Hay personas que disfrutan de la adrenalina más que otras: son los que practican deportes extremos, y también los que se sobrecargan de actividades y no descansan un segundo. Les genera satisfacción estar en alerta todo el tiempo, todos los días.
Celeste Esliman, médica neuróloga, afirma que la adrenalina es una hormona que se produce en las glándulas adrenales, situadas por encima de los riñones, que se libera al recibir un estímulo desde el cerebro. Se segrega ante situaciones de estrés agudo y activa una respuesta de huida o de acción necesaria para hacerle frente a momentos de peligro.
Algunos de los síntomas del incremento de la adrenalina son:
- Aumento del sentido de alerta
- Dilatación pupilar
- Palpitaciones o aumento del ritmo cardíaco
- Incremento del sudor y de la presión arterial
- Dilatación de las vías respiratorias
La necesidad de adrenalina no solo atrapa a los fanáticos de los deportes extremos sino también a los “workaholics” e incluso a personas que llevan un estilo de vida relajado.
Adictos a la adrenalina.
Ricardo Corral, médico psiquiatra y presidente de la Asociación Argentina de Psiquiatras (AAP), sostiene que los adictos a la adrenalina son personas que buscan esa emoción porque les genera gratificación. “El problema es cuando hay un exceso de necesidad de adrenalina ya que, en estos casos, no se miden los riesgos y se actúa peligrosamente”, destaca.
Por ejemplo, los corredores de Fórmula 1 pueden tener accidentes en dicho deporte de riesgo, pero en general están dadas las condiciones para evitar situaciones de colisión y competir seguros. Contrario a estos profesionales, que sí pueden medir el riesgo de lo que hacen, están quienes padecen del síndrome de Pontius, un estado que afecta la percepción del afectado frente a actividades de riesgo, sin percibirlas como tales.
Cuando las situaciones de estrés y adrenalina se repiten de forma continua, la capacidad de reacción del individuo se agota y la adrenalina no llega a cubrir las necesidades urgentes. Esto puede desembocar en consecuencias negativas para la salud como hipertensión, obesidad, alteración del sueño, ansiedad y fuertes cuadros de depresión, señala Corral.
“Estar expuesto constantemente a la adrenalina es contranatural ya que ese nivel de riesgo en la naturaleza no se da constantemente. Eso que llamamos estrés, en verdad es distrés, una respuesta negativa o exagerada de los factores estresores. Es patológico y resulta del aumento de los niveles de adrenalina o cortisol en el cuerpo”, concluye Corral.
(Por La Nación GDA)