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Revolución comercial

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El comercio internacional, fuente de crecimiento y de empleo, vive significativos cambios, liderados por los Estados Unidos y por China, que buscan ajustar sus políticas externas y comerciales al nuevo orden internacional multipolar. Asistimos hoy a una proliferación de acuerdos regionales y bilaterales y a la multiplicación de medidas restrictivas y proteccionistas, en gran parte, debido al fracaso de las negociaciones multilaterales de la Ronda de Doha y el debilitamiento de la Organización Mundial de Comercio (OMC).

El comercio internacional, fuente de crecimiento y de empleo, vive significativos cambios, liderados por los Estados Unidos y por China, que buscan ajustar sus políticas externas y comerciales al nuevo orden internacional multipolar. Asistimos hoy a una proliferación de acuerdos regionales y bilaterales y a la multiplicación de medidas restrictivas y proteccionistas, en gran parte, debido al fracaso de las negociaciones multilaterales de la Ronda de Doha y el debilitamiento de la Organización Mundial de Comercio (OMC).

Las limitaciones políticas y técnicas de la OMC reflejan dificultades para responder a los desafíos surgidos con las nuevas formas de organización de la producción y los servicios y con la creciente integración de los países “a las cadenas productivas globales”.

Para volver a tener un papel central en el sistema de comercio internacional la OMC debería pasar por una amplia reforma que le permita ajustarse a las cambios globales de los nuevos tiempos. El proceso de toma de decisiones de una institución de 160 miembros se tornó mucho más complejo, aunque los procedimientos hayan continuado con pocos cambios en relación a 1995, cuando en el momento de su creación, habían apenas 76 miembros.

La cuestión de la cláusula de la nación más favorecida, uno de los principales pilares de la OMC y del antiguo GATT, el tratamiento preferencial y diferenciado y el principio del “single undertaking” en las negociaciones multilaterales (nada está aprobado hasta que todo está aprobado) están siendo contestados y probablemente deberán sufrir ajustes para responder a los desafíos emergentes. Nuevos conceptos, como el de la cadena de suministro global y nuevas reglas negociadas fuera de la OMC en los mega acuerdos regionales y bilaterales tendrán fuerte impacto.

En reacción a esos cambios, los Estados Unidos, Europa y Asia están avanzando en entendimientos para la negociación de acuerdos de libre comercio de gran porte.

El acuerdo Trans-Pacífico, liderado por los Estados Unidos, concentra 40% del PIB global, e incluye a Australia, Malasia, Vietnam, Singapur, Nueva Zelandia, Chile, Perú, Brunei, Canadá, México y tal vez Japón y Corea del Sur. Los EUA ya habían firmado acuerdos con Canadá y México (NAFTA) y más recientemente con Panamá, Colombia, Perú, Chile y Corea del Sul.

La Unión Europea, a pesar de la densa burocracia de Bruselas, finalizó un acuerdo de libre comercio con Corea y está negociando con Singapur, Canadá e iniciando conversaciones con Japón y el Mercosur. Bruselas y Washington conversan para avanzar en el entendimiento de un mega acuerdo de comercio e inversiones llamado Acuerdo de Libre Comercio Transatlántico. Asia, en un completo cambio de posición, se embarcó en una serie de acuerdos de libre comercio regionales, bajo el liderazgo de China y de Japón, inclusive con países sudamericanos.

Los países en desarrollo podrán quedar muy afectados por los mencionados mega acuerdos de libre comercio, que pueden implicar la exclusión de los beneficios, y la obligación de aceptar compromisos de difícil cumplimiento.

En ese contexto de grandes movimientos de transformación en el comercio internacional, el Mercosur se encuentra inmovilizado y sin una estrategia de negociación comercial.

En caso de que los acuerdos EE.UU.-Unión Europea y EE.UU. con países asiáticos sean concluidos, el Mercosur quedará alejado de los dos mayores flujos de comercio internacional.

La eliminación de tarifas entre los países miembros de esos dos bloques afectará aún más la competitividad de los productos brasileros que, prácticamente, quedaran excluidos de esos mercados.

La Alianza del Pacífico (Chile, México, Perú y Colombia) representó una acción geoeconómica importante por la aproximación de los EUA y de Asia. El Mercosur, que pidió ser observador de la Alianza, se encuentra en una situación de casi total aislamiento. En los últimos diez años el bloque firmó apenas tres acuerdos de libre comercio, con Israel, Egipto y con la Autoridad Palestina, además de un acuerdos de preferencia arancelaria con India y Sudáfrica. La negociación del grupo con la Unión Europea pasa a ser crucial para poder estar en sintonía con esas transformaciones globales.
Según las noticias más recientes, la

s dificultades creadas por Argentina y la falta de voluntad política de todos, a pesar de las declaraciones en contrario, hicieron que el Mercosur desistiera del inicio de las negociaciones con el cambio de lista de productos y servicios antes del final de este año. Con el cambio en la dirección de la Comisión Europea y con la inseguridad del resultado de la elección presidencial en Brasil, es difícil predecir el futuro de la negociación entre el Mercosur y la Unión Europea.

* Presidente del Consejo de Comercio Exterior de la Fiesp (Federación de Industrias de San Pablo)

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Rubens Barbosa

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