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Más sobre el agotamiento de la novela

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Pascal Quignard

El francés explora un nuevo espacio para un formato cuestionado.

EL PASADO, y el peso del pasado anterior, y del anterior, es el tema de este segundo tomo de la serie "Último Reino" que Pascal Quignard escribe desde hace años. Con el primer título, Las sombras errantes, obtuvo el premio Goncourt en 2002, y lleva escritos nueve libros, varios traducidos por El cuenco de plata con el apoyo del Instituto francés en Buenos Aires. El apoyo oficial a la difusión de su obra es parte de una política de Estado tendiente a preservar la diversidad y adelanta la complejidad de una obra marginal al circuito comercial del libro. Quignard ha escrito medio centenar de títulos, entre novelas y ensayos, y es un autor prestigioso en la literatura francesa. Esta serie, sin embargo, apuesta a buscar una salida personal al agotamiento de la novela, de la que ha comenzado a renegar sobre la base de una deliberada fragmentación, y un discurso que reúne las ideas con la radicalidad expresiva.

Quignard nació en 1948 en una familia de gramáticos y músicos, fue director del Festival de Ópera Barroca de Versalles, lector de Gallimard, traductor de lenguas clásicas y orientales, estudió filosofía. Tiene una sólida formación que hace jugar en sus textos con una vocación muy francesa por la provocación intelectual y se ha encerrado a escribir, notablemente decepcionado por el rumbo de Occidente. En este libro, como en los anteriores, pone a rodar ideas desarrolladas en capítulos que pocas veces superan las veinte líneas, más que concentradas, comprimidas en sentencias y juicios que sustituyen la claridad expositiva por imágenes fuertes, herméticas y finalmente sugerentes.

Afirma en el capítulo "La noche": "Hay un pasado sin comienzo que regresa en nuestros actos de noche. A determinadas horas, los milenios hacen caer de nuevo la misma vieja ola. Molesta, tibia, bestial, milagrosa, oscura ola que se levanta para volver a caer y donde se mezclan el hambre, la muerte, el dormir, el sueño, el miedo, el deseo. Lo anterior habla entonces con una vieja voz desprovista de palabras, que pronuncian melopeas desprovistas de sentido, muy suaves y colmadas de hábitos". En el capítulo siguiente, de cuatro líneas, pasa a ocuparse de su gato, que le muestra un mirlo muerto.

Ha dicho Quignard en una entrevista: "Quienes nacieron después de la guerra y no conocieron en primera persona sus desastres no tendrían razones para padecer las angustias de quienes sí los vivieron. Y, sin embargo, se apoderó de ellos un duelo inexplicable, como si los hechos y la manera de sentirlos no estuvieran sincronizados. He hecho psicoanálisis durante muchos años, pero no sé cómo explicarlo. Quienes nacimos después de la guerra vivimos nuestra infancia entre ruinas, y no es normal vivir la infancia entre ruinas. Tengo una enorme necesidad del pasado para constituirme un territorio, porque comencé con el pasado. Ya de niño lo pensaba". En esa clave debe ser leído este libro que recupera el tiempo invisible de nuestra concepción biológica, la incorporación a la trama del lenguaje, la historia, los fantasmas psíquicos, las herencias preverbales, los pulsos de la naturaleza.

Dueño de una erudición clásica, Quignard acerca muchas escenas de la antigüedad greco romana y las viejas tradiciones de Oriente, comprimidas por la materia de su obsesión: la vitalidad del tiempo borrado, que permanece mientras la experiencia del hombre se agota. Encuentra en los cuadros de Van Eyck, las etimologías, los textos de Séneca el Viejo, una legitimación de su sistema acrisolado por infinitas variantes que dispersan el sentido en muchas direcciones, alrededor de una sólida preocupación.

La lectura del libro es trabajosa, exige la relectura y la reflexión sobre cada una de sus frases, unas dotadas de gran poder expresivo y otras muy crípticas o francamente oscuras, porque el progreso por afirmaciones rotundas no siempre roza con la verdad que pretende ni con la seducción que ilumina. Pero si se tolera el tono presuntuoso del que abusa el espíritu francés para entender el mundo, es posible que el lector encuentre, con esfuerzo recompensado, ideas sutiles y removedoras.

SOBRE LO ANTERIOR, de Pascal Quignard. Serie Último Reino II. El cuenco de plata, 2016, Buenos Aires. 246 págs. Distribuye Gussi.

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