Redacción El País
Dos recientes estudios realizados en el Hospital General Universitario Gregorio Marañón, en Madrid, aportan evidencia sólida sobre los beneficios de la vitamina D en pacientes con cirrosis hepática en etapa avanzada.
Estas investigaciones, desarrolladas en colaboración con el Hospital de Sant Pau de Barcelona, demuestran que corregir el déficit de esta vitamina tiene efectos positivos más allá del tradicional cuidado óseo, impactando directamente en la fuerza física, la memoria y la calidad de vida de quienes padecen esta enfermedad grave.
Mejorar la fragilidad a través de la suplementación
La primera investigación, publicada en Medical Sciences, incluyó a 39 pacientes con cirrosis descompensada y bajos niveles de vitamina D, quienes recibieron suplementos siguiendo recomendaciones clínicas durante un año.
Los resultados mostraron una mejora significativa en la fuerza muscular y una reducción de la fragilidad, medida con indicadores clínicos especializados.
Además, aumentaron la masa magra y la grasa corporal, con mejoras también en aspectos emocionales como la ansiedad. Estos hallazgos sugieren que la suplementación podría convertirse en una herramienta accesible para potenciar la autonomía y reducir riesgos como caídas o nuevas hospitalizaciones en este grupo vulnerable.
Inflamación y función cognitiva en la mira
El segundo estudio, publicado en Nutrients, confirmó que la vitamina D no solo influye en lo físico sino también en lo cognitivo. La investigación mostró que niveles bajos de vitamina D se asocian con un peor desempeño en la memoria de trabajo y en la capacidad de aprendizaje.
Asimismo, la inflamación sistémica, habitual en estos pacientes, se vincula con alteraciones cognitivas que mejoran tras la suplementación. La reducción de marcadores inflamatorios observada abre una ventana para tratar complicaciones neurológicas frecuentes en la cirrosis avanzada, utilizando una terapia económica y segura.
Un paso más hacia el tratamiento integral
Los estudios, con respaldo de organismos internacionales, destacan la importancia de evaluar y corregir el déficit de vitamina D como parte del manejo clínico habitual en pacientes con cirrosis descompensada.
Incorporar esta estrategia podría marcar una diferencia sustancial en la calidad de vida, aliviando no solo los síntomas físicos, sino también las dificultades cognitivas y emocionales que suelen acompañar a esta enfermedad. Así, la vitamina D aparece como un recurso accesible y prometedor en la atención integral de quienes enfrentan la cirrosis en su fase más crítica.
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