Luis Fernando Iglesias
FERNANDO PELÁEZ tuvo que recorrer un largo camino para poder publicar De las Cuevas al Solís. El trabajo, que compendia quince años de la historia del rock uruguayo (1960-1975), fue rechazado por varias editoriales antes que Perro Andaluz, una editora de música, resolviera editar en 2003 la obra en dos tomos. La cantidad de fotos incluidas, junto al excelente diseño y armado de Rodolfo Fuentes, la transformaron en un producto sumamente atractivo más allá de lo valioso del contenido. "Se trata de una crónica sobre los acontecimientos relacionados con lo que podría llamarse el primer movimiento de rock en el Uruguay" anuncia el autor, admirador de la camada roquera de la década del setenta.
El primer objetivo de Peláez fue contar la historia de la música de esos años pero luego comprendió que no podía hacerlo sin bucear en las raíces del movimiento y de eso trata este primer tomo ahora reeditado.
El volumen se divide en trece capítulos que comienzan con la llegada del rock a estas tierras y terminan en el Segundo Festival de la Canción Beat de Salto, celebrado en Parque Harriague a comienzos de 1971. La forma de contar es ágil y se apoya en las declaraciones de músicos y protagonistas de esos años, resultado de unas setenta entrevistas realizadas por el autor. También se agregan varios apéndices sobre grupos y músicos del período 1960-1976, junto a la lista de los discos larga duración y simples editados en la década del sesenta. Posiblemente a fines de 2011 se reedite el segundo tomo, que abarca el período 1971-1975.
Al compás del reloj. La llegada del rock a Uruguay vino de la mano de películas como Blackboard Jungle (Semilla de maldad, 1955), en cuya banda sonora aparecía Bill Halley and his Comets tocando "Rock around the clock". Dino (Gastón Ciarlo) expresa qué sintió al escuchar el tema: fue "como que me hubieran pegado una trompada en la cabeza".
Los primeros grupos que intentaron copiar a las bandas inglesas y norteamericanas fueron, entre otros: Los Épsilons (luego Los Bulldogs y, finalmente, Kano y Los Bulldogs) con Roberto "Kano" Alonso. También Los Gatos (banda que integró Dino), Los Inocentes (con el escritor Napoleón Baccino en la guitarra) y Los Delfines, grupo que tendría una larga trayectoria en la música nacional.
Esta segunda edición amplía el espacio otorgado a otra de esas primeras bandas: Los Blue Kings, luego convertidos en Los Iracundos, uno de los grupos uruguayos que más adelante tendría un gran éxito en el exterior, al volcarse a una línea más melódica que roquera. Al comienzo, los músicos, deslumbrados, intentaban calcar la forma de tocar de las bandas anglosajonas. Los discos tardaban en llegar, por lo cual se contaba con poca información y se carecía de instrumentos y amplificadores de calidad aceptable como para lograr un buen resultado.
Después de la llegada a Montevideo de dos grupos imitadores (Los American Beatles y The Beetles, sic) y sobre todo al estrenarse en 1964 A Hard Day`s Night, primera película del cuarteto de Liverpool, Hugo y Osvaldo Fattoruso junto a Roberto "Pelin" Capobianco, decidieron terminar con su grupo de jazz (Trío Fattoruso) y formar una banda a imagen y semejanza de los fab four. Osvaldo pensaba encargarse de la batería e invitaron a Ringo Thielmann para que tocara guitarra junto a Hugo, dejando el bajo en manos de "Pelin". Ringo faltó a los primeros ensayos, algo común en aquellos tiempos, y reclutaron al baterista Carlos "Caio" Vila, pasando Osvaldo a la guitarra. Los Shakers cantaban en inglés pero, además de interpretar temas ajenos, los Fattoruso compusieron varias canciones. En 1965 llegó su primer gran éxito "Break It All", canción que, aún hoy, algunas personas piensan que es de Los Beatles. De inmediato se instalaron en Argentina, y alcanzaron una enorme popularidad. La evolución es clara en su segundo álbum, en el que ya integran ritmos locales como la bossa nova en "Never, Never, Never".
Otros grupos como Los Mockers, banda de clara influencia Stone, también emigran a la capital porteña provocando una pequeña invasión y marcando una gran influencia en músicos argentinos.
Ya en 1968 la relación entre los miembros de Los Shakers se había desgastado. Los Fattoruso emigraron a Estados Unidos, lugar en el que, años más tarde, formarían el Trío Opa junto a Ringo Thielmann. Pero antes de separarse dejaron un tercer disco La Conferencia Secreta del Toto`s Bar (1969), que salió a la venta cuando la banda ya no existía. Fue un álbum adelantado a su época y con poca repercusión comercial. En él incluyeron "Candombe", canción inspirada, según confesión reciente del propio Hugo Fattoruso, en las composiciones de Manolo Guardia.
Suena blanca espuma. Según Alencar Pinto, antes del año 1967 apenas Los Iracundos y Rada interpretaban temas en español (con algunas canciones solistas como "Aquel payaso" y "Qué me importa"). Peláez agrega sin embargo otros ejemplos, como Los Épsilons y Los Encadenados, aunque en esos grupos los temas en español eran la excepción. Por aquellos años costaba aceptar a grupos de rock que no cantaran en inglés y no se aceptaba el uso de tumbadoras salvo en la música tropical. Todavía no había llegado el Festival de Woodstock, donde la actuación de Santana le otorgó a las tumbadoras una especie de salvoconducto para el ambiente roquero.
Los integrantes de The Knights, luego de una corta carrera cantando covers en inglés, también comenzaron a componer en español. Al intervenir en el Festival de la Canción Beat y de Protesta (1967) se produjo el cambio de nombre. Nadie recuerda bien por qué pasó a llamarse El Kinto, aunque se supone dos razones: por ser un quinteto y por el tambor: el quinto.
En las composiciones de Eduardo Mateo y Ruben Rada, (en algunas de las cuales intervenía Horacio Buscaglia aunque no integraba el grupo), existe una clara búsqueda para lograr un sonido propio. Nunca se trató de una banda popular pero tuvo una profunda influencia en otros músicos. En 1968 El Kinto participó en la obra de teatro Libertad, libertad, cuya música fue compuesta por Mateo junto a Federico García Vigil. Pero fue a través de cuatro espectáculos colectivos y multidisciplinarios llevados a cabo en el año 1969 y que se denominaron las Musicasiones, donde su importancia y consideración creció. Según Buscaglia, estos espectáculos se oponían al sistema. Interpretaban composiciones propias en español e incluían ritmos como el candombe, "todo lo contrario a lo que tenía éxito en ese momento". Así se dio el primer envión al movimiento que se denominaría candombe beat.
El Kinto (1967-1970) dejó una profunda huella en la música nacional pese a no editar ningún álbum. Los "divagues" en que usualmente caían los músicos motivaron que la mayor parte de las grabaciones proyectadas no se llevaran a cabo. Afortunadamente el técnico Carlos Píriz guardó los registros que la banda utilizaba para hacer playback en el programa Discodromo show y dicho material fue utilizado en los discos Musicación 4 ½ y El Kinto (circa 1968), ambos álbumes de culto.
Esa tristeza. A pesar de su paso por El Kinto, a Ruben Rada se lo conocía más por sus payasadas en El Show del Mediodía que como músico. En 1969 esa visión comenzó a revertirse al editar sus primeras composiciones solistas, gracias al apoyo de Enrique "Quique" Abal -de la discográfica Sondor- y secundado por una banda que dirigía Manolo Guardia y contaba, entre otros, con el percusionista Mario "Chichito" Cabral y el guitarrista Eduardo Useta. Su gran éxito fue "Las Manzanas", canción que Rada estrenó en una de las Musicasiones. Por ese tiempo la relación Guardia-Rada era estrecha. El cantante iba a intervenir en un par de temas del álbum Bijou que el pianista pensaba grabar junto a su orquesta, pero no apareció a las sesiones. "Parece que recién se había comprado un televisor y se quedó toda la tarde encerrado mirando televisión con su novia", recuerda "Chichito" Cabral. Esa banda fue el origen de Camerata, agrupación en la que Rada no tenía lugar, aunque llegó a grabar dos canciones.
Dada su fama, Rada comenzó por entonces a recibir ofertas de actuaciones y le pidió a Useta que lo acompañase. El formato dúo no parecía el más adecuado para la música que interpretaban. Un día el guitarrista lo encaró: "Mirá Ruben, esto es una tristeza y vos mismo te estás perjudicando. Tenemos que armar una gran banda. Dejame a mí que yo voy a buscar gente que sirva para este grupo". Useta reclutó a Daniel "Lobito" Lagarde, bajista y hermano menor de quien tocara en El Kinto, y éste acercó a Enrique Rey, guitarrista del grupo Young Power. A la vez que descartaron la idea de conseguir tecladista sumaron a "Chichito" Cabral para la percusión y al excelente baterista Roberto Galletti. Surgió así una de las bandas más importantes de la música uruguaya: Totem.
Herederos de lo iniciado por El Kinto, en Totem las cuotas de "divague" estaban mucho más acotadas. Con músicos que venían del lado del jazz y con la base del candombe, la banda logró una excelente síntesis musical. Su debut fue en el Festival de Salto y desde el comienzo se notó su fuerza y solidez actuando en vivo. Rada se transformó en un muy buen frontman, mientras que cada músico sabía el papel que debía desempeñar. Sus dos primeros álbumes, Totem (1971) y Descarga (1972), en este último con Santiago Ameijenda en la batería en lugar de Galletti, dejaron un testimonio de las razones de la popularidad del grupo, que llegó a la Argentina y apareció en el programa televisivo Sábados Circulares de "Pipo" Mancera y en el multitudinario festival B.A. Rock II. Allí su música no fue comprendida y recibió una fuerte silbatina. Ya sin Rada ni Lagarde, con Roberto Giordano en bajo, Tomás "Chocho" Paolini en saxo, Useta y Rey en la parte vocal, Totem grabó un tercer disco: Corrupción (1973), que no alcanzó el éxito de los anteriores.
El final del principio. En el final de los ´60 y comienzo de los ´70, además de Totem se destacaron nuevas bandas como Los Killers, Cold Coffee, Los Campos, Los Moonlights, Génesis, El Syndikato, Opus Alfa, y Psiglo. En su libro, Peláez incluye a varios de estos grupos dentro de lo que él llama "flota de la música progresiva", utilizando la denominación que hizo popular el director de la revista argentina Pelo, Daniel Ripoll, para diferenciarla de la música más popular y simple a la que rotulaba como "música complaciente". El propio Ripoll fue invitado al Segundo Festival de la Música y la Canción Beat en Salto que, para los músicos de la época, fue una especie de Woodstock criollo: dos jornadas de música a diez horas por día con entre tres y cinco mil personas de audiencia. Según uno de los organizadores del evento, Alfonso López Domínguez, el Festival marcó un cambio fundamental en el movimiento: "no es sobre la base de diez o veinte iluminados delante de cien o doscientos jóvenes tan iluminados como los músicos, que se da vuelta una página en la historia de un género musical. Es con la presencia masiva del público, que no es otra cosa que el pueblo".
El encomiable trabajo de Peláez debe tomarse como una prolija cronología a la que no se le puede pedir profundidad en cada tema porque excedería su finalidad. El entusiasmo, un tanto desmedido, con el que se refiere a algunas bandas que escuchadas hoy demuestran limitaciones y falta de profesionalismo, es atribuible a su condición de fan y en nada empaña el resultado final.
El éxito obtenido por la película Hit (2008) -de Claudia Abend y Adriana Loeff- o de la serie Historia de la Música Popular Uruguaya-realizada por Altamira Productora de Imagen y emitida por Televisión Nacional-, junto a la buena recepción de la obra de Peláez, demuestra el interés que existe en el público por el tema. Hay todavía muchas cosas no dichas, historias mínimas y relevantes que ayudarían a entender mejor el camino seguido por la música uruguaya en la segunda mitad del siglo XX.
Cada vez que se escucha a alguno de los protagonistas del movimiento en una entrevista o se lo lee en algún reportaje, se siente que, como si fuera un iceberg, apenas conocemos la punta de una historia tan rica como disfrutable.
DE LAS CUEVAS AL SOLÍS. CRONOLOGÍA DEL ROCK EN EL URUGUAY. Tomo 1 (Segunda Edición), de Fernando Peláez. Perro Andaluz, 2010. Montevideo, 335 págs. Distribuye Gussi.