mirar al vacío.
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Ni hablar del vacío. O sí. Pero en el intermedio se ha habitado. Diría: está concurrido. Aunque se toma su tiempo. Pero ¿qué clase de impulso, de salida a escena habrá, ahora y ahora? El mundo —bueno, o yo— no ha visto, en ningún momento, en ningún lugar, ni una concurrencia ni una escena como esta. Por lo demás, tú también has contemplado todo este tiempo el vacío, salvo ese par de veces en las que caíste en la contemplación. Una vez hasta pestañeaste, como si le guiñaras el ojo a alguien invisible. Singular majadero ante su singular humilladero.
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A decir verdad, viejo amigo: vaya par de majaderos estamos hechos, cada cual a su manera. Tú, que aún esperas un levantamiento popular jamás soñado y el aquí servidor, que les guiña un ojo a sus ancestros en sus ensoñaciones, por no decir a sus antepasados, y, en las ensoñaciones del presente, a uno solo, al único que le acompañó en vida: a mi abuelo. (...)
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(traducción de Núria Molines Galarza)